domingo, 30 de junio de 2013
ALTERNATIVAS A LA SANIDAD PÚBLICA.- (30).
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miércoles, 26 de junio de 2013
Cuando el cine de verano trae libros en lugar de películas.-
“Darkness at noon”, o sea “Solo ante el peligro”.-
En realidad el título original es “High noon”, las doce en punto, y la duda se instauró en mi mente al comprobar que el héroe no estaba tan solo; tenía a la mala-buena a su lado, Katy Jurado, que luego resultaba ser la buena-buena, mientras la buena del principio dejaba de serlo para casarse con Rainiero, que ya fue un golpe duro para nosotros, Don Alfredo, y un servidor.
Y es que si los caballeros las preferían rubias pero luego se casaban con las morenas, en el cine, la realidad insiste en que a las chicas les gustan los jóvenes apuestos pero luego se casan, o se lían, con los de siempre. Misterios del universo. Nunca aclarados, por cierto.
Y es que si los caballeros las preferían rubias pero luego se casaban con las morenas, en el cine, la realidad insiste en que a las chicas les gustan los jóvenes apuestos pero luego se casan, o se lían, con los de siempre. Misterios del universo. Nunca aclarados, por cierto.
Pero Darkness at noon, “Se hizo la noche en pleno día” como en la samba de Luthiers, es conocida y adorada, todo hay que decirlo, como “El cero y el infinito” y os aseguro, después de leerla, que aquí se habría adecuado con toda propiedad el título de “Solo ante el peligro”.
Y no solo es la situación del protagonista ante esas dos palabras terribles, la soledad y el peligro, la que decora a modo de imagen de fondo las líneas de esta novela.
Resulta ser también la peripecia vital del autor, Koestler, cuya introducción por Vargas Llosa en el prólogo te induce imperativamente a sumergirte sin demora en esta obra maestra a la que, afortunadamente el tiempo, la moda, y las injerencias políticas, han colocado en un estante de la librería, alejado de los lectores jóvenes, y en el estadío previo a la sección de los libros olvidados. Y va a ser que no.
Resulta ser también la peripecia vital del autor, Koestler, cuya introducción por Vargas Llosa en el prólogo te induce imperativamente a sumergirte sin demora en esta obra maestra a la que, afortunadamente el tiempo, la moda, y las injerencias políticas, han colocado en un estante de la librería, alejado de los lectores jóvenes, y en el estadío previo a la sección de los libros olvidados. Y va a ser que no.
A pesar de que el Sr. Vargas de a entender, de manera brillante, como todo lo que escribe, que no ha leído la novela que pretende prologar. O eso, o no la ha entendido en absoluto. Y como bien dice el héroe de la susodicha, se puede ser inteligente u honrado, pero las dos cosas a la vez jamás, eso es imposible.
Hay que tragar alguna píldora gastro erosiva, de esas que se secan en la boca y se atraviesan en el esófago, produciendo espasmos dolorosísimos, antes de caer en el estómago y convertirlo en el cráter de un volcán a punto de estallar.
Hay que hacerlo, antes de nada, para transigir con que el género al que hay que adscribir a “La montaña mágica” o a “Vida y destino” sea el narrativo, el de la novela rio, u oceánica, a camino entre la historia, el ensayo filosófico, el reportaje histórico, o el puro costumbrismo de un ambiente un tanto extraño para los lectores de aquí y de ahora.
Hay que hacerlo, antes de nada, para transigir con que el género al que hay que adscribir a “La montaña mágica” o a “Vida y destino” sea el narrativo, el de la novela rio, u oceánica, a camino entre la historia, el ensayo filosófico, el reportaje histórico, o el puro costumbrismo de un ambiente un tanto extraño para los lectores de aquí y de ahora.
Pero una vez aceptado el hecho de que para escribir cosas profundas, ideas intemporales, haya que hacerlo con cierta superficialidad y con las habituales salsas literarias, al gusto de la humanidad, como el humor en el Quijote, el lujo y el amor en “La montaña” o simplemente el horror, el horror, de “El corazón de las tinieblas”, o de “Vida y destino” de Vasili Grossman, alma casi gemela de Koestler, o de la obra cumbre de este último, “El cero y el infinito”.
