miércoles, 28 de octubre de 2015
ALTERNATIVAS A LA SANIDAD PÚBLICA.- (66)
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lunes, 26 de octubre de 2015
VIAJE A PORTUGAL II.- (El espejo del vecino)
En mi camino hacia la playa, me cruzo con la caravana
electoral. Un utilitario con altavoces impotentes que afortunadamente tenían un
auditorio mínimo, reducido a cuatro bañistas tardíos, discurso monótono y
semiamplificado, del único ocupante del vehículo, que era también el conductor,
un anciano con gafas delatoras de una
anticuada operación de cataratas , de hace algún tiempo, cuando el cristalino
se extraía completo y se tiraba a la basura, requiriendo luego el aporte y el
soporte de vidrios contundentes para compensar parcialmente la pérdida. Ello
nos permite datar la edad del piloto, y también de la intervención,
probablemente en la época previa al exceso de bienestar que vino del norte, ese
que ahora convertido en malestar, insistimos en llamar crisis.
El auto iba flanqueado por un sonriente abuelo que me entregó
unas octavillas, y algo de simpatía, y al otro lado por una joven que supuse nieta
de alguno de los miembros-dos- de la comitiva.
Si recuerdo esta anécdota, debe ser por el curioso partido
que estaban ofertando, o quizás meramente por la sonoridad de este, el PURP,
con esa p final que a nosotros nos resultaría imposible pronunciar sin escupir
al hacerlo, y que los portugueses manejan con gran facilidad.
Me pareció entrañable la situación y no ha sido hasta volver
a casa, y reencontrarme con la vorágine de unas próximas elecciones, en las que,
parece ser, muchos sillones van a cambiar de inquilino, cuando me ha golpeado
insistentemente las meninges, haciéndome ver aquello de tan cerca y tan lejos,
pero menos lejos de lo que parece.
Partido de los pensionistas, el PURP, Partido Unido dos
Reformados e Pensionistas, que “Nasceu da "raiva e da indignação"
pela forma como são tratados os mais velhos”, y que me obligó una investigación
lingüística, para intentar comprender por qué reformado es sinónimo de jubilado
o así. Lo cierto es que no encontré nada que justificase el denominar reformados
a aquellos que tan limitada capacidad conservan para reformarse o ser
reformados. En fin.
La realidad: retraso en la edad de jubilación, recortes de las pensiones entre el 3,5% y el
40%, media del 20%, eliminación de las pagas extraordinarias, supresión de las
medicinas gratuitas, incremento del IRPF, IVA del 23% , deterioro progresivo e imparable desde 2012, y con amenazas
inminentes para el próximo 2016.
Así las cosas, se reune un grupo de “idosos”, que según la
OMS significa “mayor de sesenta años” que los anglosajones pronuncian “aged”,
incluso con menor número de letras que los portugueses, y que nosotros podríamos
llamar “añosos” si nos diera o diese por usar el extraordinario arsenal de
nuestra lengua. Otro en fin.
Este grupo de idosos organizó, a través de Facebook !Tilín,
tilín!, un partido de autodefensa al que suponían merecedor de al menos veinte
escaños en Lisboa, solamente con los votos de la mitad de los interfectos, sin
contar con simpatizantes de otras generaciones, o con el razonable apoyo de los
que están próximos a reformarse.
El resultado, el pasado día 5, les otorgó el 0,5% de las
papeletas, y ningún representante.
No voy a entrar en la anacrónica campaña online para los
votantes de esa generación, ni en el fraude consentido de los votos idosos que
los hijos o cuidadores manipulen interesadamente. Tampoco en esta nueva
segregación de los ciudadanos mediante este nacionalismo invisible que
representan los del PURP. Mucho menos escudriñar su programa, para convencerme
de que era, es, demasiado bueno, de un nivel elevadísimo para ciertos gustos
acostumbrados a la basura, “lixo” en portugués.
Solo mirarme en el espejo de los hermanos, denostados ellos
por los griegos antes de la última y todavía reciente reposición de las Horcas
Caudinas en territorio heleno. Amenazados con ser la siguiente ficha del dominó
en caer, arrastrando a los otros íberos, herederos comunes de mi admirado
Viriato. Lástima de leyenda, la historia del pastor lusitano, y lástima el
negarnos a mirar la evidencia, la de aquí al lado, tan simétrica y tan cercana.
