Así, pudimos pasar del Egipto de la inolvidable Ankesenamón, hija de Nefertiti y momia intocable en “La Momia”, a Charlton Heston, y su Moisés precursor de los lideres que no cesan de imitarlo desde hace mas de tres mil años. Seguimos con el Sinuhe de Mika Waltari, - tampoco estaba mal la Nefernefernefer-, para continuar con Tierra de Faraones, Howard Hawks con guion de William Faulkner - pesos pesados-, y Joan Collins en el papel de ídem, y terminar con el Faraón de Kawalerowicz, cine polaco. Que es, en cierto modo, la representación del cine periférico, anti Hollywood, y que nos aportaba la otra cara de la versión incompleta de los hechos que nos estaban contando.
Rivalizando en medios con las superproducciones americanas, aunque su suntuoso envoltorio sea sin duda prescindible ante la profundidad de su planteamiento. Nos ofrecía una lectura inédita y necesaria sobre los orígenes de esta cumbiamba en la que estamos inmersos, y a la que llamamos civilización. (Que me perdonen los cumbieros). Y es, cuando la relación entre el poder religioso y el establecido por los emperadores, generalmente después de exterminar generosamente a un tercio de la población, inicia una andadura fructífera, para ellos, que todavía sigue en vigor en la mitad del planeta.
Claro que, tuvimos que ir al cine un montón de veces, durante media vida, para ver otra vez las películas amputadas por la censura – ¡Oh! Nefernefernefer (Gene Tierney, ella). ¡Oh! Ankesenamon (Zita Johann), ¡Oh! Nellifer (Joan Collins), ¡Oh! Kamá (Bárbara Bryl)- o simplemente verlas mal y tarde, para descubrir los “milagros” desvelados en la cinta polaca, muchos, demasiados años después de su realización.
Y esto es reduciendo a mera anécdota los conocimientos que hemos recibido sobre Egipto, cuna de nuestra cultura, si aceptamos las tesis actuales sobre la inexistencia de la Grecia clásica fuera de nuestra fantasía de mitómanos adolescentes, inducida por ciertos poetas británicos. (Azua et cols.). Pero ya es algo.
Lo justo, lo necesario e imprescindible, para llenar el hueco dejado por el lapsus educativo. Los muñecos de Ray Harryhausen explicándonos la mitología griega. Todo el cine imperial de postguerra, alejándonos imperativamente –obvio- de nuestra propia nación; y todo el infinito cine de propaganda de los años en que el mundo estuvo dividido en dos bloques antagónicos, que nos inculcaron, a su manera, la necesidad de desconfiar de la propaganda, venga de donde venga.
Aprendimos pues, otras cosas interesantes para la vida que, aunque no nos sirvan de mucho en los momentos presentes, nos reconcilian con los pecados de nuestros antepasados –Adán, naturalmente- y nos permiten comprender algo sobre los misterios del organismo. (Esa, en España se llamó Helga, y también estuvo prohibida).
--------------------------------
Las chicas arriba, o abajo mencionadas (vayan ustedes a saber como quedan en el blog), que a la vez fueron excelentes profesoras de Historia universal. En este primer episodio.
P.D.- La imagen inicial corresponde a nuestro tío Ramsés II.
Privado de su modesta caja de pino –profanado, y no solo como divinidad, tambien como ser humano, que lo fue- y fotografiado como un delincuente para incremento del acervo cultural de nuestro tiempo. O quizás para mero regocijo de aquellos ignaros que no aprendieron nada, pero que nada, de las lecciones cinematográficas.
Espero que Boris Karloff, se libere también de sus vendas, e invoque otra vez a Ankesenamon para hacer algo de justicia.
--------------------------------------------------------------------------------------------------------
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Opinar es una manera de ejercer la libertad.