He tenido la inmensa suerte de haber pospuesto su lectura hasta haber pasado la escarlatina, el sarampión y todas aquellas impertinencias juveniles -también fui retrasado en eso- llamadas antifascismo, anticomunismo, y antiimperialismo, es decir, la suerte de haber pasado bajo todas esas pancartas sin haber recibido una sola pedrada y, lo que es mejor, sin necesidad de adhesión inquebrantable a las lecturas “obligatorias” de esas corrientes “culturales” periclitadas espero.
Ausente en mi biblioteca, por la calificación panfletaria del libro, que inició, año 1940, la primera gran convulsión entre los comunistas europeos, y que por la condena que los “intelectuales” oficiales de las correspondientes casas del pueblo occidentales, quedó como algo proscrito por obvio, por elemental en su planteamiento, al fin y al cabo algo contrarrevolucionario, y por tanto despreciable sin más.
Luego ni tan siquiera el fallecimiento del autor, en circunstancias tan excepcionales como las que arropan a su protagonista cincuenta años antes, reaviva el interés por este quijote apócrifo.
Tuvo que llover mansa y persistentemente la asociación entre su nombre, el de Orwell y como no, Camús, hasta anegar el campo del compromiso literario, ciertamente en prolongado barbecho, donde la independencia del pensamiento y el compromiso vital del escritor van mucho más lejos de los honores o del éxito editorial.
Los tres insisten en lo mismo, idéntico a lo que dijo nuestro paisano De los Ríos, al volver de la segunda o la tercera internacional, que no recuerdo cual, “No es eso, no es eso” tras comprobar personalmente la situación en que se encontraba el pueblo soviético, el pueblo. Tampoco fue bien visto el comentario, aunque las circunstancias pintaban bastos, igualmente.
Hay algo, mucho, de grandeza, en la genialidad literaria de esos hombres, que se condenaron a la peor de las marginaciones, a la del traidor, la del diferente, manteniendo con firmeza el discurso que a Zola le traería tantos disgustos, el “Yo acuso”.
Sucede que, además de los motivos, las razones que impulsaron a cualquiera de ellos a contarlo, estaban las circunstancias, la guerra mundial, y después la guerra fría, que subyugó la propaganda europea – la Europa libre, como decían en los informativos patrios- durante más de cuarenta años. Años cruciales para enterrar a una generación que había visto demasiadas cosas incomodas para la memoria, y para dejar el espacio abierto a nuevas ideas libres de cargas onerosas.
El que estas no hayan llegado no es culpa de nadie. Cayó el telón y hasta los comunistas chinos son los capitalistas con más probabilidades de salvar el mundo, económicamente claro está. O quizás no, no esté tan claro.
El que estas no hayan llegado no es culpa de nadie. Cayó el telón y hasta los comunistas chinos son los capitalistas con más probabilidades de salvar el mundo, económicamente claro está. O quizás no, no esté tan claro.
Retoma Koestler el eterno enfrentamiento entre la fe y la razón, y comprueba el lector lo que sucede cuando la fe fanática en la razón, como otra nueva-vieja religión, conduce a los desastres. (De Goya sin ir más lejos).
Dice que no se puede ser revolucionario cuando se tiene conciencia, igual que cuando se tiene papada. Y nos hace pensar otra vez.
Una extraordinaria batalla de ideas que no deja de salpicar moralmente al lector a lo largo de sus trescientas páginas, que podrían haber sido tres mil, y no habrían saciado en absoluto la avidez de quien quiere comprender cosas que quizás resulten incomprensibles en su esencia.
Frases que marco en amarillo, otras doblando la esquina de la página donde se encuentran, las más anotadas precipitadamente en el primer papel que encuentro.
“La Historia es un albañil inhumano que hace su mortero con una mezcla de calumnias, sangre y fango”. Irrebatible.
P.D.- Cualidad inherente a los buenos libros. Te hacen leer otros igualmente interesantes.
Ahora tengo que encontrar el discurso de Danton ante el tribunal que lo condenó. Que le vamos a hacer. Es lo que tiene ser testigo.
Fe de erratas.- Donde dice "a las chicas les gustan los jóvenes apuestos" debería decir "a las chicas les gustamos los jovenes apuestos". (Dice el autor que la vanidad es mala cosa).
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Fe de erratas.- Donde dice "a las chicas les gustan los jóvenes apuestos" debería decir "a las chicas les gustamos los jovenes apuestos". (Dice el autor que la vanidad es mala cosa).
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sábado, 22 de junio de 2013
La relatividad no es solamente una teoría.
“El rico come, el pobre se alimenta”.
Francisco de Quevedo
He pedido a Papá que me regale una troika para fin de curso.
