jueves, 31 de marzo de 2011

CAPRICHOS DE GOYA (XIV).-

..y al cesar lo que es del cesar.
"Las Andrews Sisters".




------------------------------------------------------------------

CAPRICHOS DE GOYA (XIII).-

..lo puede todo.


------------------------------------------------------------------

CAPRICHOS DE GOYA (XII).-


..o la diga su porquero. "El seisdedos".




-------------------------------------------------------------

CAPRICHOS DE GOYA (XI).-

..algo más debe tener, aparte de la gomaespuma.



-----------------------------------------------------------

CAPRICHOS DE GOYA (X).-

.. y resolvió el problema. -------------------------------------------------------------

CAPRICHOS DE GOYA (IX).-

... y no resistió la tentación.




domingo, 27 de marzo de 2011

LA INMORTALIDAD. ESA COSA INTRASCENDENTE.



Al principio fue el cine. Donde cada proceso de mejora real, descartados los intentos infructuosos con los que la industria intentaba periódicamente mantener la afición, -recuérdense el coloreado de las películas en blanco y negro, el añadido de bandas sonoras extemporáneas o la impostura al cambiar las voces de los actores, de todos, por la de Constantino Romero, doblador excepcional-, sin olvidar los cambios de formato de la pantalla, los efectos sonoros especiales, tipo sensorround, o los enésimos inventos del 3D terminaron siempre en el mismo cesto, en el de la inevitable futilidad de la novedad anticuada.

El consumidor ansioso realmente engulle todo lo que le pongan en la mesa, o en la cartelera, pero tan súbitamente como ha llenado su estómago, y ejecutado el primer mandamiento burgués, el de estar a la moda; percibe su inminente indigestión y la sensación de que tanto el extinto Cinerama, como las presuntas tres dimensiones, solo le impresionan la primera vez que los contempla y que debe retirarse de la mesa, y del espectáculo, que no le aporte otro valor añadido y supletorio a la novedad reiterada, es decir a la nada.
Al fin y al cabo para ello ya tiene el televisor en casa y, la comida basura, cada vez más cercana gracias a la universalización de los platos semipreparados, semicocinados, y hasta semidigeridos, tan abundantes en el super de la esquina y a precios más que asequibles.

Al final perduran exclusivamente, los avances más o menos justificados. La restauración, la masterización, y la aproximación técnica hacia el soporte original, mejorándolo, eliminando las inevitables impertinencias de aquellos procedimientos obsoletos, el baile incontrolado del fotograma en la pantalla, los molestos centelleos que la luz produce a través de los desperfectos, rayaduras y apolillado del celuloide; o incluso la limitación de los grises que confundían ciertos colores en la película ortocromática de los pioneros. Todo ello desaparece por ensalmo, o más bien por obra y gracia de la digitalización, y nos convierte en espectadores privilegiados de espectáculos que hace cincuenta o cien años sus destinatarios apenas pudieron intuir. Si bien, supongo, con la misma estupefacción ilusionada con que ahora podemos nosotros descubrir la novísima edición, inédita según los vendedores del libro escrito hace trescientos años, de la película rodada hace noventa o de la canción grabada hace ochenta.

El cine ha sido el primero en demostrarnos que es recuperable el tiempo perdido. Aunque no el único. La música por ejemplo, que es de lo que hoy quería hablar. No sin antes sobrecogerme otra vez ante la fotografía actualizada de los coetáneos de mis bisabuelos; cuya sombra fantasmal en un sepia evanescente me dejó en la infancia la sospecha de que la imagen fotográfica era tan solo la confirmación tecnológica de lo perecederos que resultan los recuerdos de los seres queridos, indefectiblemente unos y otros, la copia amarillenta y los padres de los padres desaparecían a la vez, dejando lugar a las nuevas generaciones, tanto de usuarios sufridores de la cosa como de formatos de la imagen, en pantalla o impresa, con el añadido inesperado de encontrarnos la reedición, mejorada de la postal de hace cien años.
La imagen los tiene, es de 1912, y cada vez que miro el retrato y pienso que ha sido tomado, que ha podido ser tomado, hoy mismo, me dan escalofríos.(Recomendable, doble click en la foto, para comprobarlo).

