lunes, 7 de octubre de 2013

EL DIA DEL BUITRE.-




The Day of the Vulture. 


Algo deben tener en común las avecillas del señor,  con nosotros, los inmortales bípedos, algo aparte de la bipedestación, que también.
San Antonio, siendo niño, encerró a todas en su casa para proteger el sembrado,  ocasionando el asombro de sus padres y hasta del señor obispo. (1)

Evidentemente hay algo más que una corriente de simpatía entre ambas especies, y de alguna manera la supervivencia de unos depende de la de los otros. Por no mentaros el canario que los mineros colocaban en la punta de la vara para detectar el grisú, el primer sensor o alerta conocido sobre la salubridad del aire que respiramos.

Los poetas, por su parte, no han dudado en usarlos como  símbolos o, en la cima de la imaginación, identificarlos con el más genuino de los despertadores, el ruiseñor o la alondra,  según la versión interesada de Romeo o de Julieta.
Poe situó a su cuervo en la ventana y aprovechó esa capacidad que algunas aves tienen para remedar la voz humana,  recibiendo el mensaje lapidario que testifica la perdida de la amada. El nunca más, en verso – ya de puestos – por el pájaro negro.

Personalmente, siempre he preferido a Jennifer, la cotorra del Dr. Jeckyll en la versión buena, la de Jerry Lewis. (El profesor chiflado).

-        No lo hagas Julius, no lo hagas – le grazna la encantadora cacatúa.
-         - Cállate, pájaro tonto de pico largo responde Julius, momentos antes de ingerir la poción mágica que lo convierte en líder (monstruo).

Y más cercano, tuvimos al señor de las golondrinas, D. Gustavo Adolfo, que  asocia el ciclo anual de las elegantes andorinas con el de las primaveras y los otoños de nuestras vidas. Magnifica metáfora naturalista, y rimas sobrecogedoras, de cuando sobrecogían y, sobre todo, rimaban.

Olvidados en los tiempos cercanos, cuya celeridad y premura nos ha impedido tener consciencia de la desaparición de ciertas especies junto a las que hemos crecido. La tórtola ha sido sustituida por la paloma turca, cuya imitación del cuco, encuentro por donde paso, ominosa e insistente como el nevermore, el nunca más del pájaro de mal agüero de Poe. Me da yuyu el pajarito, no puedo evitarlo.

Pero “La vida te da sorpresas, Ay Dios”, cantaba Rubén Blades, y mirad por donde, hoy al salir del trabajo, he encontrado, escondido tras un arbusto, a este pajarillo.
Cuando ha estirado el gañote y me ha mirado a los ojos, me ha sucedido como cuando una chica hermosa hace algo parecido, que soy incapaz de fijarme en ellos, en sus ojos. 

Si además tenemos en cuenta que ha avanzado unos pasos hacia mí, y ha desplegado a medias la arboladura de sus alas, comprenderéis que mi timidez habitual se ha convertido en pavor. Aun aceptando que sus intenciones, como las de la hermosa ragazza del elevatore (esta de Silvio viene este año en el CD), son cariñosas, me produce una sensación de parálisis , de necesitar tiempo para pensar, para reaccionar ante estos imprevistos milagrosos que, desafortunadamente, solo suceden una vez en la vida – lo de la rapariga también- y termino convertido en una figura inmóvil que, junto ave que tiene enfrente, constituye una estampa digna del mejor espectáculo, contemplado y jaleado incluso por el personal  que transita alrededor. 

Intento convencerlo sobre la conveniencia de marchar de allí, inmediatamente, - él, que puede hacerlo- y solo consigo un par de intentos de despegue, abortados por quien está perfectamente capacitado para planear decenas de kilómetros, pero es totalmente nulo a la hora de iniciar el vuelo sin una pista adecuada, libre de obstáculos en,  al menos, diez metros, algo imposible, rodeado por un montón de curiosos.
Intento alejarme, por aquello de la timidez que no sé si será más bien una muestra de agorafobia reprimida o directamente una declaración de manifiesta misantropía, y el animalito me sigue, intuyendo que de  aquella masa vociferante no puede esperar nada bueno.

Surge inevitable el simbolismo, el sarcasmo inmediato, la cruel comparación entre aquel que nos libra de la carroña –esa es su misión- y aquellos que la producen. El uso y el abuso torticero del nombre de un ave inefable, para designar a los innombrables, los pertenecientes a la clase extractiva que paradójicamente, consiguen más beneficio matando la gallina –la de los huevos de oro, que es otra avecilla del señor- que dejándola picoteando en el campo, libre de estrés y de hambre. 

La clase gallinácea es –somos-tan silenciosa como indefensa, tan vulnerable como sufrida. Y aquí estamos, otra vez con la metáfora de los pajaritos y los pajarracos, Uccelaci e Uccellini, la de Pasolini, en la que el infravalorado Totó, daba una maravillosa vuelta de tuerca, interpretando el fraile que sabe más por viejo que por sabio, insistiendo en la necesidad e incapacidad de los gorriones de unirse frente al cuervo. 

Me quedo con la impresión de lo inesperado, de lo increíblemente extraño, de volver a ver, casi a tocar, este animal; cosa que no hacía desde los tiempos de mi primera comunión, allá en el muladar patrio, también llamado matadero de los burros. Y de la metáfora injusta que le ha tocado representar, la de aquellos animales que no dejan de sugerirnos la indefensión del ciudadano ante el largo brazo de la codicia.
Cuervos, buitres, carroñeros varios, cualquier icono que sirva para prestar su atractivo envoltorio –comen cadáveres – y distraernos de lo primordial, del peligro cotidiano para la supervivencia de los vivos.
Nada nuevo


(1)    Canción de los pajaritos (San Antonio Abad).-
Abrieron ventanas, 
puertas a la par, 
por ver si las aves 
se querían marchar. 
Antonio les dijo a todos: 
Señores, nadie se agravie, 
los pájaros no se marchan 
hasta que yo los mande.
Se puso a la puerta 
y les dijo así: 
Vaya, pajaritos, 
ya podéis salir.

“Salgan cigüeñas con orden 
águilas, grullas y garzas, 
gavilanes y avutardas, 
lechuzas, mochuelos y grajas.
Salgan las urracas, 
tórtolas, perdices, 
palomas, gorriones 
y las codornices.
Salgan el cuco y el milano, 
burla pastor y andarríos 
canarios y ruiseñores, 
tordos, gafarrón y mirlos. 
Salgan verderones, 
y las corderinas, 
y las cogujadas, 
y las golondrinas.”

Podeis escucharla - droga dura, aviso- en la versión de Cecilio.
Clic abajo.

http://www.youtube.com/watch?v=oiQAQkO_1s8 
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