Iznogoud.(léase: No es bueno)Fue un buen maestro de aquello que no se debe hacer, a la vez que un gran discipulo de D.Nicolás.
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Hasta hace bien poco, una iniciativa como esta, hubiese supuesto para su promotor:
1.- Ser acusado de nostálgico. Pensador en sepia.
2.- Ser acusado de inmaduro. Peter Pan.
3.- Ser acusado de senil. Alzheimer.
Después del baño de irrealidad, baño de burbujas, grandes burbujas que estallan a nuestro alrededor ha cambiado un poco la visión de los inquisidores, y su acusación:
1.- Ser acusado de promover el escapismo. De invitar a una sana subversión mental, en la que los condicionantes del tiempo presente quedan sumidos en el ostracismo, que es donde deben.
2.- Ser invitado a proseguir en el empeño. Resulta conveniente la distracción del evento consuetudinario, cuando este se tiñe de gris.
3.- Ser felicitado por tan encomiable actitud, y alentado para su estimable persistencia. Al menos hasta que repunte el Ibex, baje el Euribor, y se estabilice el Brent. Luego volveremos al párrafo primero.
La tarea en sí, resulta de una extraña sencillez. Consiste, básicamente, en aplicar una de las pocas lecciones de gramática parda que recibí gratis, las demás me costaron no solo un precio excesivo en relación con su valor real, sino que, además, una vez pagada la peor de las tarifas, la de la experiencia , me dejan la sensación de que no me van a servir para nada. El futuro no te ofrece jamás la oportunidad perdida, y en todo caso, en el mejor de los casos, te ofrece otra, nueva y diferente. Y ya no es lo mismo. Ya no son los años sesenta.
1.- Ser acusado de nostálgico. Pensador en sepia.
2.- Ser acusado de inmaduro. Peter Pan.
3.- Ser acusado de senil. Alzheimer.
Después del baño de irrealidad, baño de burbujas, grandes burbujas que estallan a nuestro alrededor ha cambiado un poco la visión de los inquisidores, y su acusación:
1.- Ser acusado de promover el escapismo. De invitar a una sana subversión mental, en la que los condicionantes del tiempo presente quedan sumidos en el ostracismo, que es donde deben.
2.- Ser invitado a proseguir en el empeño. Resulta conveniente la distracción del evento consuetudinario, cuando este se tiñe de gris.
3.- Ser felicitado por tan encomiable actitud, y alentado para su estimable persistencia. Al menos hasta que repunte el Ibex, baje el Euribor, y se estabilice el Brent. Luego volveremos al párrafo primero.
La tarea en sí, resulta de una extraña sencillez. Consiste, básicamente, en aplicar una de las pocas lecciones de gramática parda que recibí gratis, las demás me costaron no solo un precio excesivo en relación con su valor real, sino que, además, una vez pagada la peor de las tarifas, la de la experiencia , me dejan la sensación de que no me van a servir para nada. El futuro no te ofrece jamás la oportunidad perdida, y en todo caso, en el mejor de los casos, te ofrece otra, nueva y diferente. Y ya no es lo mismo. Ya no son los años sesenta.
- Atiende Emilio: Cuando te hagan encargos, cuando te manden a comprar algo, pones los papeles encima de la mesa. Sobre cada papel pones las monedas que te hayan entregado para llevarlo a cabo, y luego, y esto es lo mas importante, soplas con todas tus fuerzas, soplas tanto y tantas veces, hasta que queden solo aquellos, a los que el peso del dinero, impida volar. Esos serán los únicos que tienes que realizar. El resto pertenecen por igual a la codicia de los que te pidieron el favor, y a tu propia ruina si los llevas adelante.
Me pareció un consejo tan ingenioso como inútil. Al fin y al cabo, rara vez he servido para hacer un mandado, y cuando asi ha sido, ha resultado ser de escaso valor para el beneficiado como escaso el perjuicio para mi bolsillo. Y es que me faltaba, me sigue faltando lo más importante, la malicia. La maldad suficiente como para no entender el mensaje en su plenitud.”No hagas nunca un favor, salvo que este sea por interés, salvo que te reporte un beneficio”
Y este enlaza con otro capitulo del mismo libro, también recibido oralmente de un amigo:
-Amigo Emilio, si te embarcas en un negocio con la idea de no tener beneficio, ya estás teniendo perdidas, desde el momento en que te has puesto a ello.
Y no estoy hablando en primera persona, aunque pueda parecerlo. Los consejeros de papel cuché - suplemento semanal del diario nacional de mayor tirada- recetan lecturas mucho mas instructivas y moralizantes, para superar tiempos difíciles, que los consejos de mis mentores. Figúrense que, recomiendan como libro de cabecera, en primer lugar, el que han tenido nuestros políticos desde el siglo XVI, nada menos que El Príncipe, del autor mas vendido de todos los tiempos, aunque no figure en las listas, Maquiavelo. Libro de ética aplicada, donde el autor no hizo otra cosa que recoger los hechos y las palabras de nuestro primer monarca, D. Fernando, quien seguramente no hizo otra cosa que seguir los consejos que le dictaban sus buenos amigos. Los mismos consejos que a mi me dieron sus descendientes, unos quinientos años después, siglo mas o siglo menos. Nada nuevo. Solo la incoherencia otra vez. Con el trabajo que nos esta costando sacar adelante la educación para la ciudadanía, y ahora me vienen otra vez dando la vuelta a los conceptos básicos de la moral, con la ética perversa de que lo malo es bueno, de que donde esté el puñal, la cicuta y la difamación, que se quiten las reglas de urbanidad, las leyes, y la bondad. Al fin y al cabo esos son vicios de tontos y de pobres. ¿En que quedamos?
Quedamos en los años sesenta, no crean que el punto tercero del párrafo primero, ya me ha alcanzado. Y en el primer ejercicio a que voy a someter a mis lectores, ejercicio imprescindible para poder navegar con seguridad, y con sensaciones placenteras que es lo que nos interesa, en esa época procelosa.
Ejercicio nº1.-
-Atiendan. Queridos amigos.
Corten un trozo de papel blanco por cada uno de los años que tengan cumplidos. No hace falta que los numeren, ni que escriban en estos, signos cabalísticos o pinceladas de sabiduría oriental. Nada. En blanco. Colóquenlos encima de la mesa -es la de antes- y soplen con fuerza, con todas sus fuerzas, permitiéndose solo un truco que les voy a explicar, una pequeña trampa, absolutamente necesaria. A la vez que soplan, deben mirar de reojo, sin que la otra mano lo sepa, hasta que vean que los papeles que quedan sobre la mesa – los años perdidos se los ha llevado el viento- son mas o menos convenientes. Entonces, paran el soplido -los fumadores habrán parado antes de tiempo, una lastima- y cuentan los papelillos que restan sobre la mesa. Ese es el numero correcto de los años con los que van a iniciar cada uno de ustedes esta aventura. A mi me han salido diecisiete.
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No acabo de tener claro de que va elñ blog:s ahora bien el post me lo he leido entero y me ah resultado entretenido :?
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