No es que me asuste tener la eternidad en el bolsillo, en el estuche del portátil, es que cada día que pasa nos vamos acercando a ella, en cierto modo.
La música está siguiendo los mismos pasos cronológicamente inversos, que la imagen, recuperando y mejorando la calidad de grabaciones que hemos recordado, o sufrido, como penitencia a obligada hacia aquello que de alguna manera causó placer a nuestros mayores, respeto generacional, condescendencia con la interminable rememoración de las batallitas del abuelo. Bendito sea.

Solo que, una vez despreciada toda aquella memoria musical, anterior a nuestra adolescencia, por antigua, por pasada de moda, o por la actitud cretina del que sale del cascarón pensando que es el único pollo del corral, y que veinte años después sigue sin cambiar de idea, pretendiendo ignorar aquello que estaba allí, antes que él, y que no dejaba de condensar la experiencia, la sabiduría y las formas, los modos en que sus antecesores buscaron placer en algo tan humano como es el arte o el pensamiento, aunque este arte fuese circunstancialmente menor, como la copla o la novela.

Resulta duro, además, cuando el tiempo de una generación, o generación y media, cuarenta años, se lo adjudica un régimen político que, etiquetado desde fuera como dictadura, hace los méritos suficientes para que el calificativo no quede en vano; y abre un hueco en la memoria colectiva, un tiempo perdido de esa duración exacta, cuarenta años, en el que todo aquello sucedido, sufrido, o incluso disfrutado, es sistemáticamente silenciado y olvidado.
Todos aquellos que intentan posteriormente escarbar en el recuerdo, son anatemizados y acusados de profanadores, bajo los peores adjetivos, los habituales y más convenientes para una época realmente triste y desgraciada.
Y supuestamente, el arte, la música correspondiente, no debería, y de hecho no ha podido hasta ahora, escapar a esa abyecta etiqueta.

Hasta que uno, harto de intentar escapar de las distorsionadas voces agudas, hasta atormentar el tímpano –solo me queda uno- y de los arreglos de cuerdas hechos para orquesta de tres violines, o a veces solo dos y piano, que estaba allí exclusivamente para que no se perdiese el compás, para no molestar y para poco más, encuentra un poco de luz en este tiempo oscuro de limitaciones técnicas y de las otras, peores.
Estas limitaciones, que son la base de nuestra memoria musical, la copla, pero que hago extensivas a todas las grabaciones sonoras de la primera mitad del siglo pasado, no son más que la cascara de un pistacho recién tostado, que una vez separada del mismo, mediante la correspondiente digitalización, algo tan fácil como separarla con la yema de los dedos, nos ofrece el descubrimiento, el amanecer de una nueva dimensión sonora y gustativa. Excelente pistacho.

Y descubro a Angelillo. El personaje de leyenda, prototipo de artista fantasma, aquel cuyo nombre prohibido no podía pronunciarse ni escribirse bajo riesgo de cometer un delito, con la peor de las condenas, la de que tu nombre, el tuyo, fuese incluido en la lista. En una de ellas. Cuando se estrenó su película más recordada, “La hija de Juan Simón” figuraba en los títulos, y en los carteles el actor sin nombre, con el seudónimo, forzado por la censura, “ El protagonista de: Centinela Alerta”, y su nombre, Angelillo y su música, permanecieron durante años, como rescoldo de una hoguera perdida en el tiempo hasta que la brisa, la magia de la tecnología reconstructiva – sin botox ni cirugía plástica – recuperaron el sonido perfecto. Cometo el perdonable desliz de escuchar la nueva versión de “Farolero” y vuelvo a sumergirme en la droga más estupefaciente que conozco, que no es otra que la de disfrutar con los placeres que tengo a mi alcance, y el de la música lo es. Canción de amor sin empalago, sin tragedia, sin siquiera melodrama, solo con el agradecimiento de los enamorados al amable farolero que apaga la luz para que los amantes puedan proteger su intimidad. ¿Puede decirse, puede cantarse algo más bonito, con una voz más armoniosa?. Se puede. De hecho, después vienen “Dos cruces” y “Camino verde” y volvemos a lo de siempre. ¿Cuánto de medieval tiene Carmina Burana? Lo que la merced del espectador quiera otorgarle, y poco más.
Tanto de actual como tiene el pensamiento humano, la literatura, o el arte en general, que no sea otra cosa que una reedición mejorada, o empeorada según otros, de los valores clásicos latinos, recuperados por el renacimiento y exageradamente señalados como paradigma, como modelo a seguir para nuestra civilización, según sus descubridores, que no son otros que los arqueólogos franceses e ingleses de finales del diecinueve y principios del veinte.