P.D.-
Adjunto imágenes de “Horcas Caudinas” (Furculae
Caudinae), para que vayais eligiendo.
El programa del PURP,
maravilloso, lo envio a demanda. Después de “El Contrato Social” es lo
más lúcido que he visto en política.
viernes, 23 de octubre de 2015
EFECTO DE LOS RAYOS GAMMA SOBRE LAS MARGARITAS/TOS.- (PERIODO ELECTORAL)
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martes, 20 de octubre de 2015
VIAJE A PORTUGAL I .- (El hombre bala).
Cuando uno va al circo, generalmente paga antes la entrada.
Esto le da derechos, como el poder contemplar al hombre bala, el que vuela a
200 km/hora, pero también le impone ciertas obligaciones, principalmente el
creer que ello sea cierto. No tiene sentido pagar por algo en lo que no se cree,
resultando elemental la disyuntiva. Si no tienes fe en lo que te van a contar
en el espectáculo, mejor te quedas en casa viendo la tele. Quizás esa sea la
finalidad última de estas actuaciones inverosímiles y, por tanto, en extinción,
el que nos resignemos a permanecer en nuestra jaula contemplando la pantalla.
Existen, no obstante, otros espectáculos más peligrosos,
extraordinariamente arriesgados, para el espectador. Sobre todo cuando este
acude a ellos convencido de que la entrada es totalmente gratuita, que con su
sola asistencia ya queda saldada la cuenta y que ingenuamente, solo va recibir
derechos, de hecho está convencido de que solo va a recibir, receptor universal
gracias a la magnificencia divina. !Por encima de mí...ni Dios! Sin nadie que lo contradiga, que ponga en
duda la incoherencia de su actitud y los riesgos que asume asistiendo gratis al
circo, al otro.
Viene esto a cuento cuando leo las consignas publicitarias
del circo que va estar presente en las plazas del país hasta que transcurran un par de
meses, simultáneamente en todas ellas, cosa que ni por asomo osaría intentar el
Circo Mundial.
Casi todos los artistas lo hacen, salvo los payasos que tienen un rol
tradicional e inmutable y que son conscientes de ser tan imprescindibles que no
necesitan prometer ni anunciar las pantomimas con las que van a hacer reír.
Mientras la función prosiga, lo harán ellos.
Pero el resto de acróbatas, trapecistas, contorsionistas e
incluso domadores de animales ficticios – los otros están prohibidos- tiene que
vender su excepcionalidad, su más y mejor que todos los conocidos hasta que
llegaron ellos, y para ello están dispuestos a ofrecer, a prometer, actuaciones
tan espectaculares que convertirán en ingenuo e infantil el anuncio del hombre
bala.
Conocen bien, o al menos lo pretenden, los gustos, las
expectativas de sus clientes, aquellos que están convencidos de que el
espectáculo les resultará gratis, y rellenan por tanto el pasquín con motivos
adecuados a las mentes a las que van dirigidos.
Así, suelen comenzar prometiendo deshacer lo hecho, reformar
las reformas. Curiosamente su actividad futura, en caso que fuesen elegidos,
sería la de romper, eliminar, anular, las últimas y las penúltimas leyes
aprobadas democráticamente, e incluso van más allá en su atrevimiento, aquellas
que fueron decretadas dictatorialmente, cuando entonces.
Leo con estupefacción que prometen eliminar- o quizás
modificar, retocar, actualizar- el concordato con la SS, aquel que nos une
indisolublemente con la religión única, aunque que finalmente la reducen a la
risible y utópica promesa de hacer que la iglesia pague el IBI, y me hartaría
de reír ante semejante disparate (la promesa), si no fuese porque quienes la
hacen son hermanos mayores de alguna cofradía, educados en colegios religiosos,
y pregoneros de la semana santa de su pueblo.
Tienen toda la credibilidad del mundo, y al parecer del
cielo.
