
Estos ajustes eran manuales y
se realizaban mediante unos mandos semiocultos, o totalmente ocultos para los
profanos, que permitían optimizar la imagen antes y al final de cada sesión.
A tal efecto, las emisiones
televisivas dedicaban unos minutos al terminar la programación, colocando la
imagen fija de un cuadro relleno de líneas, marcos, círculos y zonas blancas,
negras y grises, la carta de ajuste que presuntamente iba dirigida a eso, a
ajustar los tonos, la luz, y el encuadre dentro del marco del televisor.

Lo cierto es que, para la
mayoría no tenia otra utilidad aparente que la de marcar el fin de una jornada,
a pesar de que su funcionalidad estaba dirigida a preparar correctamente el
inicio de la jornada siguiente.

Momento necesario e
imprescindible para que hagamos un análisis de nuestra situación personal, de
los errores, si los ha habido, y del correspondiente acto de contrición
verdadera, la que nos recuerda los efectos dolorosos de los errores, si los
hubiera o hubiese, para no repetirlos. De recapacitar, ajustando los controles
del alma, para tenerla dispuesta en la mejor de las condiciones, para el año
venidero.
En su lugar, volvemos a
repetir el error pretérito que cometimos con las cartas de ajuste, limitándonos
a reconocer exclusivamente el hito festivo del calendario que nos marca algo tan
obvio como es el antes y el después.
Reconozco mi error, mi
ignorancia asociada a la pasividad que le es inherente, y el desprecio hacia
esa herramienta fantástica que era la carta de ajuste, a la que no hice ascos a
la hora de afinar el monitor del ordenador con los patrones del Photoshop, y
que ahora, cada 31 de diciembre, como siempre sin tarjeta, suelo degustar un caramelo
de violeta, evitándome el tiempo de su
disfrute de seguir bebiendo, y permitiendo cierta lucidez a la hora de mirar
hacia atrás y ajustar cuentas con el pasado reciente, sobre el que los
controles ya no tienen la menor utilidad, para intentar mitigar los efectos del
inevitable porvenir.
No hay mejor carta de ajuste
que las doce campanadas. Mejor aprovecharlas en su significado real y no
distraernos con el aspecto superficial de la hora en el reloj.
FELIZ AÑO
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