viernes, 4 de mayo de 2012

LA NÉMESIS DEL GASTERÓPODO.-



En Espartaco,  preguntaba Craso (Laurence Olivier) a su criado-efebo Antonino (Tony Curtis), (en  secuencia que nunca vimos, por aquello de nuestro bien). 

 

C: ¿Te reprimes de todo vicio para respetar las virtudes morales?

A: Sí, amo.

C: ¿Comes ostras?

A: Cuando las tengo, amo.

C: ¿Comes caracoles?

A: No, amo.

C: ¿Consideras moral comer ostras e inmoral el comer caracoles?

A: No, amo. Claro que no.

C: Cuestión de gustos, ¿no?

A: Sí, amo.

Pregunta sin respuesta en la profundidad de la meseta y sus aledaños, donde la única especie a degustar era la segunda. De la picardía, del doble sentido del sondeo inquisitorial, no nos habíamos percatado hasta haber pasado por la eficiente labor educativa del confesionario. De no haber suprimido la escena, de no haber sido la peli “para todos los públicos”, la verdad es que tampoco  nos hubiésemos planteado al llegar a casa si elegir entre las ostras – solo las conocíamos por los cromos del álbum de “ciencias naturales”- y los caracoles que degustábamos en primavera. Porque estamos hablando de gastronomía autóctona, y nada más.

Los de Abril para mí

Los de mayo para mi amo

Los de Junio para ninguno.

Este Abril ha llegado algo retrasado, pero ha llegado, como suele suceder con los fenómenos climatológicos; a pesar de nuestros intentos, vanos, de modificar el destino. Casi nada.

Y es que ayer volví a pasar por do mas pecado había. Y la verdad es que tampoco me atrevo a definir el hecho. ¿Cazar caracoles? ¿Recolectar?, quizás espigarlos, o simplemente llenar la bolsa hasta que su peso me indique que ya es suficiente, un par de kilos, para el fin previsto.

Fin inconfesable, al que intento enmascarar bajo otra cobertura políticamente correcta. En realidad los retiro del césped y de los arriates porque son unos depredadores feroces, constituyendo una numerosísima e incontrolable colonia, que van a aniquilar todo trazo de vida vegetal en el jardín, si no pongo remedio. Intento engañarme, y a veces lo consigo. ¿Que sería de la vida si no fuese por estas pequeñas trampas?. Un aburrimiento. Otra cosa es cuando el engaño viene de fuera...

Harto de escuchar explicaciones tan hipócritas como las que nos dan los políticos cada vez que nos someten a un nuevo impuesto, ahora el peaje “blando” en las autovias servirá para su mantenimiento. Tan finalista el asunto como el céntimo sanitario que impusieron a los combustibles para sostener la sanidad pública. Si es por justificar los medios la verdad es que eso no es necesario, hace tiempo que han dejado de cuidar las formas. Si es por el contenido, por la propia finalidad, mejor decirlo claramente: “Más madera. Es la guerra” Pero eso es de otra película y la escena, ciertamente tragicómica, alimentando la locomotora con los propios vagones, una saturnal revisión de la autofagocitosis, demasiado parecida a la de todo un país del que no podemos bajarnos.

Pero la culpabilidad me sigue abrumando con sus puyas, justas y sagaces, a la moral. Ciertamente que los cojo para comerlos. Y el hecho de su indefensión, de su rechazo a la más elemental de las defensas de cualquier animal, la huida, el que remueve mis convicciones. Ni huyen, ni gritan, ni me ponen mala cara cuando los echo al zurrón. Incluso algunos que encuentro haciendo cochinadas – son hermafroditas como el personaje de Giulietta degli spiriti, de Fellini - son capturados de dos en dos, lo que vuelve a remover mis sentimientos, de autentico infame que no respeta siquiera los deberes conyugales – copulatio en latín, en el original – de estas bestezuelas. Pero a fin de cuentas ¿Quién es la bestezuela?.

¿Que lugar y que derecho tenemos nosotros, que llegamos al planeta hace solo 800.000 años, y en Atapuerca,  cuando ellos están aquí desde el Cámbrico, allá por el Paleozoico, hace unos 650 millones de años.?

Y no solo es la conjetura, o la certeza, de que estoy devorando a mis ancestros, es que además, lo más probable, vistas las circunstancias, también debo sospechar que ellos seguirán babeando alegremente cuando la especie humana haya desaparecido. Ellos y nosotros, basurilla cósmica de la que solo quedará una vaga estela de culpabilidad. ¿Que otro valor tiene el hombre? ¿Qué hago yo, comiéndolos en el ínterin? No se, no se.

Lo cierto es que estos están ya en ayunas, y en capilla. Y vuelven las reminiscencias sobre el respeto a la vida ajena y las dudas sobre el más allá de estas criaturas.

 Aunque ello no impide revisar la receta, van a ser cocinados “a la palentina”, en la que no faltará la cebolla, el tomate, la guindilla y abundantes taquitos del mejor chorizo que encuentre. Lo del jamón ya me parece excesivo, incluso piñones les ponen algunos. Ciertos ingredientes terminan arrogándose un petulante protagonismo que termina arruinando cualquier propósito. Son caracoles y el resto es solo añadidura.

 Caracoles comunes de jardín, Helix aspersa, aunque considerando que su concha forma una espiral logarítmica y es la representación de Phi (o Pi) en la naturaleza, seguro que va a ser fuente de no pocas pesadillas postprandiales. Por tanto se impondrá seguramentee un abundante riego durante su ingesta, con el rojo zumo del tempranillo, para facilitar la impunidad del delito. Ya os contaré.

 


Si queréis ahondar en el tema – excluyendo Atapuerca- no tenéis mas que revisar los tres capítulos que dedicamos al asunto, en este blog, allá por marzo del 2009.

http://hayquevivirla.blogspot.com.es/2009/03/un-mal-dia-lo-tiene-cualquiera.html

http://hayquevivirla.blogspot.com.es/2009/04/el-dilema-cotidiano.html

http://hayquevivirla.blogspot.com.es/2009/04/que-lastima-de-funcion.html

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2 comentarios:

  1. Prácticos esos tupperware. Por nada del mundo despreciaría uno repleto de una buena caracolada, culpabilidad aparte.
    Ya llego tarde, lástima.
    Salud. Charo

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  2. Nunca llegarás tarde Charo. Un poco después, no es tarde.
    Y ya va siendo hora de que hagais una extensión mas al sur de esos viajes rutaplaterescos. Aqui teneis caracolada , con o sin tupper, esperando vuestra opinión.
    Un abrazo para ti y para mi amigo.

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