Me ha respondido que mejor aguarde a Navidad, porque ahora
en la taiga los caballos pueden morir de sed y además el carromato resulta
inútil.
Pero yo veo que los niños griegos, y los portugueses, tienen
una, y al menos les han quitado la venda de los ojos. Sin contar los beneficios
del cierre de la televisión pública.
El uso propagandístico al servicio de cierta casta, de aquí ,
resulta intolerable. Ni en la peor de las dictaduras son tan osados. La
tergiversación del pasado y lo que haga falta, para cumplir órdenes que nada
tienen que ver con la información. Ayer, sin ir más lejos monográfica
programación en loor del centenario del rey que no pudo reinar. Tiene mandanga.
Por discrepancias con Franco, dijeron. Como si no existiesen otros datos sobre
King Jong I, aparte de los proporcionados por King Jong II.
Yo quiero una troika como la de los otros niños. La
supresión de uno de cada tres funcionarios, y no el empobrecimiento paulatino
de todos ellos. La reducción de la administración política a la dimensión telemática,
que basta y sobra para el mundo feliz en que nos tienen confinados.
Ayer, también ayer, igual que hoy, simultáneamente,
declaraciones sobre haber iniciado la recuperación, con un previsto incremento positivo del PIB, del 0% (sic),
incremento positivo, a la vez que la deuda publica se revalorizaba un 4%, es
decir debemos un 4% más sobre el 100% del PIB en un solo día, a la vez que el
descenso del valor de la empresas españolas se hundía en la bolsa un 3,5%, en
el mismo día.
Menos mal que emplearon el resto de la jornada al centenario
del fundador (y no son destilados, no) bajo la bendición del vicario castrense.
Y aquí, en el mientras, haciendo catas en el cementerio,
previas a la exhumación de 3.000 cadáveres, atribuidos a la cuenta de la
memoria histórica. Lo único esperanzador es escuchar al responsable del asunto
hablando de antepasados. Pues claro hombre, como Viriato. Y como los miles
enterrados en el cementerio musulmán sobre el que está construido mi barrio, mi
casa. Y es que todo es tan relativo, que hasta la paz de los muertos merece el
esfuerzo de ser quebrada para así demostrar que la otra paz es mejor.
Relativamente, ya digo. (Fondos procedentes de una subvención concedida por la Dirección General
de Memoria Democrática de la
Junta). Que me compren la troika, porfa.
Los chavales exhaustos tras el calentón mental de la selectividad, que será eliminada
próximamente y repuesta unos pocos años después, eligiendo camino para un
futuro incierto en el que la seguridad
del acierto estará orientada previsiblemente hacia la ciudad que sea mas confortable,
disfrutable, para sus años de esplendor en la hierba, y no hacia titulaciones
en trance de extinción, por sus enunciados ficticios, de ciencia ficción, o por
la segura e indefinida inactividad, tras el master de postgrado pagado con los
últimos ahorros de la abuela. Supongo que estos chicos también querrán una
troika, o dos, los más pudientes.
Otros, quedarán a las puertas de entrar en la universidad
pública, por aquello de que corte y recorte no son iguales, como el conde y el
marqués en la canción tradicional de los gamberros ilustrados. (Véase Ramses,
Isaias y Pantaleón, o mejor escúchese).
Estos comenzarán sus estudios superiores en la universidad
privada, de la que me atrevo a vaticinar su desaparición real en nuestro país,
antes de que esta nueva promoción reciba la laureada. Unos cuatro o cinco años,
como mucho. Conste que como profeta soy un desastre, también, pero admito
apuestas.
Una institución que ha surgido, y proliferado, al albur del
dinero que quemaba en los bolsillos, años atrás, de una clase media, al borde hoy
de desaparecer, la clase digo, porque los ahorros ya solo los tienen los de la
otra clase, aquella impune e inmune, exenta y demás. Y esa clase, superior,
jamás ha llevado a sus chicos, súper o infradotados, a universidades de aquí,
públicas ni privadas. Solo los títulos de ciertas instituciones imperiales
tienen valor absoluto para ellos.
El negocio de las privadas nacionales, tiene cierta
similitud con el pupilaje a manos del Dómine Cabra, que glosaba Quevedo en su
Buscón. Y es que el siglo de oro – el oro también está bajando, por cierto –
sigue vigente en nuestra vidas públicas y privadas.
Pensar en comprar por unos maravedíes el certificado sobre
pureza de sangre, parece coherente, cuando sobran.