De anular, derogar las reformas sobre legislación laboral,
penal, educativa o sanitaria, modificada por otros que estuvieron antes en la
pista, solo la insistencia me aterroriza.
Hasta la ley “mordaza” pretenden “quitar”. He buscado en el BOE y no encuentro ninguna que responda a ese título “mordaza”, y, por supuesto, anular el concierto vasco, que tampoco conocemos más allá de la estupenda coral que tienen.
Hasta la ley “mordaza” pretenden “quitar”. He buscado en el BOE y no encuentro ninguna que responda a ese título “mordaza”, y, por supuesto, anular el concierto vasco, que tampoco conocemos más allá de la estupenda coral que tienen.
Ellos o sus creyentes sabrán de qué están hablando.
En todo caso convierten en tópico infumable la parte presuntamente primordial de su capacidad artística.
En todo caso convierten en tópico infumable la parte presuntamente primordial de su capacidad artística.
Por si el asunto no fuese realmente optimista y esperanzador
para sus víctimas, dedican la segunda y fundamental parte de su actuación a
insultar, vilipendiar, acusar, e intentar demonizar a los rivales, a las
peligrosas fieras de antaño, que ellos someten a picas, latigazos y otras felonías,
tan del gusto del espectador consecuente.
Y todavía pensarán algunos que el no pagar entrada es
sinónimo de gratuidad. Que lo gratis existe y nadie va a correr con los gastos
presentes y venideros, que su irresponsabilidad como ciudadanos los convierte, quiéranlo
o no, en sombra, en eco, en soporte necesario para los artistas que se anuncian
con semejantes carteles.
Carteles y propuestas -negativas todas- que veremos en
abundancia durante un par de meses.
Lo increíble es que un público ávido de sensaciones fuertes,
masoquista a todas luces, malgastará su tiempo durante esta parada circense
promocional, para posteriormente mantener vivo el espectáculo, a pesar de la
evidente y reiterada discrepancia entre sus promesas y la realidad, cutre y
miserable, que se vive dentro de la pista, manteniéndolo vivo con el óbolo
cuatrienal que tan barato parece a quien lo otorga y tan costoso está
resultando para todos.
Me quedo, sin duda, con el hombre cañón, a sabiendas de que
los kilómetros por hora van a ser la décima parte de los que anuncia, y que, no
obstante, el estado calamitoso, lleno de remiendos, de la malla que lo recoge
en su salto, igualmente me va poner, de hecho pone, a cualquier sádico que se
precie.
P.D.- ¿ Antidemocráticos?
Los sillones vacíos, o mudos, de los diecinueve parlamentos
nacionales. Los imputados sin juzgar, --de condenar ni pensarlo- y todo un
sistema, este, que se obstina en no cambiar ni un ápice de su errado
fundamento.
Lo otro, lo del circo, es solo una pantomima, simulacro, como
en el bolero del puro teatro, el de La Lupe.
sábado, 17 de octubre de 2015
ALTERNATIVAS A LA SANIDAD PÚBLICA.- (65)
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martes, 13 de octubre de 2015
De Koudelka a Verneuil. Vidas paralelas que nos incumben.-
Consiguió el
pasaporte de ciudadano de nacionalidad incierta, eran los gloriosos sesenta y además de
merecerlo, de haberse ganado a pulso tal distinción por no poder demostrar documentalmente
su procedencia, personalizó el drama de un país, Chequia desde su
nacimiento en el 38 hasta la anexión soviética, pasando por las delicias del III
Reich. “Nationality Doubtful” dejó el tampón en su pasaporte, aunque finalmente fuese acogido.
¿Adoptado quizás? Por la república francesa.
Pienso en Bolaño, el chileno español que pasaba por mejicano, o quizás era mejicano francés que quería ser catalán, y la verdad es que entre lo uno y lo otro no hay gran diferencia.
Pienso en Bolaño, el chileno español que pasaba por mejicano, o quizás era mejicano francés que quería ser catalán, y la verdad es que entre lo uno y lo otro no hay gran diferencia.
El fotógrafo
vagabundo, le llaman.
Vagabundos,
vagamundos, otro adjetivo que intenta ocultar lo que existe detrás del que está
perdido, de los que buscan algo imposible, la tierra prometida, tantas veces
prometida como denegada.
