sábado, 21 de enero de 2012

GRANDES - Y NO TAN GRANDES - MOMENTOS DE LA HISTORIA. IV


Tan lejos y tan cerca.

Releo la presentación pública del tocho editorial, oficiada por los tres representantes de nuestro superguay estado moderno, es decir los príncipes auto designados, de los jacobinos y girondinos de la cosa, además del tercero y más noble en cuestión, el corte inglés, patrocinador.

Y aprendo, 27 de noviembre del 2011, como hacen mofa y befa, de los “siniestros movimientos callejeros” de los “atajos revolucionarios”, de “la masa sometida a los dictados de los lideres manipuladores” y de que “bajo el eufemismo de democracia directa se suele esconder el golpe de estado”.
Se refieren, todos ellos, más directamente que otra cosa, y mucho mas que al libro en cuestión, a los movimientos de protesta popular que germinaron hace poco en base al terrible problema social en que continuamos sumergidos, y cuyo origen está absolutamente definido por la ineptitud de todos ellos, los oficiantes, y sus colegas. Y lo hacen mediante el acto de autobombo, risas y canapés, con el que piensan arreglar, o al menos encalar, el entuerto.

“Labor hercúlea para el nuevo cesar, dice el presunto autor”. “Donde estén las urnas – las suyas, entiendo- que se quiten las masas parisinas” responde el presidente del congreso, olvidando que sin las masas parisinas las urnas seguirían cumpliendo exclusivamente su función funeraria primigenia, y nada más. Como Sinuhe nos mostraba anteayer.

!Anatema pues a las revueltas callejeras! ! A la pobreza en las calles!. Que tanto afean nuestras ciudades. ¡Que horror! Y ¡Que error! Supongo que sería el corolario al acto que condena al ostracismo los últimos doscientos y pico años de la historia universal.
Por si las moscas y porque Luis XVI -el primo de-, nunca vivió mejor de como lo hacen ellos, y no es cosa de despreciar el micuit en tempura, y el papillote de caviar, por cuatro indignados de tres al cuarto. “Masa, hasta cierto punto” ironizó el agudísimo presidente.

Entre los libros de ciertas estanterias “ficción y no ficción” y las películas… no hay color.
Permitidme que prefiera la hoguera, la hoguera, como dice Javier Krahe. ¿O es Brassens?

Regreso a la eterna pantalla de los sueños perdidos, y vuelvo a intentar comprender algo más sobre el origen de cada capitulo. Por más que haya de buscar entre toneladas de escoria, de basura no degradada, y de las voces que atruenan desde los altavoces oficiales. A veces, miracolo, aparecen restos de película en formatos obsoletos y con unas imágenes tan degradadas que nos permiten imaginar, mas bien inventar, las historias según nuestras melancólicas y obsesivas preferencias. O lo que es lo mismo, con absoluto rigor histórico.



Al fin y al cabo, como alternativa, nos queda la libertad de escribir, y de leer, infinitas y divergentes opiniones en Internet. Aunque las redes sociales estén invadidas paulatina e inexorablemente por las mentes de los hasta ayer usuarios de la telebasura - en regresión esta, al parecer- y probables futuros cómplices en el ciego apoyo a los representantes de la democracia “indirecta” (sic), sucesora inefable de la anterior democracia “orgánica”, y probable madre, o suegra, de la próxima dictadura, cuyo apellido, o forzado eufemismo nominal, está todavía por decidir.


Los vecinos marroquies, licenciados sin trabajo, se quemaban ayer en protesta por el paro.
Los parados de aquí, callados. "Ni están ni se les espera" , según el renglón legitimador de nuestra restauración postnapoleónica.

Los "mensajeros" de la derrota, en su moderna denominación , agencias de calificación, anatemizados. Reducidos a meros diablillos de pacotilla por la propaganda oficial.

Mágnifico panorama, en el que los optimistas nos maravillamos con las florecillas que se atreven a abandonar sus bulbos maternales y alegrarnos las mañanas de este invierno tan suave.

Lástima que uno no esté dotado para la cosa lírica -de lirios, claro está-.


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