Solo que, en ausencia de posibles, y en la consideración de
que “lo que natura no da, Salamanca non presta”, me remito al final de la
historia sobre el oficio de criar hijos de caballeros, de cuando los hubo.
Leedla otra vez, resulta cruel pero divertida. Y es que
todavía me quedan ganas de reír, a pesar de que no me compren la troika. Y a
pesar de que cuanto mas tarden en comprarla, más pobres seremos, y más flacos
estarán lo caballos, si no nos los hemos comido antes.
Además, es otra via, del calatraveño, para descubrir la realidad a través de la
venda que cubre nuestros ojos.
Busco en Ebay y no la encuentro. (La troika).
El Buscón
Capítulo III
De cómo fui a un
Pupilaje por criado de don Diego Coronel
Determinó, pues, don Alonso de poner a su hijo en un
pupilaje: lo uno por apartarle de su regalo, y lo otro por ahorrar de cuidado.
Supo que había en Segovia un licenciado Cabra, que tenía por oficio criar hijos
de caballeros, y envió allá el suyo, y a mí para que le acompañase y sirviese.
Entramos en el primer domingo después de Cuaresma en poder de la hambre viva, porque
tal lacería no admite encarecimiento. Él era un clérigo cerbatana, largo sólo
en el talle; una cabeza pequeña, pelo bermejo (no hay más que decir); los ojos
avecindados en el cogote, que parece miraba por cuévanos; tan hundidos y
oscuros, que era buen sitio el suyo para tienda de mercaderes; la nariz, entre
Roma y Francia, porque se le había comido de unas bubas de resfriado, que aun
no fueron de vicio, porque cuestan dinero; las barbas descoloridas de miedo de
la boca vecina, que, de pura hambre, parece que amenaza a comérselas; los dientes,
le faltaban no sé cuántos, y pienso que por holgazanes y vagabundos se los
habían desterrado; el gaznate, largo como de avestruz; una nuez tan salida, que
parece que, forzada de la necesidad, se le iba a buscar de comer; los brazos
secos; las manos, como un manojo de sarmientos cada una. Mirado de medio abajo,
parecía tenedor o compás; las piernas, largas y flacas; el andar, muy
espacioso; si se descomponía algo, le sonaban los huesos como tablillas de San Lázaro;
la habla, ética; la barba, grande, por nunca se la cortar (por no gastar); y él
decía que era tanto el asco que le daba ver las manos del barbero por su cara,
que antes se dejaría matar que tal permitiese; cortábale los cabellos un
muchacho de nosotros. Traía un bonete los días de sol, ratonado con mil
gateras, y guarniciones de grasa. La sotana era milagrosa, porque no se sabía
de qué color era. Unos, viéndola tan sin pelo, la tenían por de cuero de rana;
otros decían que era ilusión; desde cerca parecía negra, y desde lejos entre
azul; traíala sin dolor.No traía cuellos ni puños; parecía, con los cabellos
largos y la sotana mísera, lacayuelo de la muerte. Cada zapato podía ser tumba
de un filisteo. ¿Pues su aposento? Aun ararías no había en él; conjuraba los
ratones, de miedo de que no le royesen algunos mendrugos que guardaba; la cama
tenía en el suelo; dormía siempre de un lado, por no gastar las sábanas. Al fin,
él era archipobre y protomiseria.
Francisco de
Quevedo
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jueves, 20 de junio de 2013
ALTERNATIVAS A LA SANIDAD PÚBLICA.- (29).
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lunes, 17 de junio de 2013
Pero el lider no estaba por la labor...
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jueves, 13 de junio de 2013
Carlos Puebla y Sus Tradicionales.- (Revisión a cargo de un revisionista).-
La guaracha, el humor, y la esperanza en un cambio que…
Ahora que la cultura audiovisual –pronto también la literaria – resulta universal y gratuita, y que los vendedores subsaharianos (me resisto a llamarlos sin papeles, o de color) ya están en franca retirada por mor – de mores, costumbres – de, ya sabéis, las fotocopiadoras, que hace cuarenta años amenazaban con terminar para siempre con la literatura y con los escritores, ¡Já!, resulta obligado el actualizar algunos fundamentos marginales de esta situación.
Desde luego que la Red, y su política de puertas abiertas hacia lo “universal y gratuito” tampoco ha pagado los royalties a los genuinos inventores de la cosa, es decir a la sanidad pública española que sí, que lleva camino de desaparecer por idéntica cuestión.