Se puede
vagabundear por placer, incluso por ese motor intangible al que llamamos carácter,
pero no se puede llamar vagabundo a quien nace en un país, Chequia, y pasa por dos,
tres regímenes absolutos, donde el imperio, los imperios, anulan todo lo que no
figure en el estandarte.
Koudelka
alcanza el reconocimiento artístico con su serie sobre los gitanos. Afinidad o
coincidencia en ciertas cosas, la patria
a cuestas. Su serie sobre España resulta imprescindible para conocernos mejor.
Llega a
Marsella, donde a los nueve años recibe el carnet de apátrida, junto a los
restos de su familia, supervivientes del holocausto a que fue sometido el
pueblo armenio hace ahora un siglo. Otros tiempos y otros dueños del planeta:
“Apatride” es el sello del pasaporte infantil.
“Mayrig” y “588
rue paradise” son sus últimas películas, autobiográficas ellas, donde el
realizador francés cumple el sueño de dejar constancia filmada de aquello que
sucedió entonces y del valor, la heroicidad de una familia para devolver al
niño que fue, aquello que ellos perdieron para siempre.
Otra gloria
del cine francés y la ocasión de revivir , al más puro estilo Pagnol, el
significado, la importancia de los lazos familiares, por encima de todas las
dificultades que los tiempos y la geopolítica (quiere decir en realidad que
unos dan patadas en el culo de otros, alejándolos de su hogar) puedan
anteponerles.
Pasan cien
años y volvemos a las andadas, otra guerra fría. Y si lo de Checoslovaquia en
el 68, o lo de Praga, era para nosotros “fría”, igual de fría ahora nos resulta
la de Siria. Los rusos defendiendo su bases militares en la zona, los
americanos moviendo instituciones supranacionales – así las llaman para
disimular- y los franceses sacando pecho por aquello de que los tienen en casa,
a los terceros en discordia, los bizarros y noticiables islamistas, que nadie sabe
cuántos son ni donde están, y que resultan levadura imprescindible para que
crezca y temple la masa del pan.
Exiliados,
refugiados, perseguidos, apátridas, de nacionalidad totalmente cierta, hasta
que alguien cambie el nombre de su país y pasen a ser saharauis en el desierto argelino o
palestinos en tierra de nadie.
“Welcome
refugees” figuraba en la pancarta gigante, figura todavía, en la fachada del
ayuntamiento madrileño, y yo leía inconsciente una inexistente línea final: “To
Berlín”.
"Desde Madrid
os ofrecemos una cálida bienvenida a Berlín o a donde sea, pero lejos de aquí".
Que aunque somos generosos, dignos, honrados y virtuosos en general, apenas
disponemos de medios, ni de justicia, para consolar a los millones de españoles
sin trabajo, jóvenes sin futuro, y ancianos sin consuelo a corto, cortísimo
plazo, cuando sus nietos se hayan perdido en ese mundo donde el origen incierto
se convierta en la cifra tatuada en la muñeca, justo al lado de otras
estupideces que la moda impone a esa generación que caminará hasta donde le
lleguen las fuerzas. Otra cosa, ofrecer lo que no se tiene, al realmente necesitado, es una hipocresia solo justificada por la ambición de algunos mandatarios impios y sus trompeteros de adviento.
Los armenios
salieron por miles, centenares de miles, y llegaron centenares, escasas decenas,
dejando la ruta repleta de cadáveres. Cadáveres que todavía hoy, cien años
después carecen de país que pueda reivindicar su memoria, esa que algunos
llaman histórica.
Hileras
humanas serpenteando desde el horizonte. Como las que Eisenstein nos descubría en Iván el Terrible, como las
que hemos visto copiadas, imitadas por la realidad en los noticiarios, siempre
desde el punto de vista del espectador que está al otro lado, el que contempla
la llegada, la aproximación de la turba extraña y emergente, la que sin duda va
a ocasionar grandes males allá donde se dirija.