Y volviendo a lo anterior, a las melodías del amanecer del mejor de todos los días, el de mañana. Sin el inevitable añadido de la simpatía que Angelillo- la que acompaña a los perdedores- y de la bandera progresista, que enarboló como tantos otros, en aquellos tiempos de infortunio. Pero con idéntico atractivo, para los que practicamos la minería del recuerdo, en los estratos de tiempos más o menos remotos, el aliciente de encontrar fotografías que son auténticos poemas,- y ciertamente tienen mucho en común con la lírica-, y en ellas gente guapa, para que voy a engañarme.
Encuentro imágenes de chicas preciosas que existieron, y cantaron, hace ochenta años y que, aunque ya sonaban sus canciones en mis oídos desde que encontré en el retablo sonoro de mi memoria media docena de canciones que , como el maullido desagradable y amoroso de una gata en celo, arañaba mis oídos y mis sentimientos con la lejanía infranqueable del tiempo que nunca vuelve, resulta que ahora vuelvo a escucharla con el arrobo, con la nitidez que prestan los veinte años a tus sentidos, o lo que es lo mismo con la recuperación digital de esas canciones y de esas imágenes, y vuelvo a sentir la sensación de que el ayer es solo una ficción, que la inmortalidad existe, y que al igual que los que recuperaban las esculturas milenarias del Peloponeso y volvían a darles vida, estamos asistiendo a un nuevo renacimiento, del que resulta imposible evadirse.
Entre otras razones porque la satisfacción que produce este renacer en el aficionado, en el amante de estos placeres tan sencillos, resulta adictiva. Hasta que me encierren al menos.

Comenzamos con las Andrew Sisters, con el “Rhum and Coca cola” de los cuarenta, y luego seguimos con las King Sisters, que además de ser anteriores- el tiempo en las diferentes capas de una excavación se convierte en algo absolutamente relativo- y más guapas, eran cuatro, y eso es algo que obsesionaría a Playboy que nunca pudo pasar del triplete familiar, y su versión vocal de “In the Mood”; hasta descubrir ayer mismito, a las italianas del Trio Lescano, y comprobar que no hay que ir tan lejos, no hace falta cruzar el Atlantico para reeditar el prodigio de la armonía vocal en las voces de unas chicas preciosas.
El que la belleza ayude a mejorar el sonido es un misterio gozoso, de los que tengo sin resolver, pero que no dudo pueda ser abordado en una próxima línea de investigación.
No sería justo ignorar a las Boswell Sisters, como tampoco sería conveniente recordar al trio La La La, pero en todo caso, me siento obligado a nombrarlas a ellas, a las hermanas que, en nuestro idioma, y sin solución de continuidad desde las anteriormente citadas, acariciaron nuestros maltrechos oídos: Las hermanas Fleta, Navarro, Benítez, Serrano entre otras, especialistas en engrandecer un género, el de la canción popular, que es una lástima que pase a la categoría de pretérito.

Supongo que es solo cuestión de esperar la próxima vuelta de tuerca de la tecnología digital. Y asumir que la eternidad está ya aquí. Realmente lo ha estado desde siempre, solo que algunos, los más torpes, estamos comenzando a ser conscientes de su omnipresencia.

Las King Sisters y su autógrafo. La última de ellas en abandonarnos, lo hizo hace un año exactamente.


Hoy he vuelto a pasar

por aquel camino verde

que por el valle se pierde con mi triste soledad.

Hoy he vuelto a rezar

a la puerta de la ermita

y pedí a tu virgencita

que yo te vuelva a encontrar.

En el camino verde

camino verde

que va a la ermita

desde que tú te fuiste

lloran de pena

las margaritas.

La fuente se ha secado

las azucenas están marchitas

en el camino verde,

camino verde

que va a la ermita.

Hoy he vuelto a pasar

por aquel camino verde

y en el recuerdo se pierde

toda mi felicidad.



El trio Lescano, nos invitan a escucharlo en "Tulipan" o en "Anna", que era la preferida de Benito Mussolini.(Ya empezamos otra vez. Justo cuando termino).


----------------------------------------------------------------------------

martes, 22 de marzo de 2011

EL TESORO DEL CARAMBOLO O LAS PARADOJAS DE NUESTRO TIEMPO.-


Paradojas de nuestro tiempo:



Llamamos Hacienda a una institución que gasta más de lo que ingresa.


