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"No es posible vivir sin Roberto Rossellini"(Exclama un personaje de "Prima de la revoluzione" de Bertolucci).
Escena de “PAISÁ” Roberto Rossellini.1946:
Los partisanos, dirigidos por oficiales ingleses – mal dirigidos al parecer – son detenidos por los alemanes, e inmediatamente después arrojados al río, atados de pies y manos, mientras los ingleses, que son considerados prisioneros de guerra, protestan animadamente con los vencedores sobre tamaña crueldad, aceptando los hechos consumados y las reglas del juego. Y es que, en estas, unos son peones y otros alfiles. Nada que ver.
Por otra parte, sin necesidad de palabras, el espectador comprende que de esa forma se ahorran balas, tiempo y, lo que es más importante, se envía un mensaje de valor incalculable a los ribereños que, río abajo ven flotar los cadáveres.
Es solo uno de los seis episodios de la película, de la que nosotros solo pudimos ver cinco por razones de la sinrazón, y es obra que inició una nueva corriente en 1941, el neorrealismo, tan alejado de nuestros usos y costumbres de ahora.
El camarada Togliatti, entonces ministro de la cosa, llegó a declarar oficialmente “persona non grata” a Rossellini, al considerar que ese tipo de cine solo perseguía el desprestigio internacional de la heroica nación italiana y que –sic- “los trapos sucios se lavan en casa”.
Lo primero, y lo mas intrascendente que se me ocurre al volver a verla, es que el cine, alguna vez, fue algo mas que una manera económica de perder el tiempo, de distracción de barraca para gente inculta, como vaticinó cierto aristócrata a los hermanos Lumiere, y como cien años después, el tiempo tiende a dar la razón a quien no la merece. Solo que la razón no razona quién la merece sino quien la detenta.
Lo segundo, me fue sugerido desde que sentí como sujetaban el cordel a mis muñecas, - soy el segundo por la izquierda de los que están al borde del agua, aunque seguro que ni os habéis fijado, centro izquierda del cartel, sin connotaciones políticas, escena de grupo- y nos arrojaban a las frías aguas del Po.
Comprendo que para establecer cualquier tipo de parábola, y el buen cine suele hacerlo, para armar una metáfora sencilla no hay mas que acudir a una escena como esta.
Atados de pies y manos, indefensos otra vez, ante el desastre que se nos viene encima, solo nos preocupamos por los que nos llevaron hasta allí, por los que nos empujaron, o por los que después tendrán que cargar con la responsabilidad de dar explicaciones, o de ocultarlas. Por los mismos que consideraran otra vez que “los trapos sucios en casa”, etc.
Aunque pretendamos no sentir en la propia carne que las victimas somos nosotros, sois vosotros, y que no importa quien escriba luego la historia.
En aquella ocasión mi heroicidad suprema fue, no explicar al soldado alemán que me maneaba, que no sabia nadar, que su esfuerzo era inútil. Quizás esa sensación de servir a la patria ocasionando tan nimio desgaste al enemigo, fue la brizna de consuelo que necesitaba rumiar para dirigirme hacia ninguna parte.
Ahora , ante una nueva oportunidad, ante la reedición de la ignominia fuera de la pantalla, me gustaría tomar una actitud mas activa en el final de la historia, y si no consigo desplazar del protagonismo a los beneficiarios del antes y del después de nuestro drama – que lo es-, por lo menos saber, o por lo menos imaginarme que no estoy solo, que hoy como entonces , los partisanos somos algo mas que esos personajes de leyenda a los que se persigue, se arroja a las tinieblas y luego se les acusa de insolidarios, de políticamente incorrectos , y de cosas peores.
La historia es real, como la vida misma. Las dos, esta y aquella. Y realmente estoy harto de que me toque siempre el mismo papel. El del amigo del bueno, enamorado de la chica y que siempre es el primero en caer en la refriega, dejando el terreno libre para que el guaperas y la chica… O el papel de indio, o del gangster que muere tantas veces como escenas de tiros haya en la cinta.
Creo que va siendo la hora de que la película de la vida, como en el cine de Rossellini, refleje la realidad en la que el protagonismo no debemos dejarlo en manos de los de siempre, los que te convencen del camino que han decidido como mejor para ti, y luego te dan un empujoncito, y se apartan, mientras se reparten tus despojos, tras la caída.
A pesar de que cada día que transcurre para los despojos, estos se aproximan irremediablemente a los miseros de la postguerra italiana. Ver: Roma ciudad abierta. Paisá. Germania año cero. Europa 51..
Para los que no gustéis de la ficción literaria, de las licencias poéticas o de las comparaciones odiosas, existe algo llamado historia. Repasad las aventuras de Togliatti en la Guerra Civil (no italiana, ciertamente), o haced recuento de victimas y beneficiarios de cada catástrofe histórica, intentando incluiros, honestamente, en uno de ambos grupos.
Y luego pensad, seguid pensando que el cine es para soñar, y que los sueños, sueños son.
Manear: Atar por las patas delanteras a las bestias para evitar que se alejen de sus dueños. (De tradición oral. No consta en diccionario alguno).
Alemanes e ingleses en la metáfora: Esos, si. En los que estais pensando. Son ellos.
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