Pocas, y
censuradas veces, nos ha sido ofrecida la ocasión de ver la columna infinita
desde el lado de los que se incorporan a ella, donde el espectador es actor y
donde los dolorosísimos primeros planos del que abandona forzosamente su
tierra, sus seres queridos, sus raíces, no deja lugar alguno para el gran
angular, imprescindible en la película de la vida de los demás, la que
pasivamente contemplamos en las pantallas.
Recuerdo todavía
fresco el testimonio hilarante de
algunos que contemplaron está marcha, desde ese lado más humano y cruel, el de
los que observan a los que inician el viaje en medio de la noche y el frio, y
recuerdo lo divertida que resultaba al
relator la imagen de las blusas hinchadas por el viento al perderse en la lejanía.
! Hacían pompas ¡ ! Divertidas pompas!. Me contaba sonriendo. Pompas que
flotarían a lo largo de las costas de Málaga, Granada y Almería en la
ruta de la muerte, una de tantas, en el 36.
Aparentemente,
solo en apariencia, las cosas han cambiado, y la acogida y la supervivencia de
ciudadanos de países lejanos son, o van a ser, realidad, garantizando vidas, confort, y algo que no es
baladí, el conservar su nacionalidad, la esperanza de que las raíces sigan
intactas, bajo la tierra de sus antepasados. Esperemos.
Lo único que
me causa cierta aprensión, una mezcla de mosqueo y estupefacción,
remusguillo transmitido inevitablemente
a las tripas, al ritmo del tránsito intestinal, al que veo acelerarse
progresivamente, es la repetición, la insistencia en estas señales del cielo,
los posos de café que la vecina de los armenios inmigrantes analizaban en la
película de Verneuil para pronosticar la mejoría inminente de sus penalidades,
y que aquí y ahora, inmisericordes vuelven a
repetir estos momentos innobles de la historia.
Los armenios eliminados durante la primera guerra mundial, los judíos durante la segunda y los campesinos españoles del lado perdedor durante la peor de todas, la Paz.
Los armenios eliminados durante la primera guerra mundial, los judíos durante la segunda y los campesinos españoles del lado perdedor durante la peor de todas, la Paz.
Desconozco
que nos están anunciando los sirios en su huida hacia adelante, de que suceso
apocalíptico son heraldos, pero me temo que será lo mismo de siempre. Otra fase
del ciclo de sangre y fuego, en el que el dolor de unos servirá para despertar
el temor y la piedad en otros, y tan solo la moneda dando vueltas en el aire,
determinara si estaremos en uno o en otro equipo, el de los que marchan – en
realidad huyen, no nos engañemos- o el de los que contemplan pasivamente el espectáculo,
lamentándose, o no, -que ya hemos visto que también haylos - pero sin olvidar que la moneda está al caer y
no tardaremos en conocer que papel nos toca en la función, en este enésimo acto
de la tragicomedia de la historia universal.
Escrita, una
y mil veces leída, memorizada, y repetida interminablemente como la vida de las
hormigas de mi jardín, las que intentan sobrevivir refugiándose en el corazón
del membrillo y que han sido descubiertas y exterminadas una a una antes de
cocinar la compota, justo ayer, para volver a repetir su tragedia el próximo
año, a mediados de octubre. Hormigas somos.
De moriscos
y sefardíes ya escribiremos otro dia, aunque me temo que será otra vez, el mismo cuento de las mil y una noches.
-Koudelka
puede disfrutarse todavía en la completísima exposición monográfica que se
exhibe en la Fundación Mapfre de Madrid.
-Las pelis de
Verneuil pueden verse, libre y pecaminosamente, gracias a que el campo, cultural
en general, y cinematográfico en particular, perdió sus puertas hace tiempo.
-La compota
es personal e intransferible. Ni a los refugiados les voy a dejar probarla. Se
siente.
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viernes, 9 de octubre de 2015
FEUILLES MORTES.- (O NO)
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martes, 6 de octubre de 2015
ROHMER EN EL MANUAL DE USO CULTURAL.-
“Quien tiene dos mujeres pierde su alma, quien tiene dos
casas, pierde la razón” (Proverbio de Champagne) de “Las noches de la luna
llena” (1984).
