Es que, el tema de estos repentinos nuevos ricos de Kombach, lleva dándome vueltas en la cabeza desde hace unos años. Concretamente desde que he comenzado a ver en mi barrio, y no es metáfora no, la transfiguración de los rebaños de cabras (payoyas pa mas señas) en porches cayennes. bmw X5 y similares. Vehículos de superlujo, cuyo importe supera mas o menos en veinte veces la renta per capita atribuida a sus propietarios, que es la propia de una zona deprimida, como la nuestra. Y conste que, el potro alazán o la jaca torda son solo la punta del iceberg, como suele ser habitual.
Un país entero se viste de blanco....
Tanto vestido blanco, tanta parola..
Y el puchero en la lumbre, con agua sola.
(Del cancionero tradicional).
Viviendas fastuosas, cirugía plástica hasta para el caniche. Vicios olvidados desde la caída de Babilonia, nada caro nos resulta extraño. Ningún uso ni costumbre de multimillonario nos resulta ajeno, por insano o pecaminoso que resulte. Tan solo exigimos que sea caro, cuanto más, mejor.
Esta situación mas o menos prolongada, de consumo desaforado, por quienes nunca han dispuesto de unos recursos económicos que justificasen algo mas que la supervivencia, como los pobres de Kombach, o en el mejor de los casos, algo que antes se ha llamado un buen pasar, y luego, el estado del bienestar. Esta extraña situación no ha dejada de causar perplejidad en unos y envidia, natural, en otros, y no pocos avisos sobre la inviabilidad de ese sistema absurdo, absurdo desde tiempos inmemoriales, de gastar mas de lo que se gana, mas de lo que se tiene, e incluso mas de lo que se debe ( a los bancos).
Y el verbo se hizo carne, como dice la Biblia. Las profecías se cumplieron. Y los pobres de Kombach van, vamos, a pagar, a purgar nuestros excesos. O, al menos, eso parece.
Sucede que, la reflexión que hizo Volker no es en absoluto baladí. Bien es verdad que en aquella ocasión pagaron los culpables. ¿Culpables?. Y que en esta volverán a pagar los mismos, o sea nosotros. Pero el tiempo transcurrido desde que comenzó esta kermesse, y el hecho de que yo, y usted, vayamos a ir al paredón por algo que no hemos hecho, me ha obligado a cambiar un poco el mensaje de la película. Al fin y al cabo, ni usted ni yo hemos disfrutado de la posesión de esas cuadrigas forradas de oro y brillantes, no hemos rellenado el mollete del recreo de los niños con caviar iraní, y mucho menos nos hemos planteado el costosísimo, y seguro que dolorosísimo, alargamiento de pene.
¿Por qué han de pagar justos por pecadores?. ¿No será mas bien que sea el mensajero, el cajero, y quizás mas arriba, el que lo ha nombrado y mantenido en su puesto, quien tenga la responsabilidad de la situación, y quien deba pagar por ello?. No sé, no sé. A veces pienso que, como en la película de Scholondorff ( no intenten pronunciarlo, ya no tiene ni gracia) la muerte del recaudador fue un acto mucho mas justo (justicia natural), que la consiguiente carnicería sobre los pobres de....
Vamos a pagar los platos rotos. No me cabe la menor duda. Pero me temo que peor que pagar los excesos ajenos, va a ser que , no solo, ni siquiera vamos a cambiar la forma de mirar, y de actuar sobre los que ostentan el poder, cuya dejadez ha originado esta hecatombe. No intentar siquiera enviarles la carta que Tolstoi envió a su emperador, exigiendo que o bien los policías que habían hecho desmanes injustificados en su hogar, o bien quien los había enviado, o bien quien era el responsable absoluto, el querido zar Alejandro, diesen la cara, respondiesen por ello. Esto sucedió en 1870 y, me temo que ahora no quedan valientes así, igual que tampoco quedan zares. Son las lecciones de la historia, mil veces repetidas.
Pero no, insisto en que tampoco. Es mas, me temo que, un clamor colectivo, en forma de babeante rogativa, implore a los auténticamente responsables-que no son únicamente los profesionales de la pasta ajena- que sigan en su puesto, que no nos abandonen en semejante trance, que organicen los pucheros colectivos, que si es necesario empeñaremos la gargantilla de la abuela, o a la mismísima abuela si nos la piden, pero que por favor que sigan cuidando de nosotros, que después de tantos siglos de aceituna, los pies y las manos presos, después de cuarenta años de paganismo y otros treinta de lo mismo, no se nos puede dejar solos. Y no pregunto si recuerdan a quien se atribuye la ultima frase “No se os puede dejar solos”, no lo hago porque es una pregunta retórica que no necesita respuesta.
Y me parece bien. Bien está lo que bien acaba. Y si seguimos pensando que , como ciudadanos inmaduros, necesitamos guías, tutores, preceptores, asesores, o padres prefectos para salir de paseo, pues bien, que así sea. Solo que en las próximas excursiones, mas de uno va a ir con el culo al aire. Y vienen tiempos fríos.
Como dicen algunos insolidarios, que cada palo aguante su vela. Pero yo seguiré pensando, seguiré soñando con tiempos en que los ciudadanos, o en lo que nos hayamos convertido, asumamos que la responsabilidad es nuestra desde el principio, y que si no queremos aceptarla, si preferimos delegar en extraños la gestión de nuestro país, que es nuestra casa, no podremos quejarnos luego de que la sopa esté fría, esté sosa, o esté en otra boca.
P.D. Como es probable que no se entienda bien, o no se entienda en absoluto, lo que quiero decir, lo que estoy diciendo, me veo obligado a ser más conciso. Es el sistema global el que está averiado, no solo el económico, y es en la relación, en el desequilibrio de la misma entre gobernantes y gobernados, donde esta la fuente del pecado. Mientras no cambie esa relación, dando mas protagonismo, y responsabilidades, a los pobres de Kombach, no hay mas que rascar, solo rasgarnos las vestiduras.-----------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------
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