sábado, 18 de octubre de 2008

CENTRO DE INTERPRETACION DE LOS AÑOS SESENTA I.-




Ciertamente que, el reciente cese para ascender en escalafón, del director/a general del observatorio de la violencia de genero, ha estado a punto de cambiar el sentido y el destino de este capitulo. Resultaba , mas que tentadora, la posibilidad de arrogarme los galones y erigirme en director general del observatorio de….cualquier cosa. La verdad es que, a mi entender, debe resultar un puesto envidiable. No dice nada, la noticia, de que es lo que se hace luego con los datos obtenidos de la observación. Quizás el Numa considere que la nuda observación de entidades abstractas como puede ser la terrible carestía de baba de caracol, debido al abuso que de ella se hace en la moderna cosmética, o la contemplación, igual es solo eso, del cambio en la mediana estadística del color de la piel de los españoles, es razón mas que suficiente para que el mártir ciudadano, y disculpen la figura , se sienta realmente protegido ante las eventualidades mas insospechadas. Y eso es bueno, es el fin que justifica los medios, que los de abajo nos sintamos confortables y optimistas. Loado sea el Numa. Y si de paso, el nepote de turno ha colocado a la Cuqui/o en un puestecito que la/o haga autosuficiente, pues eso, que el peculio familiar queda a salvo, y la legitima/o tendrá un motivo menos de sospecha. Al fin y al cabo el presupuesto no va a notarlo, son tan pocos los observatorios que no van a incidir negativamente en el balance. ¿Verdad?
El problema es que si son pocos los observatorios, las cuquis/os son innumerables, tantas como cargos de alto rango tiene el escalafón, y para resolverlo, nada mejor que acudir a una extensión del disparate, o sea a los centros de interpretación. Esta es una figura social tan absurda en su enunciado -sospecho que, otra mas, procede de una mala traducción, de alguna función imprescindible para la sociedad anglosajona- y en su utilidad, que resume la simbiosis entre la poética de la generación del veintisiete y la del 98, o sea que ha devenido en un transgenico del esperpento y la greguería. Algo que sacado de su contexto, de la genialidad de sus autores y la sociedad de su época, se convierte en eso, en una tontería. Y es donde estamos.
De los centros de interpretación ya no voy a citar ningún ejemplo, real o inventado, difícil resultará inventar alguno que no sea real y, en todo caso no haría mas que dar pistas para que la amiga (antes se decía, amiguita) de alguno se busque el futuro a costa del lomo común, del costillar colectivo. Pero, he de dejar constancia que, dicha perversión, parecía ser una demanda insatisfecha durante siglos, si nos remitimos a el calado que ha llegado a tener en nuestra vida cotidiana. Hasta en las casas de comida (ahora estrellas Michelín) te explican con detalle que el liquido se llama sopa, y si esta es dulce y fría es sorbete, y si tienes que roer el bocado, esto es crujiente. Les juro que lo he vivido, solo una vez, pero de verdad. Una azafata, gastromoza la llamaría yo, nos explicaba sonriente el significado y pedigrí de cada platito multicolor en las distintas fases del carísimo menú degustación. Y son tres barbaridades en una. La primera hacer esperar al rugiente estomago a que termine la perorata cuanto la saliva te sale por la comisura. La segunda llamar degustación a la perversión de ir a un sitio a comer para salir sin. Y la tercera y ultima, que alguien pretenda interpretar aquello para lo que tus sentidos están mas que sobrados.
De esta ultima se deduce, también, la innecesidad de que todo aquello exterior a nuestra persona, necesite un traductor, un interprete a nuestro lado para aclararnos que el cielo es azul y que la rosa tiene espinas. Algo debe existir, que seamos capaces de entender sin ayuda impuesta, y a ese algo es a lo que quiero dedicar esta sección. Que, quizás debería llamarse, mejor, evidencias absolutas sobre un pretérito cercano, o bien, yo estuve allí, y lo vi., ¿Y qué?
Además, cuando necesitas realmente que alguien te explique algo, verbigracia lo que está pasando en los bolsillos y en los corazones de media humanidad -la otra media nunca los ha tenido- y miras hacia arriba esperando ver el rayo de luz , la sombra luminosa que da esplendor y belleza a la pintura flamenca, ese índice del artista que te señala hacia donde debes mirar, hacia esa imagen que va a fijar tu retina para que no olvides su nombre. Igual que el artista te está interpretando su trabajo para que pueda ser digerido, igual te esperas cuando miras hacia arriba que vas a ver, que vas a escuchar las palabras que estabas esperando, y que van a calmar las dudas sobre el futuro, sobre el trabajo, y sobre el pan de los tuyos. Y no escuchas mas que gemidos ininteligibles, nuevos ruidos de viejos golpes, y el sonido del viento huracanado alternando con el tableteo del pedrisco, pues ya hasta la lluvia dejó de ser un augur de bonanza para convertirse en un daño seguro e implacable en su presencia o en su ausencia, tanto da. No entiendes lo que escuchas, y no tienes a nadie para explicarlo, pero lo que alcanzas a ver, no hace mas que apagar el ascua a que estaba reducido tu estado de animo. Y donde deberias ver al Numa, solo ves marionetas. Allá arriba, en el pequeño escenario rectangular ves a Gorgorito con su estaca, dando golpes en la cabeza a quien la asoma por la cortina. Los muñecos de Maese Villarejo con sus estupendas aventuras, impagables en nuestra primera infancia, y que ahora aparecen fuera de tiempo y lugar, y sobre todo, no te quitan la congoja, no te sirven, no te explican, no te interpretan nada de lo que está pasando.
Por todo ello, no me queda otra cosa que abrir una ventana a la esperanza, derribando el muro si es preciso, inaugurando este nuevo centro de interpretación. Centro que queda abierto a la colaboración de todo aquel que , sintiendo la iluminación del humano conocimiento, esté dispuesto a prestar un poco de luz, de su poderoso xenon o de su humilde vientre de luciérnaga, a la noble misión de aclarar aquellas pequeñas dudas que, a veces no nos dejan dormir, la siesta.
Prometo además, seguir la honesta trayectoria que es, la de repartir con ellos los emolumentos recibidos, los que, después de retirar la parte de la Cuqui, queden en nuestra inagotable fantasía. Amen.

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