Pienso que si las descargas instantáneas de “datos” no siguieran aquí, cada día, cuando nos despertamos, tampoco habrían cambiado mucho las cosas...
Sin ir muy lejos en las elucubraciones (de Antoine), encuentro las económicas parabólicas instaladas en las ventanas y terrazas y medio mundo y con ellas, el acceso abierto a la información y la cultura urbi et orbe. El que la mayoría las use mal – misuse en ingles, para la que no tengo palabra justa – o sea incorrecta y exclusivamente sintonizados sus canales deportivos, fumbol o similares, no resta mérito alguno a esa ventana de libertad que, asomada a la ídem, osaría competir con las descargas de la red, si estas no fuesen posible.
Añoro, ahora, los tiempos fugaces en los que compré cierta cassette, doblemente ilegal, de Carlos Puebla y Sus Tradicionales, en algún mercadillo portugués de los años ochenta. Copia de original en un soporte barato y carátula en blanco y negro proveniente de alguna fotocopiadora de las que hablaba antes.
Ni que decir tiene que hizo conmigo miles de kilómetros, con el play y el fast forward, hasta que inventaron el auto rewind y vuelta a empezar, y hasta que la regalé a un amigo cuando ya la tenía grabada en la discoteca del alma.
Donde aparece ahora incólume, con esas letras en castellano, tan divertidas, y a veces tan impertinentes, desfasadas en el devenir de una historia implacable que suele poner a los cantautores del departamento propagandista, al mismo nivel de las instituciones a las que sirven. El tiempo, ese que pone a cada uno en su lugar.
Pienso que, afortunadamente, las guarachas siguen teniendo la frescura, el tempo amable del son cubano, con ese ritmo que te alegra y te invita a bailar, aunque sin la impulsiva contumacia del merengue o el cha cha chá. De la cumbia ni os cuento.
Y siguen los estribillos repitiéndose una y otra vez en el disco rayado de la memoria, estableciendo inevitable analogía con los mejores del carnaval de Cádiz, que insisten en confirmar la importancia del final perfecto en cualquier obra que busque la trascendencia.
Llego a olvidar, y por supuesto a perdonar, la propaganda revolucionaria. La nuestra también estaba pendiente entonces, al parecer, y la suya cumple ahora sesenta años de espera interminable, por más que los expertos en agitprop repitan sus estribillos, sus mantras de que hubo un cambio, una transición impecable orgullo patrio y envidia de la humanidad. Otra vez ¡Já!.
Palabras anticuadas como antifascistas o anticomunistas, yankis u OEA, esa cosa tan fea, que son condenadas por los vientos del último medio siglo, a desaparecer del planeta por el agujero de ozono que ahí pusimos entre todos los que vivimos por encima de..(Estribillo reciente).
Me siguen gustando. Las sigo recordando y cantando.(las guarachas).
Hoy se me ha antojado una que viene como anillo al dedo en esta primavera prolongada y plena que nos ha tocado.
La Nueva Esperanza.
Ya el título sugiere su idoneidad para nuestras cuitas, para su conjuro.
El que esté dedicada a un país amigo, vecino, de idéntica lengua y religión – of course, es lo importante, el credo, el que separa a los hutus de los tutsis – no hace más que confirmar la generosidad del rapsoda, su preocupación por el bienestar de los que no han tenido la suerte de estar en el lado bueno de la vida, el que conduce al cielo.
Pero es que la letra, Mon dieu, la letra…
Tiene Uruguay dos partidos
Tradicionales y falsos.
Que son distintos de nombre
El colorado y el blanco.
Nada de viejos partidos
Colorado y blanco
La nueva esperanza dice..
(Estribillo que rima con anco)
Partidos en los que el pueblo
Es ciego, es cojo y es manco.
Defensores de industriales
De banqueros y de bancos.
Pero aquellos dos partidos
El colorado y el blanco
El pueblo les va gritando
Acordaros de (estribillo).
Según el diccionario Oxford de inglés, revisionismo es la “política primeramente presentada por Edgard Bernstein (1850-1932), mediante la cual abogaba por la introducción del socialismo a través de le la evolución más que la revolución, en oposición a la visión ortodoxa de los marxistas. (Wiki).
Los ortodoxos, enemigos de los revisionistas, cuando no les resultó satisfactoria la experiencia, caso de Uruguay, no dudaron en invocar el axioma de la masa crítica, la ausencia de, y cambiar de estrategia basándose en la lógica de la prueba y el error; recomendando lo que antes condenaron, o sea la evolución natural de las especies. (Esta no es de Carlos Puebla).