Y cuando la deuda que ha generado supera la hiperbólica cantidad de 834.711.000.000 euros, entonces lo llamamos tesoro, “El Tesoro”

España PIB   estimado    2011:   1.391.185 Millones de euros
Deuda estimada 60%  x     1.391.185 = 834.711 Millones de euros.
Esa es la cifra en rojo que tengo en la libreta.
Ya puestos en el asunto de tergiversar los nombres, y las cosas, a esta deuda la llaman, los causantes,
“Deuda Soberana”. De donde deduzco que el deudor debe ser el soberano, deducción que seria
tranquilizadora si el susodicho tuviese al menos corona que pignorar, y como nunca lo hemos visto
con ella, deduzco tambien que debe estar con el resto del tesoro, el de los ochocientos mil. (A deber).
 Dicen los clásicos que a la gente le gusta que la engañen, y dicen cosas peores ciertamente.
Tambien que, somos muy dados a reírnos de nuestras desgracias.
Y que esa es una característica de nuestra proverbial nobleza.
Por un lado tengo la certeza de que nos están tomando el pelo; se están diendo de nosotros
como del Pilatos dislálico de La vida de Brian; y por otro, estoy convencido de mi error, al ver
cuarenta millones de compatriotas felices y satisfechos de poseer semejante hacienda y semejante tesoro.
Al fin y al cabo, las palabras solo son eso. Y suenan tan magnificas en boca de los profesionales
que las utilizan que, tampoco es cosa de darle mas vueltas.
 P.D. (1). El tesoro del Carambolo – foto inicial-, estuvo “perdido" durante veinticinco siglos. 
Igual el nuestro actual se pierde tambien otro tanto y nos deja tranquilos.
Solo que no deberán buscarlo cerca de Camas, mas bien donde los paraísos fiscales esos.
Que conviene dejar pistas para los arqueólogos futuros.
P.D. (2). El de Sierra Madre lo pongo solo porque, tambien el argumento, termina regular. 
Y tambien porque si imprimís la imagen sobre una cartulina,ampliado a A4 y la recortáis – troquelar se llama al asunto-
podéis tener un magnifico paipái para el veranito en ciernes, y gozar de un extraordinario ahorro en la
factura domestica de la energía que, tampoco, tenemos.
Optimista y práctico consejo. Para que luego digan.
 Glosario:
 Paipái.- Abanico en forma de pala y con mango.
 Hacienda.- Conjunto de bienes y riquezas que se poseen.
 Tesoro.- Erario, conjunto de bienes de un Estado para atender las necesidades de la nación.
 Tesoro del Carambolo.- Restos de una civilización anterior a la fenicia. Reino de Tartessos,
por la parte de Cádiz, según Herodoto que lo refiere de oídas, (De los pocos que no mienten).

--------------------------------------------------------------------------------------

domingo, 20 de marzo de 2011

CAPRICHOS DE GOYA (VIII).-

" .. con el sudor de vuestra frente"



--------------------------------------------------------------------

CAPRICHOS DE GOYA (VII).-

".. empedrado de buenas intenciones"




------------------------------------------------------------------------------

CAPRICHOS DE GOYA (VI).-

".. tal astilla" o
".. como tu madre, morena saladá"




---------------------------------------------------------------------------

CAPRICHOS DE GOYA (V).-


".. y llámame tonto"






-----------------------------------------------------------------

CAPRICHOS DE GOYA (IV).-

".. y comieron perdices"






------------------------------------------------------------------------------

CAPRICHOS DE GOYA (III).-

".. vinieron estos lodos"






------------------------------------------------------------------------

CAPRICHOS DE GOYA (II).-

".. y ríase la gente"




--------------------------------------------------------------------------

CAPRICHOS DE GOYA (I)

" ..más quiero yo a mi perro."


"El perro lo saludaba cada día desde la puerta principal y lo despedía al final del día en la estación de Shibuya. Incluso tras la muerte del dueño, Hachikō volvió cada día a la estación a esperarle, y lo hizo durante los diez años que transcurrieron hasta su propia muerte."



Hachiko Monogatari.(Siempre a tu lado) 2009 Lasse Hallstrom.

Umberto D. 1952 Vittorio De Sica.