Media vida esperando la cita anual con la última película de
Rohmer ansioso de ver otra vez la misma historia mínima, los mismos personajes,
chicas jóvenes, y por tanto guapas, y hasta las mismas actrices que,
milagrosamente no lo aparentaban, tal parecen personas normales a las que
hubiesen pillado durante noventa minutos de su vida, tan normal e intrascendente, como la del común de los
mortales. Repetición que siempre ha satisfecho las expectativas aplazadas,
estimulando la adicción, ahora colección, de cine tan singular.
Términos como: sociología, metafísica, moralismo
naturalista, o incluso “prosa cinematográfica”, se han usado para etiquetar la
obra de este autor, fundador de la “Nouvelle vague”, director de “Cahiers” y
productor a través de “Les Films du Losange”, donde Nestor Almendros
sentaría el patrón estético de la imagen cinematográfica que Rohmer, y media
Europa, mantendrían hasta el final de sus cuentos morales y de las cuatro
estaciones, de sus comedias y proverbios.
Curiosamente esta afición es generosamente compartida por
cinéfilos durante el último medio siglo, sobre películas aparentemente clónicas, historias
presuntamente banales, donde los interminables diálogos no solo sirven para
ocultar la ausencia absoluta de fondo musical y
permitir a los personajes moverse en esa pequeña parcela del jardín que
la vida les ha concedido, sino que ademásles les facilita el
definir sus personalidades al hablar , al moverse, al gesticular y comportarse, estableciendo un paisaje que acaba convirtiéndose en protagonista, lo que nos induce a sospechar que detrás de cada pequeña vicisitud se esconde una gran lección, una profunda reflexión moral que justifica el tiempo que le hemos dedicado, y relativiza el placer que nos ha producido.
definir sus personalidades al hablar , al moverse, al gesticular y comportarse, estableciendo un paisaje que acaba convirtiéndose en protagonista, lo que nos induce a sospechar que detrás de cada pequeña vicisitud se esconde una gran lección, una profunda reflexión moral que justifica el tiempo que le hemos dedicado, y relativiza el placer que nos ha producido.
Cine feminista sin necesidad de militancia, desde su primer
documental sobre la afluencia femenina en la universidad francesa durante los
sesenta, Une Étudiante d'aujourd'hui,
(1966) y explicita a lo largo de toda su obra.
Quizás lo lo único que pude
reprocharle a este hombre es que se fuese, que nos dejase sin suministro
anual, que a sus noventa años dejase de otorgar la paga, la propina que hace
feliz al nieto hasta la próxima visita al abuelo. Ello a pesar del inevitable
abuso que la industria comete sobre los cineastas longevos, cuyas ultimas
películas no pasan de ser otra cosa que productos indignos cuando no
sobrevalorados, solo aptos para un público poco exigente: Hitchcock, Buñuel,
Kurosawa...también Rohmer.
Afortunadamente, cuando creímos que la orfandad era algo
natural e inevitable, descubrimos una cineasta - mujer, como Rohmer habría
deseado- que ha recogido el testigo de este cine moral e imprescindible. La
japonesa Naoko Ogigami, ya va por su cuarto proverbio, y ha conseguido algo tan
impensable como el que no echemos en falta a su maestro, añadiendo además la
sutileza oriental de utilizar los silencios, los planos estáticos, los insertos
sobre elementos del entorno, que nos dejan tiempo para coger aire y meditar
sobre lo que nos está sucediendo, posiblemente algo similar a lo que cuenta la
película.
Y es que: “Quien habla demasiado acaba errado” (Chretien de
Troyes) , de “Pauline en la Playa”
(1983).
Como corolario a un extraordinario, y personalisimo
cineasta, nos queda la imposibilidad de hurgar
en su vida personal, absolutamente privada, en su propia historia. Hasta
el nombre fue prestado por sus admirados ERIC (Von Stroheim) y Sax ROHMER, el
novelista inventor de Fu Manchú.
Incluso su definición política no fue posible ubicarla más
allá de una esporádica declaración sobre que él no era de izquierdas. Por
cierto que su: “El árbol, el alcalde y la mediateca” (1993), quizás sea uno de
los documentos más verosímiles y divertidos, crónica de la Europa democrática de los
noventa. Imprescindible como casi todo su cine.
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