martes, 31 de mayo de 2011

DIAS DE VINO Y ROSAS.LA RESACA.



Centro de interpretación de la naturaleza. Eso es lo que prometió algún candidato a la nada, crear en el pueblo.
Dando por certera la afirmación pedestre de que la naturaleza necesite interpretarse,
Ni tan siquiera conocen el sinónimo de interpretar, traducir, que es lo que unos mentecatos quieren vender a otros, la traducción de la naturaleza. Casi nada.
Sobre la premisa de la necesidad que tiene la realidad de ser traducida y la incapacidad que tiene el personal para entender, para comprender la realidad circundante, así como la preparación innata o adquirida que poseen los amigos de los poderosos para tal menester.
La verdad es que, si tuviese la certeza de que en alguna academia me explicasen la mitad de los misterios que desconozco, sobre las motivaciones que nos condicionan para hacer las cosas tan rematadamente mal, hace tiempo que me habría inscrito en las clases.
Pero me temo que la naturaleza tiene poco, o nada, que ver en el asunto. Nos ha puesto los mimbres al alcance, y el que los usemos para hacer un cesto, una red que nos sirva para pescar y alimentarnos, o para extenderlos en el suelo ante el paso de cualquier metáfora, ya es responsabilidad nuestra.
Ahora toca la cosa de la fe, y de apostar por el ganador, o por el profeta cuya idílica imagen del futuro perfecto más se asemeje a la de nuestros sueños que suelen ir parejos con las imágenes televisivas de la postrera emisión de ayer.
Concretamente estuve contemplando unos minutos de “Doce del patíbulo” y he estado toda la noche soñando con un rifle de precisión telescópica y con enemigos tan tontos que acudían en hilera por un desfiladero sin escapatoria y al alcance de mi visor Zeiss y del silenciador que les impedía localizar la procedencia de los disparos. Así toda la noche, sin que se me terminasen los proyectiles, hasta la práctica aniquilación de un batallón o más, considerando que, en sueños tengo la precaución de apuntar al último de la fila para que los que lo preceden no se percaten de que van disminuyendo en número, hasta que cuando quedan solo un par de ellos, me despierta un urgente necesidad mingitoria y luego retorno a la cama sin poder conciliar el sueño después de semejante carnicería. El Sargento York a mi lado es un boy scout alevín.
No creo que puedan interpretar la naturaleza de mis sueños, ni lo que sería más de agradecer, la historia de ciencia ficción en la que estamos inmersos realmente, siendo personajes de una novela que el más fantástico de los escritores jamás pudo imaginar.
Dicen que el riesgo de perder una generación completa va recorriendo, cada día que pasa la evolución desde la remota posibilidad al hecho consumado, mientras los responsables y las víctimas, que de todo somos, nos limitamos a leer el noticiario con el mismo desinterés que seguimos las cotizaciones del guano o las expectativas en la cosecha de la almorta.