Cine clasificado en el nivel 4: "Gravemente peligroso" para espectadores de lágrima fácil.
(A los que no saben llorar, no les va a gustar).
------------------------------------------------------------------------------------

lunes, 14 de marzo de 2011

EL CINE QUE ME GUSTA.


SIMILITUDES Y DIFERENCIAS ENTRE UN DISCURSO REAL Y UN POEMA ORIENTAL.(RIMAN, Y POCO MAS).


Una tarde gélida y una butaca excepcionalmente confortable en la sala mas pequeña del cinestudio, en V.O. una película teatral donde la voz lo es todo, y un elenco amable que interpreta una historia “sin importancia”, donde las vicisitudes de las almorranas en un personaje de la realeza, hicieron el resto. Me quedé dormido cuando el doctor establece la inevitable relación de imprescindible complicidad con el paciente, y desperté justo un par de minutos antes del pregón final.

El que un discurso político, es decir, absolutamente vacío, se convierta en el macguffin de una película, en el hilo del suspense de un melodrama telenovelesco, y arrastre a millones de espectadores hasta el presumible e inane final – la victoria de Bert ante las hemorroides- me deja realmente estupefacto.

Pocas veces un continente resulta tan brillante como para hacernos olvidar la ausencia de contenido. Lo consigue en este caso y, sin duda, justifica las medallas que se cuelgan los autores.
Lamentablemente para el espectáculo, y afortunadamente para un servidor, la siesta reparadora, con baba en la comisura bucal incluida, estuvo a la altura del beneficio esperado y, muy por encima del valor intrínseco del minutaje perdido, para siempre.


Y es que los pequeños, e incluso los mínimos, dramas de la familia real británica, me traen al pairo, y desconozco la razón por la que tienen la audiencia desaforada que tienen desde que el señor que acabó con los pantalones bombachos e inventó el nudo de corbata que tan prescindible me resulta, se marchó con la alegre divorciada, allá por los años treinta del siglo que se fue. Lo ignoro. Aunque sospecho, que tenga algo que ver con el nivel cultural, moral ,y si me apuran hasta mental, de las audiencias adictas a ciertos programas de televisión y a los semanarios especializados en casqueria.(todos, por cierto).
Conste que la escena de The Queen, en la que su majestad rompe el diferencial al Land Rover en medio del charco, me pareció sublime. Y no solo porque refleje mejor que el prurito anal de su padre la humanidad de la realeza, que la tiene, y “nada humano me es ajeno”, (salvo el hecho de que sus vástagos no sean hijos o hijas, sino príncipes y princesas, algo excepcional en pleno siglo del fin del mundo), es que la señora del todo terreno, la Mirren, al igual que su augusto y tartaja padre, Colin Firth, nos demuestran que existe un listón infranqueable para los supuestos actores meridionales. Y conste también, que acababa de ver “A single man” por la que el mismo actor estuvo nominado hace un año, y que me pareció un trabajo mas brillante y meritorio que el de la adormidera real, a la vez que reitera, una vez mas, la perfección dramática a que el cine anglosajón nos tiene malacostumbrados.

Y es que leo la crítica despectiva sobre el cine oriental, los noventa minutos que giran a través de la manzana que tiene un señor en la mano y que al final sigue ahí, en la misma mano, sin contar nada, aparentemente, y luego leo al Boyero, limitarse a escribir que películas como “Poesía” nunca podrían haber sido hechas por el cine español, y entiendo que estoy obligado a verla.
A veces he imaginado el guión de una inexistente y maravillosa película oriental en la que el protagonista aparece iniciando la subida a una escalinata inmensa, y el transcurso de la historia lo va acercando hacia la cumbre, a la vez que las peripecias del ascenso, y el cansancio natural del esfuerzo nos van aproximando al desarrollo vital del personaje, desde el adolescente que corona el primer escalón, hasta el anciano que acercándose al último, vuelve la vista atrás para contemplar con placido estupor que no puede distinguir apenas, ni recordar con somera nitidez, los peldaños, los amigos y los amores que quedaron en la lejanía. Y solo es un chino subiendo una escalera.
Supongo que esa historia, que me acabo de inventar, tampoco podría rodarse aquí.

