Cuando no nos agrada la realidad cercana (la lejana la ignoramos, directamente), la única opción que nos queda es aquella que los sabios nos indican en su receta, los tres pasos inevitables:
Negación surgida de la estupefacción ante lo que consideramos “absolutamente increíble” que pueda sucedernos, también, a “nosotros”.
Segunda fase de inevitable dolorimiento, de tormentosa atrición basada en la aceptación de la situación, por amarga que sea.
Y finalmente el capitulo mas importante, donde el intelecto prima sobre lo emocional, y donde comienza la negociación con el medio, por incomodo y cruel que resulten su apariencia y las condiciones impuestas.
Sucede con frecuencia, que nos quedemos anonadados en la primera parte y decidamos erróneamente elegir la posibilidad de no aceptarla, o al menos maquillarla para así cambiarla y hacer que el engaño, imposible, ocupe el lugar de ella, de la obstinada realidad.
Mi amigo Jesús, titula su blog con un lema definitivo, que intenta algo más definitivo que apartarla del camino, “Hojas para la destrucción de la realidad”. Quizás esa hipotética destrucción, la única manera que tiene de no dejarnos en el vacío, sea mediante su transformación en ficción.
Y aquí, inevitablemente surge la poesía, esa tan especial que solemos ubicar en el terreno fronterizo con la locura.
Los autores de ficción, todos lo son, no hacen otra cosa que transformarla en fantasía, ilusión mediante. Incluso los costumbristas, más fantásticos e ilusos aun, intentan convencernos de que no hacen otra cosa que inventar una realidad con gran parecido a la que presumimos como nuestra.
Imposible intento ante la obstinación de la señora. Ni tan siquiera la verborrea imaginativa y generalmente colegiada de políticos o periodistas, logra otra cosa distinta que mantener unas horas o unos días más, la fase de estupefacción ante lo inevitable.
Veo imágenes de la actualidad y sospecho inmediatamente de su manipulación, de su falsificación con Photoshop, con el que cualquier colegial puede lograr la intemporal maravilla de colores. Solo necesita un pequeño aditivo, dispuesto en generosas cantidades por la madre naturaleza, la inagotable fe de las victimas, espectadores pasivos aferrandonos a nuestras convicciones previas, confirmadas por cualquier imagen, por cualquier noticia que nos sirva de estupefaciente temporal, por inverosímil que resulte a otros, a los “culpables” de “todo”, a “ellos”.
Antes del editor fotográfico, existía un método más infalible y cómodo, mucho mas incluso que el sumergirse en las novelas históricas –que antes se llamaban de caballería- o en las de detectives nórdicos, o los tan aclamados relatos de postguerra, (y no de cualquier postguerra).
El mando a distancia, universal, y adaptado a las manos de los telespectadores, de todos los ciudadanos del mundo, que tienen tan fácil cambiar la realidad como presionar su dedo índice sobre el botón que hace avanzar o retroceder los infinitos canales hasta encontrar uno que les muestre la verdadera realidad, aquella del gusto de cada cual.
Así lo contaba Jerzy Kosinski en su novela “Being there”, traducida entre nosotros por aquello de transformar la realidad, en “Bienvenido Mr. Chance”; en su versión cinematográfica de Al Ashby 1979, donde el gran Peter Sellers nos muestra en que consiste el canto del cisne de un actor.
En ella, Mr. Chance no duda en pulsar el mando a distancia ,dirigiéndolo ante cualquier situación que suponga un eventual peligro o simplemente no sea de su agrado. El resto de la historia tiene tanta acidez y tal crítica antisistema, que ahora estaría “realmente” mal vista.
De momento esparzamos la sombra de la sospecha – esa es otra película- sobre las imágenes con que nos enfrentamos cada día. ¿Trucadas? Eso es lo de menos en las actuales circunstancias. Aunque la inutilidad, al respecto de cambiar nuestra situación, del mando a distancia, no ofrece ninguna duda.
La reflexión individual, basada en la información exhaustiva que nos ofrecen los medios, sobre todo la red; quizás sea el único, y mas difícil camino, para avanzar hacia la segunda fase en la resolución de este problemilla sin importancia llamado supervivencia.
La reflexión individual, basada en la información exhaustiva que nos ofrecen los medios, sobre todo la red; quizás sea el único, y mas difícil camino, para avanzar hacia la segunda fase en la resolución de este problemilla sin importancia llamado supervivencia.
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