Seguramente que el traductor que, el ayuntamiento electo pondrá a nuestra disposición, nos aclarará la relación entre la esfericidad de las bolas que empuja el escarabajo pelotero y el futuro de una sociedad pobre, pobrísima y endeudada, donde los escasos productores supervivientes al caos, sobrepasen los sesenta años y donde los nietos encuentren unas condiciones de desarrollo similares a los humanos en condiciones de esclavitud. Esclavos, mutantes o zombis. Cualquier tipología será optimista y generosa con la adecuada para los que vendrán detrás, luego de una década más – y ya llevamos cuatro años perdidos en el mientras- y cualquier paisaje apocalíptico va a parecer el paraíso terrenal si lo comparamos con el ternero lechal al que han sacrificado la madre, la vaca nodriza, recuerdo fugaz y nostalgia de la leche benefactora.
De momento seguimos pensando que el café es mejor solo, y preferiblemente Nespresso, que es la solución que los guionistas han encontrado para la ausencia de leche.
El escenario es, cuando menos, más propio del teatro del absurdo, de la fantasmagoría onírica, o de un argumento surrealista, que de cualquier parecido con la realidad que alguna vez tuvo su origen en la naturaleza. Esa que querían vendernos al principio.
Imaginad lo que viene, una revolución. Una guerra civil entre los que quieren trabajar y no pueden y aquellos que pueden y no quieren. Me explicaré.
División humana de los candidatos a la próxima pelea:
Todos sin empleo, pero..
a) Los que no han trabajado nunca y tienen poco interés en hacerlo, necesidad solo relativa, mientras la pensión del yayo y de la yaya den para ir tirando.
b) Los que no han trabajado nunca y tienen necesidad real de hacerlo. El tiempo los apremia.
c) Aquellos que no han trabajado nunca, pero figuran como parados-pagados por el erario público, a punto de desaparecer, aunque muchos de ellos crean que es infinito.
Estos se subdividen a su vez en dos grupos.
El c1) Figuran que no trabajan y tienen el estatus de parados- pagados , solo que nunca han dejado de trabajar, tienen un salario invisible, y por tanto exento de tributar y de poner en riesgo la paga divina.
El C2) parados-pagados, en exclusiva, es decir legales y entregados al placido devenir de sus escasas necesidades. Siempre y cuando haya partidos de futbol en emisión abierta. Condición única que exigen para el mantenimiento de la paz social.
d) Trabajadores, que lo eran hasta ayer mismo, y que no solo se enfrentan a un tiempo perdido, sin sentido, para el que quiere y puede, mejorar su vida, y la de los demás, haciendo lo único que sabe, trabajar. Estos tienen un dolor añadido, cruel e intolerable para el que no lo haya sufrido, y es el que acompaña siempre a la perdida de algo o de alguien. Solo el que presiente o sabe que la perdida puede ser irreversible, solo el que antes de perder el bien lo tuvo, sabe a qué me estoy refiriendo.
e) Y termino. Los que están llegando, y seguirán haciéndolo, con una preparación más o menos correcta, y que tras un esfuerzo personal y familiar extraordinario, se encuentran las puertas, todas, cerradas.
Unos tipos incrementan su número exponencialmente, otros disminuyen el volumen correspondiente al epígrafe, marchando a sus países de origen con un recuerdo más agrio que dulce, tras haber tocado el paraíso, el jardín de las delicias con la mano. Otros se llamaran andana y no querrán saber nada de la responsabilidad que les toca en el estado de las cosas, y el resto, los más, estarán rumiando, mano sobre mano, una solución primero pacifica, luego ni se sabe, ante la injusticia, ante la marginación y la pobreza a que les condiciona su situación de desempleo.
Los números no son creíbles en absoluto. En los años de jauja, con un desempleo técnicamente nulo, y la necesidad de importar más de tres millones de trabajadores foráneos, la cifra nunca bajó de los dos millones. Podrían ser la mayoría de los pertenecientes al grupo c. aunque no es fácil acertar en el juicio.
El cómo esta masa humana en constante incremento va a unirse para exigir una solución a su problema, y el sí lo va a hacer mediante una guerra interna entre unos y otros, o en un doble frente de los buenos, ante el vértice y ante la base de la pirámide ciudadana, escapa a mi más que limitada capacidad de imaginar el futuro inmediato. Pero aviso que en las novelas de ciencia ficción casi siempre hay una lucha inhumana, sin cuartel- suelen salir de las alcantarillas- y hasta el exterminio total de la casta, del bando rival que pelea por el mismo objetivo, la supervivencia.
Esto es en los comics, claro está, porque en la Biblia es un asunto reiterativo y apocalíptico donde al final solo nos salvamos los justos. Menos mal.
Lo cierto es que está todo inventado y por tanto hay cosas, sucesos, que se ven llegar a poco que uno levante la vista y huela la brisa de la tarde o mastique una brizna de romero recién arrancada, en noche de cuarto menguante.
La naturaleza siempre ayuda.

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