Tampoco son chinos, en realidad son coreanos, y lo que nos cuentan, con una puesta en escena y con unos intérpretes fuera de lo común, y sin academia coreana del cine, ni premios tan absurdos como el Seulito de plata, ni necesidad de ello.
Es algo así como si el autor, sin haber leído El Quijote, y obviando el tono humorístico, la fina ironía y el sarcasmo cervantino por innecesarios, por dirigirse a un publico adulto, presumiblemente maduro; lo personifica en una mujer cercana a los setenta, que, al comienzo de la historia, es diagnosticada de una incipiente demencia , tan progresiva como irreversible, a la que occidente, para distraer al personal, llama alzheimer.

Una mujer que tiene certezas morales sobre como deben ser las cosas y que va a actuar en consecuencia, por encima de las injustas discriminaciones, de las corruptelas tradicionales y de las componendas sociales del mundo que le toca que, curiosamente, es el nuestro.

Y también curioso resulta el que no haya malos y buenos en toda la historia – imaginaos una película tan aburrida, ¿sin malos ni buenos?- y que sean tan solo las imperfecciones de la sociedad las que rebelen a la protagonista hasta forzar el final que, como casi todos los pasajes del cuento, tan solo intuimos. Tan solo podremos imaginarlo dentro de un envoltorio realmente poético – aparte de la historia de aprendizaje literario, y de la insistencia del titulo - y a través del rostro de esa actriz excepcional, como casi todos los que la acompañan – pocas veces he visto un adolescente mejor interpretado, por un adolescente- y del regusto que nos deja, que no nos abandona horas y días después de haber detenido el disco duro – antes proyección- y que nos retrotrae a otros títulos clásicos de Ozu o de Ray (Satyajit) de esos que volveremos a ver otro par de veces, espero, antes de culminar la subida por la escalera.
Cine sobre seres humanos hecho para seres humanos. Que difícil.


A single man 2009 Tom Ford. Colin Firth y Julianne Moore.

The Queen 2006 Stephen Frears Helen Mirren y Helen Mirren

The King´s speech 2010 Tom Hooper Colin Firth y Geoffrey Rush

The poetry 2009 Chang-Dong Lee Yoon Jeong –hee y otros.

---------------------------------------------------------------------------------------

martes, 8 de marzo de 2011

GLORIAS DEL POP.-



MANUAL DE USO CULTURAL VUELVE A LA CARGA.


Cuando un ciclo se agota.. Luego, suele volver.

La canción que “originó” la música moderna, es decir la música pop, es según los entendidos, Be My Baby - The Ronettes, (para nosotros: “Tu serás mi baby” Les Surfs) y el padre indiscutible Phil Spector. Nada que objetar.
Al principio te parece la típica exageración de un comentarista pedante y engreído, hasta que luego valoras lo que había antes y lo que hubo después y humillas la razón, gozosamente, ante la realidad.
El “muro de sonido”, el otrora bajo continuo, que daba fondo, y forma, a la canción, fundía además una historia, de amor adolescente, en la estructura de una sonata barroca, y todo en dos minutos. Fue considerado el acabóse, cuando en puridad era solo el principio del continuose, como diría Mafalda, de una explosión sonora y generacional, que no hizo más que madurar durante los años sesenta para cambiar el concepto de música popular vigente hasta entonces.
Y cuando parecía llegarle el agotamiento, a la vez que la perfección en continente, -HiFi para todos- y contenido; tras la fructífera rivalidad entre yanquis y británicos; cuando el rock bebe en las fuentes del blues, del jazz y de la música clásica, cuando la fuente se ha secado y las azucenas están a punto de marchitar, aparece una nueva corriente, o el fin de una saga, como diría el marqués de Leguineche, que es la del rock sinfónico.

Y con él, una nueva dimensión. El concierto multitudinario como espectáculo novísimo, como naciente género musical en el que la audiencia ha de someterse a una peregrinación, a las impertinencias exigidas por la experiencia mística de asistir a un evento que, a veces, muchos recordarán como crucial en su experiencia de melómanos.
Y todo ello mediado por un disco, también iniciático, como lo fue el de, hoy convicto por asesinato, Spector, diez años antes: “The dark side of the moon” de Pink Floyd, 1973.
De repente, y tras el mismo escepticismo en nuestro país, rayano en el desprecio, que habían despertado los Beatles, escucho a través de Radio Renascença, de Lisboa,
el disco que funde definitivamente la música clásica y el pop. Un álbum, entonces LP, que había que escuchar sin interrupciones, sin respirar entre tema (que no canción) y tema, y en el que un coro prodigioso y unos solistas excepcionales se veían envueltos por la presencia innovadora de los sintetizadores, cuyos efectos de sonidos volvieron a hacerlo, a marcar un antes y un después en la historia de la música del siglo veinte.

