
1.- CARCEL Y TORTURA.-
Nota preliminar:
Para evitar confusiones en el lector poco o nada avisado,
debo especificar el sentido de la palabra “príncipe”, la dirección correcta
para que el cartero filantrópico - lo hace gratis, como un servidor- no
equivoque el destinatario de esta misiva.
Usaré simplemente la primera acepción que el diccionario de
español, alias DRAE, asigna al término:
(Del lat. princeps, -ĭpis).
Aunque, ganas me dan de usar el último significado, que le atribuye:
7. m. Entre colmeneros,
cría de las abejas de la clase de reinas.
Pero me parece demasiado ambiguo, debido a
sus connotaciones apícolas.
Las otras cinco acepciones mejor ignorarlas, realmente (*) carecen de sentido en las actuales circunstancias.
Las otras cinco acepciones mejor ignorarlas, realmente (*) carecen de sentido en las actuales circunstancias.
Nota a modo de justificación:
" Te veo tan perdido, a veces, tan alejado
de nosotros, los súbditos que bien te quieren, y que no persiguen tu amor, tan
solo que cumplas con el deber que te exige el destino que tu mismo elegiste,
allá en tu primera adolescencia, cuando te postulaste como representante de tus
condiscípulos de bachillerato, en la primera ocasión, y son tan sospechosamente
ineficaces tus obras, a la hora de acertar con el único camino posible para la
salvación del rebaño que diriges, que me veo en la urgencia vital – me juego la
supervivencia, tronco - de orientarte
siguiendo el conocimiento adquirido de nuestros comunes antepasados los
primates, es decir el sol, las estrellas
y , en los días nublados, el verdín de la corteza de los escasos arboles vivos
que nos quedan"
Epístola inicial:
1.- Cárcel y tortura.-
Ambas medidas son necesarias,
complementarias, e ineficaces si usas la una sin la otra.
Comprendo que la cultura que hemos mamado
en su rama de buenismo oficial y estereotipado, en el que puede torturarse a un señor todos los
años, a lo largo de una semana, en una apología nacional de la injusticia,
crucifixión y ejecución de un ser humano - yo lo prohibiría, pero sé que no lo
harás- bajo el pretexto de la tradición
que todo lo puede; y que también sirve
para torturar decenas de animales, todos los domingos y fiestas de guardar. La
misma bondad de tus feligreses que no ven mal el ensañamiento y muerte, a veces
en directo, de aquellos compañeros tuyos de principado, en horas bajas, como
han sido Saddam, Gadafi, etc... sin necesidad de tradición alguna que lo
justifique, tan solo el ser perdedores en una partida del juego este al que
llamamos historia. Fíate, de los buenos, y no corras. Y no creas todo lo que cuentas
a los demás, porque podrías perder la razón.
Ya ves, querido príncipe que el tormento,
a veces resulta real como la vida misma, como su espejo la muerte; y usándolo en dosis homeopáticas, como yo te
propongo, verás que tiene muchas ventajas.
Porque la cárcel no tiene mucho sentido
per se. La privación de libertad solo tiene valor cuando el enjaulado está
incapacitado para realizar dentro de la jaula, sus actividades habituales. No cuando
el delincuente puede continuar delinquiendo y cuando el que roba sigue haciéndolo, permitiéndose
comprar con el dinero ajeno su libertad, vía
fianza, o vía reducción de condena, engrasando las habituales y laxas cerraduras de nuestros penales.
Una vez establecido como definitivo el principio de Santa
Rita Rita, por el que no vamos a conseguir que devuelvan un solo maravedí los virtuales
y futuros insolventes, receptores del billón de
euros que debemos porque nos lo hemos gastado, (y por tanto algunos lo han
recibido y guardan a buen recaudo de la justicia de tus encargados de la cosa), hay que buscar , al menos, alguna utilidad en la desgracia. Hacer de la necesidad virtud.
Como bien sabes, tienes varios
niveles de príncipes bajo tu mando, y si cada uno de ellos comienza a aplicar
la máxima, mínima, que hoy te sugiero; centenares, quizás miles de delincuentes
con nombramiento oficial, terminarán encerrados en lugar seguro. Y, si quieres eliminar la fea y pecaminosa
costumbre que los ha llevado hasta allí, solo podrás conseguirlo a través de la
penitencia impuesta. Recuerda lo que nos enseñaron en el colegio. Y que la pena sin dolor,
sin esa tortura de que te hablaba, solo conduce a un purgado ineficaz, para sus
almas y para nuestra supervivencia, tan ineficaz como el de mis caracoles,
inocentes e injustamente escaldados a pesar de ser purgados, sin pan ni agua, créeme,
durante una semana.
Resulta banal tener que explicarte el
objetivo de esta medida inicial, pero voy a hacerlo.
Lo de la ejemplaridad, podría servir.
Aunque te veo tan perdido en el terreno de la economía que aprieta, (Tighten up
como en la canción de Archie Bell y los Drells…), que olvidas los fundamentos
del buen gobierno. El imprescindible encarcelamiento
de un centenar, o un millar, de buitres, marcando con pintura roja sus nidos – no olvides
que la familia que roba, roba unida-
solo tiene en nuestro caso, un objetivo moral que va mucho mas allá de
las ventajas aparentes.
Y no es otro que la explicación que debes como
gobernante a los vecinos de Villa del Rio, entrampados hasta unos niveles que
temes explicarles, privados de los muchos lujos disfrutados sin posibles para
pagarlos, pantalones de mil rayas, chalecos de terciopelo y caireles de plata
fina, frente a un alcalde balbuceante, que repite sin ninguna convicción aquello de que nos debe una explicación, y que esa explicación nos la va a dar.
Querido príncipe, principia con algo tan
sencillo como el encierro, y algo más ya
digo, de aquellos delincuentes, conocidos y habituales pícaros de tu corte, y
verás como las privaciones a que el destino, en tu nombre, va a someter a tu
pueblo, serán mas llevaderas, para ti y para los tuyos.
Porque es, mas que nunca, en el estado de
necesidad, cuando el ser humanos valora que los culpables de su ruina sean
castigados. Y nunca olvides que los justos, aunque pobres, no gustan ser
insultados, humillados, con la mas cruel de las burlas, la del diablo, la del sarcasmo,
la risa de los poderosos cuya única virtud tiene un nombre odioso por injusto,
impunidad.
Pero de Santa María de la Impunidad, y de
la degradación de valores fundamentales para la sociedad, como es el de la
Justicia, ya te escribiré otro día.
Q.B.S.M.
Indignatus
Sumus. (Aka Nicolás).
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