miércoles, 5 de octubre de 2011

THE DEAF´S KILLER o más bien THE SILENT KILLER



¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas? (en inglés: Do Androids Dream of Electric Sheep?)


¿Sueñan los sordos con coches eléctricos? (en inglés: Do Deaf Dream of electric car?


La primera pregunta es de Philip K .Dick y es el pretexto para sumergirnos en una extraña historia de amor verdadero, es decir de ciencia ficción.


La segunda es de un servidor y solo es el complemento retórico a la respuesta que tengo para ella.


"-Sueñan, sí. Y lo hacen en forma de pesadilla terrorífica-"( en inglés: Nightmare)


Nunca pude imaginar que los vehículos a motor pudieran mejorar las habilidades depredadoras que todas las tardes admiro en los documentales de la dos. Que el silencioso acecho de los felinos y su mudo galope final sobre la presa iban a ser superados por la alevosía depredadora de un coche eléctrico sobre los sordos, inadvertidos de su proximidad.


Ya llevan dos intentos, al menos en mi caso, de embestida sobre el ángulo ciego, que en los humanos supone algo tan insignificante como doscientos grados de visión, mas de la mitad de lo que nos rodea, y que quedan ocultos, inútiles para nuestro sistema de alerta visual, porque el otro, el acústico, suele estar enmascarado en gran medida por el ruido ambiental de cualquier ciudad, y que, en el caso de poseer cierto grado de sordera, se convierte en el mejor aliado del cazador, del cazador infame que alumbra y deslumbra al verderol con el farol antes de darle el estacazo, como glosaba Don Mendo (1).


Dos intentos de aniquilación que, abortados en el ultimo instante por los frenos, eléctricos presumo, del arma mortífera, me han ocasionado gran susto, además de estupefacción al comprobar la cara de autosatisfacción o estúpida e innoble codicia del cazador con silenciador, del peor de los furtivos.


Supongo que para ellos será divertido ir asustando al peatón con su arma invisible para el ojo de los sordos. Pero temo, también, que a la peor de las deficiencias sensitivas, la de aquel que no quiere oír, que no quiere ver, porque le resulta mejor vivir ausente en su mundo interior, mas agradable que el que tiene alrededor - cosa bastante corriente- y que, a esa tan frecuente y en cierto modo limitación voluntaria, se una ahora la carencia auditiva en cualquier grado, que lo convierte en victima propiciatoria para este nuevo enemigo, el coche eléctrico.


Claro que el progreso lo justifica casi todo, ya sabemos lo del fin y los medios, pero a mi los sustos no me los quita nadie, y van dos.


(1).-


y en medio de la penumbra
cuando al cabo se columbra
que está cerca el verderol,
se alumbra, se le deslumbra
con la lumbre del farol,
queda el ave temblorosa,
cautelosa, recelosa,
y entonces, sin embarazo,
se le atiza un estacazo,
se la mata y a otra cosa.



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