Torrente, dejando aparte su ilimitada capacidad para escribir buenas novelas, hasta prácticamente el final de su longeva trayectoria, y de la autoría de algunos libros, obligatorios en la formación política, plan de estudios del 57, que me tocaron en fortuna, me cae simpático por dos asuntos quizás marginales en su carrera.
El primero es su titularidad en el guión de Surcos, película de José Antonio Nieves Conde, de 1951, revulsivo panfleto social, y por tanto político, con el que la censura tuvo que emplearse hasta el final – quiero decir que le cambiaron el desenlace, entre otras cosas- . Coetánea de Placido, de título original “Ponga un pobre a su mesa” de Berlanga.
Y el segundo, y último, si nos olvidamos de los gozos-pocos- y las sombras-muchas- es de otra índole bien distinta y sin embargo absolutamente incrustada en el devenir socio político de cierta epoca y de cierto país, donde algunos seguimos perdidos, buscando luces y caminos que nos lleven a alguna parte fuera del mas espeso de los laberintos.
Se trata de la erección – se escribe así- de una estatua en bronce, tamaño natural – esta tambien es de Berlanga- y su instalación con carácter indefinido en el café Novelty de Salamanca. Lugar que, aparte de haberme facilitado ratos y amigos estupendos, tiene una trayectoria tan sufrida como singular, a lo largo de los tiempos que intentamos rememorar para aquellos que sospechan que la memoria histórica a veces no es tan historica y, en todo caso es demasiado olvidadiza para ser llamada memoria. Los interesados en profundizar pueden indagar sobre el café Novelty. No será nunca tan divertido como el Pay Pay de Cádiz, pero es tanto o más elegante. Doy fe.
Y es aquí donde me escandalizo. Y me produce tanta vergüenza –ajena- el escandalizarme, que dudo si no me estaré pasando de escrupuloso. Si no será un exceso moral en el asunto este de la ética y de la estética.
Nulla ética sine estética, ya hemos referido quien lo dijo, y vuelve a surgir el asombro de la obscenidad manifiesta. Hacer un monumento, córpore insepulto, a un “personaje” ilustre y hacerlos posar casi juntos, para inmortalizar el momento de estulticia mas osada. El absurdo de glorificar a quién acaba de despedirse, de pagar misas por la pronta salida del purgatorio del alma de quien paga las misas en vida – Carlos V para concretar- o la soberbia infinita de aquel emperador romano que obsequiaba a sus súbditos con efigies propias de tamaño superlativo, para que lo adorasen.
Vale que fueran otros tiempos y vale que horteras los haya habido siempre en su versión “Museo de cera” y en la más nueva del museo de los horrores de cualquier canal televisivo. Pero someter a semejante humillación a un prócer de nuestras letras, a un octogenario que, como todos, lo único que merece es el mas profundo de los respetos y la veneración que la humanidad ha profesado siempre a la ancianidad y a la cultura cuando se encuentran reunidas en la misma persona; me parece definitorio del peor gusto, de la nula ética de la sociedad esta que nos toca sufrir. Contemplo la fotografía, de un gore absoluto, en la que se expone el fenómeno circense, el doble del vivo, el doble del muerto, para regocijo de los amantes de las placas, del bronce y del mármol, en una ciudad que sublimó el barroco, lo superó con su plateresco epilogal, y que no duda en colocar una figura antropomorfa –por dios, que hace tiempo que no se estilan, ni las flores en el ojal..- sentada junto a un velador, como la de un vulgar poeta de pueblo, como la del fundador de cualquier negocio boyante, o la del indiano filántropo que donó su fortuna a la tierra de sus ancestros.
Como siempre, quedará ad eternum la placa donde consta en letra pequeña a quién va dedicado el obsceno postrer homenaje y en mayúsculas el titular de la autoridad política, o parapolitica, beneficiaria al fin de la siniestra movida.
Me parece un despropósito y un terrible corolario para alguien que, como tantos otros, ha compensado sus posibles errores juveniles con una obra magnifica, ganándose el respeto de todos los que han pasado por su aula o se han codeado con los personajes de sus novelas. Una injusticia que temo va a quedar como tantas, en la carpeta mas odiosa, esa que recoge las ignominias, aquella de los crímenes ignorados por quienes los reciben. Porque de los ejecutores no tengo la menor duda sobre su consciencia-y tambien mala conciencia- al respecto.
Comprenderéis mi indignación por este pecado venial después de todo el escenario, realmente dantesco, que la historia hace aflorar alrededor de estas figuras; pero es que no dejo de recordar al Chesterton socarrón insistiendo en que no se puede ser transigente con el mal, que se comienza asesinado ancianas para robarles y se termina faltando a la misa dominical. Y es que ese es nuestro drama. La medida indefinida, o el filtro, el color de los cristales, en la mirada, que viene a ser lo mismo.
Dionisio y Hexe, bien. Sin novedad. Continúan en Ronda, En mi memoria, al menos.
Sube el blanco camino
reptando de Ronda a Grazalema.
Salva los campos de labor, se pierde
hacia las duras piedras.
Montes quiebran el cerco de los montes
y con la Luz el corazón se aleja.
Vuelve y es en mis ojos universo
pequeño y bravo la ceñida tierra
D. Ridruejo
(Cancionero en Ronda 1942-43. Ed Castalia)
P.D.-
"Lo peligroso de este asunto". Según Javier Cercas, es que "no estamos hablando del pasado sino de la relación del presente con el pasado, es decir, del fundamento histórico de nuestro sistema democrático". Y dale.
P.D.-
Salgo a la calle luciendo la camisa de verano que acababa de comprar en las rebajas de Armani y después de alguna extraña mirada recogida de refilón desde algunos viandantes; la voz amable de alguien que me aprecia, supongo, me hace ver la inconveniencia de ni indumentaria.
-Esa camisa no, por favor-
Y como solo consigue despertar en mi el gesto de asombro del que ignora el motivo, aclara.
-!El color! !El color!..
Algo así como el horror final de "El corazón de las tinieblas", al regreso del viaje iniciático del marino al que Conrad descubre para siempre que el mal suele teñir las almas inocentes con un color indeleble.
En mi caso, como en el de los presuntos lectores del 2012, sin siquiera necesidad de emprender viaje alguno. Tan solo por el simple hecho de elegir una camisa entre otras tres de mi talla.
Por supuesto que no he vuelto a usarla. Yque desde entonces rememoro la historia de España desde Viriato en adelante, antes de elegir cualquier adminiculo o complemento. No vaya a ser que esté molestando a alguien sin la plena consciencia de hacerlo. Con lo que yo disfruto con ello.
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