martes, 16 de noviembre de 2010

ODA, EN PROSA, AL OZONOPINO RUY-RAM

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1.- Preludio filosófico.-

-¿Y tu de que vas? Que no te acabo yo de calar.

Es la pregunta inevitable cuando los que comparten la calle contigo – la casa, la intimidad y la amistad son otra cosa- necesitan ubicarte en un bando determinado, o al menos clasificarte con etiqueta certera en un anaquel. Algo que les preste un mínimo de seguridad, sobre tus intenciones, sobre tus intereses, que son los que al fin y al cabo nos mueven en una dirección determinada. Otra cosa es que esos intereses sean paupérrimos o incluso inexistentes, y nuestra ficha vaya directamente a la papelera. por no suponer valor alguno para el que elabora los ficheros.

Pero es peor cuando, atribuyéndote un valor singular, no necesariamente positivo, pero que ofrezca una perspectiva de beneficio, o de perjuicio, a medio plazo; inquieta al listo que hace la pregunta. Mucho peor resulta ser cuando resultas inclasificable para su carpeta, para el esquema de tipos de carnaval en el que algunos disribuyen las vidas ajenas.

En ese caso, observamos la irritación del inquisidor, enfrentado a una especie nueva, o al menos desconocida, y sentimos como interpone inmediatamente una barrera entre el y nosotros, en el mejor de los casos. Igual que la alarma ante la presencia de una pequeña serpiente, de una culebrilla cuya especie desconocemos, nos hace apartarnos de ella inmediatamente y cuando el poder, la fuerza y la impunidad de la soledad en el campo nos lo permiten, la machacamos con una piedra. ¿Por su peligrosidad? No. Exclusivamente por nuestra ignorancia.

Algo parecido sucede entre personas, o como quieran llamarse, ante cualquier situación de crispación social en la que, según ellos, hay que tomar partido inmediatamente, es decir definirse claramente entre las escasas opciones – generalmente solo dos- disponibles.

Hace tiempo que Josep Pla se encontró en esta situación, en la que un ilustre al que intentaba gorronear con escaso éxito, le hizo un aparte.

-Sin preámbulos. Disculpe que le haga directamente la pregunta. Pero es que estoy harto de escuchar que es usted un anarco-conservador. ¿Qué hay de cierto?

Desconozco la respuesta, si es que la hubo. Aunque no es de Pla de quien estoy hablando, sino de los que intentan, y cuando lo consiguen se conforman, tintar la esencia intangible de un ser humano con un color determinado. A lo mejor es que son poetas y yo no acabo de entenderlo.

Lo que si dijo el escritor, es que hay dos formas de encauzar los sentimientos y la acción que a menudo se deriva de ellos; una es la imaginación y otra el pensamiento.

La primera es inmediata, basta con un borrador, con una idea cuanto mas simple mejor, que nos ofrezcan de una determinada y fácil manera, intencionada la mayoría de las veces, para incorporarnos a ella inmediatamente, entregándole nuestra existencia, que a partir de un determinado momento habrá dejado de pertenecernos. Fanáticos de algo, algo meramente intuido por nuestra imaginación.

El pensamiento, en cambio, nos obliga a meditar, a contrastar ideas distintas, e incluso a inventar otras nuevas si las ofrecidas no nos resultan satisfactorias, a debatir y consensuar las razones de nuestros actos que, a veces serán cambiantes y contradictorios, como nosotros. Y sobre todo nos recordará continuamente la base filosófica de nuestro raciocinio, la diferencia entre el ser, inmanente e imaginado, y el estar, algo mas temporal y limitado, mas de andar por casa, que es a lo máximo que los mortales podemos aspirar.

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