El compositor era, y es, Roger Waters, y sus letras versan sobre la avaricia, el envejecimiento, la enfermedad y la muerte, y nos mostraban de alguna manera la madurez de una generación que, hasta el momento, se niega a aceptar el declive.
En la grabación estuvo Alan Parsons, y muy cerca estaban Emerson, Lake & Palmer, procedentes de King Crimson. Luego vinieron Génesis, incluso Supertramp, pero..
Casi treinta años después vuelve el inventor, el genio, el superviviente, para invitarnos a una nueva edición de aquel fenómeno irrepetible: “The Wall” , el hijo de la cara oculta de la Luna, de la Atom hearth mother, del Ummagumma inicial . Títulos míticos en un mundo que lleva décadas inmerso en un descenso musical inevitable, desde que este Icaro iniciase el vuelo, el ascenso irrepetible de la canción popular a los cielos de la noche interminable, la de los rayos láser acariciando las estrellas envueltos en el humo de un tabaco que no es tabaco, mientras un cerdo volador nos recuerda que hay muros innecesarios que nos separarán para siempre, si no los derribamos a tiempo.
Podría ser solo una apología del Apocalipsis, si no hubiese compuesto también, entre otras cosas, la banda sonora de “When the wind blows” 1986, película de Jimmy Murakami sobre el día después, el Armagedón de dos ancianos, Jim con la voz de John Mills, (ni se os ocurra verla doblada), como metáfora de una humanidad pesimista, o informada, según otros.

A ver si va a resultar ahora que la música pop es algo mas que un entretenimiento intrascendente.. A ver si va a resultar que el tiempo que le he dedicado, además de placentero, no ha sido un tiempo perdido..





P.D.- Hasta entonces "Floid" era tan solo la marca de un masaje facial entre nauseabundo y repugnante que tenian en la barberia para ahuyentar los malos olores, supongo.
Fue cambiar la i latina por la griega,"Floyd", y de repente se abrieron las aguas del Mar Rojo.(Esa os la cuento otro dia).

-------------------------------------------------------------------------------------------

miércoles, 2 de marzo de 2011

IZNOGOUD EL INFAME





El gran visir Iznogoud (léase: is not good) alias “El Infame”, siempre quiso ser Califa en lugar del Califa.

Obsérvese que no solo quiso ser califa, lo quería en lugar de, es decir eliminando previa y necesariamente al mandatario supremo.
Claro que, con ese aspecto y esas vestimentas, queda bastante alejado de todo lo que no sea una ficción infantil ambientada en un tiempo pretérito en países tan lejanos como irreales. Aceptémoslo así, de momento, como un personaje de comic, dentro de una historia tan exótica como divertida.

Los recientes sucesos en el Oranesado (1), antes Cartago, comienzan a establecer ciertas analogías entre los califas de turno (2) y los pretendientes a sustituirlos, nuestros iznogouds de la historieta.
Pensar que una vez eliminado el reyezuelo (ese era de TBO, de Soglow) inmediatamente va a desencadenarse una breve y gloriosa transición, que va a convertir el sistema político en la luz y la gloria, además de envidia de Occidente, pertenece a los sueños bienintencionados de los lectores de novelas gráficas, de aquellos que además, ignoran que allí está y estará Iznogoud para impedirlo.

Pensar que de pronto, pueblos con culturas (o inculturas según otros) milenarias van a ver la luz, y convertirse al progreso, superando el escollo dictatorial en el brevísimo tiempo que dura el resplandor de un flash de tungsteno (nada que ver con Flash Gordon, nuestro héroe), ahorrándose los diez siglos que los países democráticos desde Cromwell hasta la caída del muro (ahí comenzó un lapsus que no sabemos cuanto durará) con todos los esfuerzos, los dolores y sinsabores, los dramas y sacrificios que a los ciudadanos del mundo libre les ha supuesto conseguir cada retazo, cada minucia de libertad, cada derecho que han ido acumulando lenta y persistentemente al legado que dejan a sus hijos en cada generación sucesiva.
” Todo eso que ves aquí (en tu tierra amigo, en tu país, en tu sociedad colega) será algún dia tuyo, hijo mío”.

