LECTURAS VERANIEGAS 3.-
Por este motivo Greenpeace
acredita que este libro cumple los requisitos ambientales y sociales necesarios
para ser considerado un libro “amigo de los bosques”.
Así termina el preámbulo religioso, introductorio a la
edición española del libro homónimo de Coetze.
Clavadito al nihil obstat de la censura eclesiástica de los
últimos veinte siglos.
Hoy su aggiornamiento la convierte en una certificación
tan innecesaria como absurda por parte de Greenpeace, que habrá cobrado el
sello correspondiente, la bula, a la editorial especializada en lectores
gilipollas, como el que suscribe.

Otro timo aparece ya en el título del libro de Perec –no en el de Coetze, que no miente, es una
autentica desgracia y lo dejaremos para otro día - cuando te hace esperar eso que todo lector busca inconscientemente
en la lectura, su formación personal, su aprendizaje moral, sentimental y hasta pragmático sobre cualquiera de las
variadísimas situaciones con que se va a enfrentar a lo largo de su vida.

El resto, tan inagotable como inaprensible, y autoeliminable
en la memoria del lector tras el paso de pagina, se limita a condensar la
prensa francesa de los últimos cien años, con predilección por las páginas de
sociedad, sucesos, y algún toque deportivo, aliñados por una descripción exhaustiva
de cualquier figura o personaje que aparezca reflejada en la imagen de una
pintura, grabado, o esmalte de la caja de las galletas. Todo vale.
Una vez que lo has leído – y digo lo, a él, porque no es una
novela- te das cuenta de todo lo que atesoran esos museos a los que no te gusta
entrar sin saber muy bien por qué. Museos de la decoración, de los utensilios domésticos,
del mueble, de la moda, de los oficios , o de las palabras perdidas. Todos
ellos y sus catálogos , exquisitamente reunidos en capítulos clónicos y tan
subyugantes como pueda serlo el contenido de los cajones del chifonier de la tía
Eduvigis (para sus afortunados sobrinos). El resto, un servidor, termina
abrumado entre tanto bibelot, animado o no, y entre tanto libro iluminado – creo
que es algo como miniado- de los que aparecen en la lista.

Vuelvo a lamentarme del error repetido por enésima vez, de leer la contraportada de los libros de aparente
prestigio, literatura alternativa, rara, o simplemente foránea, con le
ingenuidad de pensar que cualquiera de esos adjetivos sean sinónimos de
calidad, cuando tan solo lo son de identidad y, en todo caso relativa. Pero es
la lectura de la tapa posterior, y la fe en los autores consagrados que firman
opiniones lapidarias, condensadas en un par de líneas, las que suelen conducirme
hacia el impulso pecaminoso una y otra vez, caer en la tentación y, volver a realizar
el actor de dolorosísima contracción verdadera que estáis contemplando.
Y es que es otro de los misterios de la vida para los que no
encuentro explicación alguna. El como se pueden rellenar centenares, miles de páginas
y cuando uno las revisa con
detenimiento, comprueba que están vacías. Todas, absolutamente vacías.
Pobres arbolitos míos.
Hoy en el cast: Camús, Patricia, Faulkner, y hasta Peter Sellers, un tanto resfriado.
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