Otra vez comenzamos a preparar la selección anual
correspondiente. Y van… 13.
Debo advertir que hemos tenido alguna petición orientadora
sobre el tono a elegir, -dentro de las opciones que nos da el teclado de
principiantes, con solo cuatro octavas - y ello nos complace ciertamente.
La etiqueta “By Request” -a petición- en los discos, es
realmente tentadora para el productor, exento del canon-diezmo vigente en años
anteriores, y para el comprador a coste cero; aunque su aceptación en este
caso, nos obligaría a despreciar el resto de colores del arcoíris, que como
bien sabéis, aparece en los sueños en blanco y negro. Evidentemente y por
desgracia, todo aparece en blanco y negro y, a pesar de todo, sueños son.
Nos piden que presentemos una selección del genero “guachi –
guachi”, con canciones en ese idioma que a todos nos gustaría dominar, incluso
nos gustaría que nos gustase, como diría Homer, y para el que tuvimos la mejor disposición timpánica, cuando
nuestros tímpanos eran Hi FI, y pocas o ninguna oportunidades de aprenderlo,
más allá de los títulos de las susodichas. Y aunque la idea es realmente placentera
a la hora de desarrollarla, no dejaría de convertirse en labor, más que
hercúlea, sisífica, de Sísifo – que lo de sáfico es otra cosa - rodando con su
piedra cuesta arriba para caer una y otra vez.
Infinitos son los temas, e infinitos los estilos y autores
presentes en una discografía de cien, o quizás mil a uno, respecto a nuestra
querida y entrañable verbena rústica, amenizada por aquellos conjuntos rítmicos
músico-vocales, propios de los tiempos en los que estamos centrando nuestra
tesis. Tiempos de Imposible el ademán (El alemán para los que ahora intentan
aprenderlo).
Afortunadamente, el desconocimiento de la legua sajona, nos
ha evitado la comprensión de las letras de esas miles de canciones que, como
casi todas, suelen no decir nada, absolutamente nada. Tanto es así que inventaron unos
subgéneros como la música bubble gum (chicle, por lo pegajoso) o jingle por
aquello de las brevísimas melodías de los anuncios publicitarios, que han
permanecido igualmente en la memoria a la vez que rememoran el ejercicio
discotequero o guatequil en los
instantes esos en que nuestras manos sostenían el vaso duralex, luego tubo,
previos a aquellos en los que las manos y los brazos se iniciaron en la lucha
cuerpo a cuerpo, en la inevitable batalla de géneros, y no precisamente musicales..
Conste que su utilidad, la de los mony mony, chirpy chirpy o
balla balla, para nuestras mentes habría
sido la misma que la de los cantautores con la guitarra americana (doce
cuerdas) y la cinta en el pelo. A pesar de que nuestros afinadísimos oídos
flotaban en niveles acústicos dignos de la excelencia, no en vano fueron los
años del estéreo, nuestras mentes,
pobrinas ellas, daban de si lo que podían, impenetrables a otra cosa que no
fuese la supervivencia ante los efluvios hormonales propios de la edad.
A veces resultaba ser el texto realmente profundo, centrado
en temas sociales, no necesariamente reivindicativos o revolucionarios, cuando
no en el eterno existencial del cantautor que, en el caso del blues, como en el
bolero, se convierte en monotemática y lacrimosa obsesión.
Alguno se ha ido
colando en anteriores selecciones, y este año no faltamos a la costumbre al
incluir “The days of Pearly Spencer” aunque sigamos sin conocer y lo que es
peor, sin el menor interés en comprender su contenido. Triste es por cierto,
como triste era el de "Lady Madonna", o el de tantas otras.
Comprenderéis que no necesitábamos dominar idiomas lejanos
para saber que es lo que nos convenía y, al parecer, nos sigue conviniendo
(irregularidad en el gerundio, en lugar de conveniendo).
No obstante, no diremos que no al guachi- guachi, si bien en
esa docena de recopilaciones anteriores ya hubo un par de monografías en el
terreno de la maravillosa e ininteligible música cantada con voces tan alejadas
de la nuestra, la vernácula, ( esta palabra será sin duda la más altisonante y
obscena que podréis encontrar en este blog, y conste que he obviado su masculino). Aunque siempre
nos quedará la esperanza, la sensación de que el futuro perfecto puede esconderse en lo desconocido. ¿Que querrán decir en la letra? Mejor quedarnos
con la incógnita, y dejar la confirmación de las sospechas para la narrativa
barata, y para los traductores-traidores..
La idea de su continuidad queda prendida con alfiler de
cabeza gorda (cabezón o arpetón) y negra, para futuras ediciones. Es un mundo,
ciertamente, inabarcable, a la vez que fascinante. Su título será otro nuevo
quebradero, objeto de no pocos plebiscitos y controversias: “Lo mejor de…” “Grandes
éxitos del…” “Los indispensables del… Guachi Guachi”. Vaya que se admiten, y se
necesitan, sugerencias.
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1- ¿Canciones para la preeternidad?
ResponderEliminar2-Necesito conocer el nombre de cada uno de los personajes del foto-acertijo.Peaso mamón