Pensar eso es sencillamente no pensar. Y mas los que tenemos elementos autóctonos para comprobar dolorosamente la diferencia entre fantasía (historia escrita por y para políticos) y realidad (los sufridores de la cosa, aka pringaos).

Ahora, vamos a celebrar el doscientos aniversario de la Constitución de Cádiz, segunda vez en nuestra historia en que se intentó algo parecido al consenso (La primera terminó en Villalar, con la decapitación de aquellos españoles que trataron de hablar con el califa, sin quitarse antes el sombrero). Aquí, la segunda ocasión, también llamada primera república, nos duró tan poco, que las ideas de democracia y progreso procedentes de la revolución francesa terminaron huyendo despavoridas ante el grito de “Vivan las caenas” y ante la restauración monárquica que estableció la democracia ad hoc para nosotros, la de la alternancia entre Cánovas y Sagasta (califa en lugar del califa), que dura hasta nuestros días con el interludio sinfónico de todos conocido.

Y volvamos al amor.

Iznogoud no es solo un malvado bajito que quiere ser califa en lugar del califa. En realidad es siempre el mismo personaje, solo cambia de aspecto, de túnica o corbata, como ya vimos antes, y su actuación es idéntica a la de todos los que detentan el poder cuando el pueblo les da el plácet, los vitorea, y les reconoce como elegidos por el cielo como la joya, la perla de Libia o la rosa de Alejandría. Por otra parte, suele insistir el artista, en que quiere hacerlo en lugar del califa, promete eliminarlo y, además, va a disfrutar con ello. E insiste más bien porque sabe que esa eventualidad, defenestración incluida, suele divertir mucho al populacho. Aunque lo habitual sea que, una vez obtenido el cetro, olvide la ira impostada y a la vez que su semblante sufre un brusco viraje a la sonrisa, olvide los pecados de su antecesor, si los hubiere.
Abrazacito de Vergara al canto, hoy por ti mañana por mí y a ver si casamos tus niñas con los míos y aquí paz y después gloria.



De ahí a pensar que el siguiente, el próximo, vaya a hacerlo mejor mientras no cambie la actitud, y la aptitud política del pueblo que los sustenta, solo existe la no sorpresa del que se moja en un charco – mi calle está llena de ellos- los bajos del pantalón, los días de lluvia. Algo absolutamente previsible.
Y la sensación de considerar a los súbditos de Alá norteafricanos y su afán de modernidad como algo justo y lejano viene a ser la misma que tienen los europeos del norte, la que siguen teniendo frente a nosotros, a los católicos y apostólico romanos en nuestro eterno afán de justicia cristiana y modernidad tradicional, afanes de difícil digestión.

Esperanzadora sensación que, no puede quedarse en la mera y transitoria fantasía del sueño de la razón, ese solo genera monstruos, de los que dibujaba Goya, que no debe quedar aislada de la fe individual y colectiva en la necesidad de cambiar muchas cosas aunque sea para que solamente algo no siga igual , aunque sea un minúsculo fragmento de dignidad colectiva, de momento, y siempre que interpretemos correctamente lo que nos quiso decir Lampedusa, pensar en lo contrario de lo que estaba diciendo, ya que no debemos ni podemos resignarnos a que todo siga igual, indefinidamente.

Corolario:

1.- Tomadura de pelo
2.- Consentida
3.- Muy costosa en lo material y en lo espiritual.
“Todo eso, (democracia), que no ves desde aquí, pudo haber sido tuyo hijo mío”.
4.- ¿Hasta cuándo, Iznogoud?




(1).- El Oranesado, es decir Oran y los territorios adyacentes, la actual Argelia, fue conquistada personalmente por el cardenal Cisneros, a la sazón (o sea former), confesor de la reina y no pasó a dominio francés hasta el siglo diecinueve, siendo reclamado por Franco a Hitler en las negociaciones de Hendaya como contrapartida imperial. La respuesta es por todos conocida.

(2) La alternancia democrática, negociada entre Cánovas y Sagasta,(Pacto de El Pardo) también llamada gobierno “por turnos”, hizo germinar la ancestral semilla de corrupción nacional, y llevó al caciquismo patrio a establecer un patrón biunívoco en la relación entre electores y elegidos, relación pecaminosa que todavía hoy corroe las almas laicas, o sea pocas.






-----------------------------------------------------------------

Archivo del blog