domingo, 29 de marzo de 2009

UN MAL DIA LO TIENE CUALQUIERA.-


------------------------------------------------------------------EMILIO Y LOS CARACOLES. I.--------------------------------------------------------------------------------------Se levanta uno con la sensibilidad exacerbada, esperándolo en el bolsillo de la camisa, y de manera imperceptible se enfrenta a la mañana con la vulnerabilidad de una acuarela bajo la lluvia.
Por eso cuando leí la noticia de que Google iba a prescindir de tres mil empleados, ya sabia yo que lo cosa iba conmigo. ¿Quién trabaja en Google más horas al dia y con menor productividad para la empresa en particular y para el mundo en general? Pues eso.
Luego llega la hora del primer contacto con las noticias en la pantalla del ordenador, las primicias sobre la economía, paginas religiosas por supuesto, y después de un rato de leer esos renglones monótonos, sin apenas puntos ni comas, renglones que tan familiares me resultan, con esos planteamientos tan fundamentados sobre los errores que hemos cometido y sobre el castigo apocalíptico que nos espera, tan similares a los de este blog mismamente, que se imagina uno encontrase en la letanía posterior a los misterios dolorosos.
De pronto encuentra un diagrama interesante en medio del bosque de líneas negras horizontales, y le dedica unos minutos intentando descifrar si el profeta en cuestión lo ha copiado de algún manual de economía para párvulos, del departamento de propaganda de algún país donde la transparencia informativa queda un tanto desnaturalizada por los buenos deseos de sus gobernantes, o si bien directamente es un grafico resumen de la batalla del Marne, en la que el eje de abscisas mide el numero de los que van y el de ordenadas el de los que no vuelven. Todo es posible, y la línea sube y sube hacia el infinito y más allá.
Menos mal que peor fue lo de Cuba. Y es que, el camino hacia atrás que llevamos en las analogías cronológicas, cada vez nos acercan más a esas fechas. Mi temor es que este límite resulte rebasado en poco tiempo y que el paradigma popular para nuestros abuelos, aunque no vivido por ellos, el de que mas se perdió…, comience a tener un sentido mas cercano y doloroso que el de la mera metáfora.
Aunque, como bien saben los que bien me conocen, mi límite temporal esta puesto en Viriato, el pastor lusitano, quien resume con su abollonado casco tallado en el respaldo de esas sillas y sillones estilo remordimiento imperial, el desasosiego de los riñones y las costillas de un pais entero al que no le importa seguir mirando dolorosamente hacia atrás en la búsqueda del paraíso perdido que, quizas nunca existió.
El que no se ha perdido soy yo, no vayan a pensar mal. Estaba leyendo las noticias económicas, la hoja parroquial, y de pronto , abajo, el titular, en tipos grandes en negrita: “La próxima burbuja en estallar será Internet”. Después de dedicarle al asunto mas tiempo que al Sudoku “difícil” de hoy, del que solo tengo tres numeros en el boligrafo, y no son numeros ciertamente definitivos, después de un buen rato de forzar la neurona única, no he llegado a comprender las razones aducidas por el economista, ni el tipo de explosión que ello pueda suponer. Quizás algo parecido a aquella de las punto com, de las tecnológicas y otras similares que en los noventa lo único que hicieron fue convencerme de que, después de malvenderlas, el mejor sitio para refugiar mis magros ahorros, fuera el de la inversión filatélica. Ahora supongo que será más de lo mismo, y aunque siga sin entender los motivos, tengo claro que lo del estallido de la burbuja viene por mí.
Como dice la canción (incluida en el recopilatorio 2009, del que pueden disponer buscando el 6 de Diciembre del 2008):

Me lo dice a mí
Proprio a me
¡La mia donna…!
¿Perché, proprio a me?.

Y luego llega la tarde, el reposo bajo el ronco y adormecedor cántico de la lluvia de primavera en el tejado. El paseo por la hierba mojada al atardecer, respirando ese aire tan limpio que te hace olvidar que en el mundo hay religiones que llenan de humo los pulmones, y de alquitrán, y de cosas peores, y de pronto….Ellos. Los caracoles.
Estaban allí- ya no estan- centenares, aunque debería decir docenas, de ellos. Enormes, redondos, llenos de lustre y vitalidad, ajenos a toda crisis, y dispuestos para el sacrificio ritual al que la mala bestia que llevo dentro, el depredador asesino y cobarde que disfruta arrancando a estos animalillos de su idílico entorno y arrojándolos en el cubo de zinc que la cerveza Budweiser se dignó regalarme con otro objetivo bastante diferente. En fin que, después de la reflexión propia de la enesima estación del vía crucis de hoy, me encuentro con el justo castigo a mi mala acción. ¿Qué coño hago yo ahora con los caracoles? O dicho de otro modo mas elegante:
¿Cómo se purgan, se limpian, se cuecen, se guisan y se comen los caracoles?.

Y aquí vuelvo al principio, a la Red, al Google, y a buscar información, a menudo contradictoria, habitualmente malintencionada - sobre el modo de hervirlos mal, o como tener por profesora de cocina a Cruela de Vil – y ocasionalmente acertada, -igualito que las notas económicas que leí en la mañana-, para, al fin y al cabo, quedarme con los tres o cuatro pasos razonables que hay que dar en el sentido correcto y que, curiosamente coinciden con el Manual de Cocina, o Recetario de La Sección Femenina - de autor apócrifo- Rien ne va plus.

