jueves, 9 de junio de 2011
PEQUEÑAS MENTIRAS SIN IMPORTANCIA. O NO.
Les petits mouchoirs 2010 Guillaume Canet
“Los pequeños moqueros”.
Moquero. Pañuelo para limpiarse los mocos. Por eufemismo se usa el término general de pañuelo o pañuelo de bolsillo. (Word Reference).
Para darnos facilidades han traducido el titulo con la misma tergiversada intencionalidad que nos facilita ¿? las noticias en los informativos. Es decir “Pequeñas mentiras sin importancia”. Por una vez no han traicionado del todo el original, ya que conservan el termino “pequeñas”, a la vez que hacen gala del antifeminismo latente, por mas que prediquen lo contrario. Asociar pequeñas con mentiras ya es una declaración de intenciones, de malas intenciones. Lo de añadir “sin importancia” no es mas que un viejo truco de los responsables del marketing. -Oyes, que se llevan los títulos largos, las oraciones subordinadas larguísimas, incluso tan largas que llegan a resumir el argumento de la novela-.
No hay mas que ver la trilogía nórdica o cualquiera de la docena de sagas literarias de altísimo nivel que repartían casi gratis en la feria del libro; más que nunca del único libro, en singular, doscientas casetas y un solo tomo verdadero. Y luego se quejan de que se publica mucho, se vende poco y se lee menos.
Hombre de dios, se vende mucho de poco, mayormente del libro ese que “hay que leer” o al menos que hay que tener. Yo por si acaso lo tengo siempre – el tocho de referencia- sobre la mesa del salón, para que las visitas vean no solo que estoy en la onda, sino que soy uno de ellos, o sea que soy de fiar.
Esa es la cosa, la comunión en la novedad prescindible, supongo, la que mueve la cultura de masas, que por cierto es la única cultura real. Porque la exquisita de los cuatro fanáticos que adoran a un maldito en particular y celebran misas negras con los arcanos ocultos en su ultima obra, no pasa de ser una molestia, afortunadamente intrascendente, para nosotros los cristianos. Y me refiero a la penúltima de Jean Luc Godard, “Socialisme”, sobre cuyo sentido argumental y significado metafisico todavía me estan solicitando interpretaciones, esperanzados en la clarividencia infalible del que no la ha visto, y no solo incompleta como los que se han salido en la mitad, mas bien que no la he visto en absoluto. Ni pienso.
Y eso que el cine francés, es mucho cine. Sin ir mas lejos, ahora que estoy en la fase inicialmente regresiva, tan querida por los poetas, no hago mas que despertarme a media noche, sudando por lo general, y escuchandome decir “Je suis Antoine Doinel”, y al mirarme en el espejo veo al cara bobo de Jean Pierre Leaud (que en gloria esté) antes de despertar del segundo sueño, y quedar con la duda si había un tercero encerrado en la nebulosa nocturna. Que, por cierto, me he enterado en los documentales de la dos, que las nebulosas son en realidad galaxias, y que vivimos ciertamente en una nebulosa, lo que aclara bastante algunas cosas.
La pandilla de la foto, son los personajes de la historia, , una pandilla de amigos muy francesa, mas o menos vividores, mas o menos despreocupados, reunidos alrededor del amigo rico que paga las pastas a cambio de que aguanten sus impertinencias. Un comienzo escasamente prometedor para una situación típica de del habitual cuadro de sitcom, a que nos tienen acostumbrados las series americanas. Los franceses, que son muy suyos, derrochan buen gusto, el lujo ese imperceptible en los que no tienen necesidad de ostentarlo, que no es nuestro caso, a la vez que mantienen un estándar inicial tan parecido al usual reclamo de caca culo pedo pis, que por un momento crees estar ante una comedia casera, de pijos y para pijos, cuando, imperceptiblemente, pasan los minutos, y hasta las horas, y te encuentras identificado con las vicisitudes de los personajes, sin distinción de genero, y comienzas a asombrarte de la humanidad que encierra cada uno de los pequeños detalles del drama coral. Pero lo mas asombroso es cuando te das cuenta de que hay diez actores deambulando por la pantalla, y uno detrás de otro te van mostrando un oficio que creíamos perdido fuera del área anglosajona y de los clásicos de la tercera edad, los del sonotone y el bisoñé que daban tanta grima al tuerto y calvo John Ford (se refería a James Stewart- otro dia os cuento sobre cuando me lo presentaron-. y Henry Fonda). Y los tienen por docenas, los vecinos, a los que debe resultar más fácil seleccionar un grupo de doce en el que ninguno desentone, que a nosotros encontrar una pareja, para hacer un esperpento, una vez desaparecidos Lina Morgan y Juanito Navarro. En fin, un cóctel de envidia, sana, rabia por la impotencia, y desesperación al ver que, como siempre, ellos tanto y otros tan poco.
Francois Cluzet, Marion Cotillard y Benoit Magimel, entre el grupo de nuevas caras, por aquí nuevas, que espero nos den grandes alegrías desde el pequeño cielo cuadrado que nos consuela de la insignificancia cotidiana.
Por cierto que no hay mejor moquero que un buen amigo, y no es fastidiarle el final a nadie, ese era el titulo inicial. Lo de las patatas a la importancia…Psé.
Mais oui, je me apelle Doinel. Antoine Doinel.
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