miércoles, 2 de diciembre de 2009
MANUAL DE USO CULTURAL
-------------------------------------------------------------------------------------------------Es el nombre de un fanzine malagueño que acaba de venir al mundo en noviembre.
He tenido el honor de participar en el parto en forma de corión placentario, pendiente de transplante. No doy para mas. Editado por Think Again,que significa eso, han tenido a bien publicarme el articulo sobre Martin, acentuesé en la a.
Martin Scorsese
UN HOMBRE A UNA NARIZ PEGADO.-
«Érase un hombre a una nariz pegado. Érase una nariz superlativa…» (Quevedo).
«Un hombre sin nariz es como una mujer sin culo…» (Mi abuela).
Scorsese, además de tener adherido a su carrera a Robert DeNiro, y su excelente nariz, siempre ha dispuesto de dos o tres verrugas en su cara, de la talla de Harvey Keitel o Joe Pesci, además de una excelente costurera o sastre a la hora de eso que llaman montaje, donde el corte, el fruncido y el pespunte son los que dan forma final al traje, ya que no solo el apéndice nasal es suficiente, aunque si necesario para ser el más guapo del baile (Sylvie Vartan).
La dama en cuestión, Thelma Schoonmaker, no es otra que la viuda y montadora del cine de Michael Powell. Y con estos mimbres debería ser fácil hacer un cesto, o hacer un ciento. ¿Verdad señoriíto? (Esto hay que leerlo imitando la voz de Gracita Morales).
Pero además hay que tener suerte. La de pertenecer a una pandilla de ítalos, la de Coppola, De Palma, Lucas y Spielberg (adoptivo) que se encontraron una tarde sentados ante los restos, las brasas del fuego que había alimentado la industria del cine durante la edad de oro del cine universal, los años 40 y 50 de Hollywood, y decidieron hacer una barbacoa aprovechando el calorcito. El rescoldo y el aroma de la madera vieja hicieron el resto, un asado suculento y la aparición en el firmamento de cuatro perseidas que no han dejado de centellear hasta ahora.
Scorsese lleva más de 30 años viviendo de este oficio de cineasta y ejerciéndolo con bastante dignidad. ‘Taxi driver’ (76) y ‘Raging bull’ (80) figuran como clásicos, y otras cuatro, ‘Alicia ya no vive aquí’ (74), ‘El rey de la comedia’ (83), ‘Jo, ¡qué noche!’ (85), y ‘Goodfellas’ (90), figurarán con el tiempo. Entre ellas hay épocas oscuras, las estrellas titilan, fracasos comerciales que castigan el caché y sobre todo cine de encargo, desde ‘remakes’ de obras maestras como ‘El cabo del miedo’ o ‘El buscavidas’, tarea estéril, hasta videoclips ad honorem de M. Jackson, ‘Bad’, o la puesta en escena de ‘bestsellers’ varios, dirigidos al exquisito publico de las salas con palomitas del planeta Mongo.
Tengo predilección por una película que he visto tres veces, la tengo en versión completa y restaurada y la he regalado en ocasiones, que es ‘El último vals’ (78), sobre los últimos conciertos de The Band y donde brilla una de sus facetas, imprescindible para el cinéfilo que además sea melómano. En la misma línea están ‘The Blues’ (03) y ‘No direction home’ (05), sobre Dylan. Un trabajo estimable para la memoria musical de una generación, que había comenzado en el 70 con Woodstock, a la que él mismo hizo la edición.
Quizás esa generación, la del mayo del 68 y la del ‘hippie’ heredero de las víctimas de Vietnam, marcada por una explosión de libertad, urbi et orbe, fruto de una posguerra, de una convalecencia provechosa para la sociedad, haya dado al cine una docena de popes entre los que figure Scorsese.
Pero no es el séptimo arte, agonizantes las salas, y vestidos sus personajes con pantalones de campana, cuellos sobredimensionados en las camisas, gafas psicodélicas y laca en el pelo, mucha laca, el que dejará impronta en los anales artísticos de la época. Más bien es la música pop, su eclosión simultánea a ambos lados del Atlántico y su prodigiosa asimilación de las corrientes primigenias, el rock, el blues y el jazz, la que puede arrogarse con justicia la etiqueta de ‘década de oro’, la que marcará el punto de inflexión en la cultura de masas de los años 60, 70, 80...
Y ahí estaba Martin, viviendo su tiempo y sufriendo sus estigmas, el viaje por el lado salvaje de la dependencia, la caída y redención, y siempre con su trabajo de cineasta, dejando constancia de su tiempo, de la experiencia del testigo que estuvo allí y nos presta el legado de su memoria.
Uno de sus penúltimos intentos de seguir en el espectáculo, ‘Gangs of New York’ (02), se salvó por la nariz de Daniel Day Lewis.
El próximo, ‘Shutter island’, promete una historia presuntamente abominable en la que un asesino en serie se escapa en una isla perdida, y el prota, Di Caprio (otro ítalo), intentará eliminar haciéndose todo el daño que pueda. Y es que lo previsible, incluso el rostro de los actores, es lo que suele acabar con la afición. Menos mal que el coprotagonista, el villano espero, es Ben Kingsley, y éste tiene una napia de primera. Sí señor. -------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------|
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Extraordinario artículo, si señor. ¿A quién se le ocurriría que las narices italoamericanas fuesen un hilo conductor?
ResponderEliminarMe ha encantado, sinceramente.
Extraordinario artículo, sí señor. ¿A quién se ha bría ocurrido que las narices italoamericanas fuesen el hilo conductor de una carrera?
ResponderEliminarMe ha encantado.