Al parecer todo comienza con la premisa de que el hombre sea malacófago o helicófago, en caso contrario se establece un hecho diferencial digno de respeto y protección y pasamos a hablar de otra cosa.
El malacófago-un servidor-no tiene por que ser un experto en helicicultura para saber que, tras las primeras lluvias de primavera y otoño, allí donde haya hierba habrá multitudes de Helix Aspersas dispuestos a acompañarnos hasta el saco. Como entre sus hábitos figura su aversión a la luz intensa de la hora del ángelus, son heliófugos, conviene recogerlos cuando están activos y visibles, es decir en vísperas y en maitines (laúdes en tiempo de cuaresma). De ahí que la media docena que pude reunir en la hora tonta del mediodía, do mas calor había, fuesen insuficientes y tuviese que pedir ayuda al libro este de la sabiduría, una vez que la tradición oral quedó sepultada junto al extinto modo de vida sedentaria de nuestros antepasados. No hizo falta, aunque ganas no me faltaron, de estrenar la linterna de LEDS (el medio ambiente lo exige) y emular la caza nocturna de los personajes de D.Mendo:

..y en medio de la penumbra
cuando al cabo se columbra
que está cerca el verderol,
se alumbra, se le deslumbra
con la lumbre del farol,
queda el ave temblorosa,
cautelosa, recelosa,
y entonces, sin embarazo,
se le atiza un estacazo,
se le mata, y a otra cosa.

Lo cierto es que, tras el chaparroncito vespertino, el cubo se llenaba con tanta facilidad que, tuve que volver a escuchar la voz de la razón, diciéndome aquello de que si no te los vas a comer…déjalos correr. Y aunque lo de correr no pasaba de ser una broma pesada para aquellas pobres víctimas del aprendiz de goloso (goloso viene de gula), dejé a medias el receptáculo a sabiendas de lo que suele ocurrir, también, con mis experiencias culinarias, a las que suele faltar, o sobrar, algún matiz, algún pequeño detalle en el proceso que, si bien no llega a convertir en incomestible el resultado, ciertamente lo hace indeseable. Por ello, y porque el peso del cubo se hacía incomodo, inicie el regreso hacia el lugar donde tendría efecto la segunda fase.

Del purgado mediante ayuno, harina o salvado.-

Aquí es donde los expertos comienzan a producir en el estudioso los primeros síntomas de nerviosismo. Y ya digo que el día llegaba cargadito de premoniciones orientadas hacia el desasosiego.
Aconsejan unos, mantenerlos en ayunas entre uno y veinte días, los mas valientes llegan a asegurar que la elección de una cifra dentro de tan estrecho margen, de cualquiera de ellas, produce idéntico resultado satisfactorio. Ayunas, encerrados en una cesta de mimbre o saco de malla, donde tengan luz escasa pero suficiente, -aquí no se atreven a cuantificar-, y abundante aire para que puedan respirar.
Alguno de ellos aconseja sumergirlos inmediatamente en agua, donde al parecer salen por completo de su concha, y se ahogan lentamente, permaneciendo en esa posición que tan cómoda resultará luego para el comensal. Pero la mayoría opta por la espera y la consiguiente limpieza de su tramo digestivo ayudada por la ingesta de harina ¿? o salvado ¿? ¿?, cosa que a los celiacos no les hace ninguna gracia, mas verduritas frescas, lechuga ,tomates, -asunto que algunos consideran una guarrada porque se pudre este alimento al poco tiempo y acaban comiendo una mierda peor que la que sueltan-, y una ramita de romero.
Y esto resulta ecuménico. Casi todos coinciden en la imprescindible ramita de romero, cuya ingestión va a provocar, según ellos, un excelente aliño interno que hará estallar el aroma en el plato, y en el momento sublime en el que el caracol pase de ser babosa con cáscara, a bocado. Desconozco cual es el proceso digestivo que, en lugar de, anular y convertir en excremento las verdes hojitas, conserva y aumenta las características aromáticas y saporiferas de nuestra planta mitológica por excelencia, el romero que, tanto sirve para ofertarnos buena suerte, como para dar, o quitar, olor al arroz o a la perdiz, y que todo el mundo tiene en su casa en una macetita, lista para que le arranquen un par de ramas en ocasiones como esta.
Uno no quiere pecar de osado pero tampoco de excesivamente prudente, y la ansiedad presiona su mente, se acerca al punto ese en el que cualquier cosa que haga o deje de hacer se convierte, se convertirá en un factor de riesgo que, en las manos de un buen cardiólogo, justificará la arritmia o el colapso de sus pobres arterias, en un día como este, triste y aciago. Al menos para los caracoles.
Por ello elijo el camino de en medio, los encierro en el mismo cubo en que los cogí, después de un lavado discreto, y los acompaño con medio paquete de harina, que hace unos grumos muy poco gastroesperanzadores, y la susodicha ramita, por aquello de que por eso no quede. Los cubro dejando una ligera hendidura superior, con la madera residual de una caja de Vega Sicilia –aquí introduzco el primer elemento fortuito y diferenciador, ambos, que puede que influya para bien o para mal, o para nada en absoluto, ya veremos, en el estreno- y voy a esperar un par de días, un poco por seguir los consejos de los mas prudentes y otro poco porque, afortunadamente, no tengo tiempo libre hasta entonces ,para seguir con el tema este de la cocina de temporada.
Continuará….
en un par de días.


P.D.- Sobre los significados masónicos de la espiral “Las especulaciones aritmológicas del Número de Oro, cifra de la figura logarítmica espiral, vienen naturalmente a completar la meditación matemática de la semántica" o sobre el poder erótico-afrodisíaco de la baba del caracol, existen tantos estudios y tan serios que, ni la ciencia, ni un servidor, podemos hacer otra cosa que persignarnos.
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