A ellos les costó cuarenta años y centenares de miles de vidas, conseguir eso tan baladí que ahora llamamos democracia. Esa que aquí nunca hemos querido, al menos lograr de manera tan difícil, y tan costosa.
Con lo fácil que resulta ir a la cama monárquicos y despertarse republicanos. El eterno milagro español. O dos eones después, esperar a que el emperador autóctono, nos deje en testamentaria, un legajo atado y bien atado, en el que de pronto, y gracias a la transición, -que no solo significa lo que aparenta- volvimos a ser la envidia del orbe con un nuevo milagro. ( la magia siempre ha estado mal vista).Claro que transición viene de tránsito, y nadie puede negar que de esto hubo, entre la vida y la muerte. Pero hacerlo extensivo a todo un país y a una nueva forma de entender la convivencia, es asomarse al abismo que hay entre la fantasía y la realidad; entre los espectadores y las imágenes que reverberan en la pantalla.
En ello estamos, entre la duda de los escépticos optimistas, como el que infraescribe lo anterior, que creemos que el tiempo, cuando dura los suficiente y necesario, por largo que lo fíen, puede conseguir idénticos logros que los cambios traumáticos y revolucionarios. Y la seguridad fingida, o inconsciente, de los que calman la irritación de sus articulaciones gotosas, en bañeras con hidromasaje, en exclusivos balnearios, rodeados de jóvenes inofensivas y generosas, y costeados por los sans culottes de la patria, que de momento no se plantean nada discrepante con los spots televisivos.Unos buenos guionistas siempre han sido la base de cualquier negocio de masas. Y este, el cinematográfico, por supuesto, lo es.
Hoy encontré el argumento durante el desayuno con churros, que aquí llamamos rueda - el tamaño que mi estomago puede negociar - siendo la ración, el equivalente a dos ruedas que, suele ser lo habitual en la parroquia.Son churros tejeringos que, sin explicar con precisión su esencia, vienen a ser algo así como la mezcla improbable entre el churro y la porra madrileños; y que, aparte de que son lo que hay, que diría un castizo, es que en sitios donde disponen de un aceite excelente y un harina de primera, que es el caso, además de unas manos dispuestas, logran hacer de la “masa frita” – su equivalente portugués - una excelente forma de comenzar el día.
Durante los cinco minutos que viene a durar mi festín, escucho la respuesta negativa que recibe mi compañero de barra por parte de la dueña:- No, no hemos encontrado todavía la cocinera que buscamos, y van tres meses-. Solo aparecen “moritas” y ecuatorianas, pero como ya tenemos una rumana, buscamos alguna de por aquí.
¿Qué si las hay en el paro? - Por docenas- Según refiere. Pero no se acercan. Dice que algunas dan un rodeo para no aproximarse peligrosamente al bar y exponerse a dar explicaciones. Difíciles explicaciones en un lugar donde el desempleo supera “oficialmente” el 40% de la población. (El 60% si consideramos el género).Luego comprenderéis que, ante mi incapacidad para desentrañar un misterio tan simple, como el del empleador frustrado, tenga que limitar el pensamiento a niveles mas livianos como es el de contemplar cine histórico, con mucha pólvora, que exige poca meditación, y que aun así, derrape en ocasiones por los cerros de Mágina – mejor os pego abajo lo que escribe al respecto Muñoz Molina- o tenga que refugiarme en CCR y sus blues de garaje setentero. Cualquier cosa que sirva para aliviar, para enmascarar al menos las visiones que encuentro en la Cueva de Montesinos, antro al que Don Quijote desciende entre cuervos y grajos para contemplar maravillas y terroríficos encantamientos sobre cuya realidad o falacia no se atreve a concretar.
–Habría mucho que hablar sobre ese asunto- afirma el hidalgo cuando le preguntan al respecto.
Cueva en la que debo entrar, necesariamente, todos los días, por el simple hecho de escuchar el despertador y mantener una postura erguida. Quizás ahí radique la causa de nuestras turbaciones, en la postura, en la actitud ante la vida, y en que, como el loco de Criptana, no podamos hacer otra cosa que, una vez erguidos, caminar en el único sentido posible.Aseguraban a cada uno de sus súbditos: "Por el solo hecho de haber nacido aquí te lo mereces todo; has tenido la suerte de pertenecer por nacimiento al pueblo elegido; y si algo te falta no es culpa tuya, ni nuestra, sino de esos de fuera, los que nos invadieron y ahora nos sojuzgan". (Muñoz Molina).
P.D.-
Los protagonistas de la Guerra y Paz que pudimos ver, sonrien por motivos ajenos al evento. El cartón piedra y la imposible síntesis en dos horas de la novela interminable, me han invitado a descargar la versión completa, 4 DVD iíntegros, sin comprimir ni nada, de la soviética Voyna i Mir. También lo hago como homenaje a la ineptitud de los que quieren poner puertas a la cultura universal.
Napoleón Tolstoi, Bondarchuk, Mosfilm... ¿A quién pertenecen los derechos de autor?.
Sin duda alguna al Corte Inglés. a FNAC, a la SGAE... De locos.
Ni en la cueva de los encantamientos cervantinos pudieron verse semejantes despropositos.
La imagen inicial es fruto de otro descubrimiento. La época de gloria del cartelismo cinematográfico, en la que Ballester, su autor, ennobleció algo tan vulgar a priori como la locandina del cine italiano. Tengo más.
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