Estribillo: “Tupamaro”
De Túpac Amaru (1545-1572), último inca de la dinastía rebelde de Vilcabamba y ancestro de Túpac Amaru II. (José Gabriel Condorcanqui).
Aunque bien mirado, también rima con otra palabra de cuatro silabas, “Indignados”.
Y es que, cincuenta años no son nada, frente al tic tac de las olas del mar.
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martes, 11 de junio de 2013
ALTERNATIVAS A LA SANIDAD PÚBLICA.- (28).
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viernes, 7 de junio de 2013
Jose Antonio Muñoz Molina, antes era sólido.-
De las virtudes no teologales.- (o sea, las humanas y morales).-
Ya resulta sospechoso que “La Justicia ” sea una virtud
cardinal y no otra cosa. Esa que todos, ingenuos, creíamos que era el arbitro
del juego cuyas reglas son la base del contrato social, nuestro contrato.
Error, resulta ser una virtud individual e infusa que se tiene, o no se tiene,
se practica o se deja de hacerlo, y que, en todo caso hace al justiciero,
virtuoso, mira por donde, y a los demás, que les den. Vamos bien.
Las humanas no son menos sarcásticas, en tiempos difíciles,
pero al ser adquiridas a través del esfuerzo individual ya tienen una
connotación más cercana.
Universalmente aceptadas como fundamentales, por todas las
civilizaciones que en el mundo han sido, el “Respeto a los demás (reciprocidad)
y a la madre Tierra”, parecen un par de artículos que deberían figurar en la
primera página de cualquier constitución digna de ser firmada por todos. Pero
no temáis que no os darán a firmar nada, y lo harán por nuestro bien, ya sabéis
que el que firma pierde – eso me dicen los pacientes cuando les solicito la
rúbrica para su consentimiento – y además tenemos la que nos merecemos. No
preocuparos.
Buscando virtudes más en consonancia con el concepto de
tales, reviso las tres docenas de valores humanos que la antigua Roma – los
romanos para ser más preciso – consideraban dignos de ese nombre. Y ya
encuentro algunos familiares, y realmente afortunados en el empeño, como
Benevolencia, Clemencia, Concordia, Dignidad, Diligencia, Equidad, Firmeza,
Franqueza, Generosidad, Honestidad, Humildad, Leticia, Libertad, Nobleza,
Paciencia, Piedad, Prudencia, Seriedad o Severidad.
Cualidades todas que en la panoplia de cualquier gobernante,
lo harían digno de figurar en la lista de semidioses que uno aspira a conocer,
o bien de ser santificado, magnicidio mediante, en los habituales idus de
marzo, que aquí no se dan todos los años, afortunadamente y que suelen terminar
con aquello de: ¡Tu quoque, Brute, filii mei!.
Y ello a pesar de que algunas de sus definiciones resulten
suficientemente alejadas de los conceptos con que solemos identificarlos.
Por supuesto que Leticia no es una virtud apropiada para
atribuirla al consorte, de hecho significa: “Vivir un gran gozo por la
resolución de una crisis”, y ya veis que más bien parece lo contrario.
Piedad sería “Respeto y devoción a las creencias”, y no lo
que a uno le gustaría que significase.
Aunque la mayoría de ellos suelen ser compatibles con las
ideas aprendidas a través de su lectura en los libros, porque en la realidad se
vuelven irreconocibles.
Curiosamente, y por otra parte de estricta lógica, casi
todos hacen referencia a la actitud del artista hacia su propia persona,
resultando el imprescindible beneficio ajeno como algo secundario, efecto
colateral en la consecución del espíritu perfecto, angelical para ser más
preciso.
Actitudes que deben ser ejercitadas mediante obras
reiteradas y constantes, por más que el mal uso que hagamos de ellas pretenda
que nos adueñemos de los honores del cargo sin el menor esfuerzo.
Así sucede con Dignidad: “Tener una adecuada autoestima,
hacerse respetar”, donde habitualmente se confunde el respeto que cada uno debe
tener por su persona con el que supuesta e injustamente cree que le deben los
demás. Si uno no se respeta a si mismo, mediante sus actos, no tiene sentido
arrogarse el titulo de.
Y es que lo estamos viendo, y sufriendo todos los días, en
los que gobernantes que ignoran sistemáticamente, que desprecian y carecen de
todos los valores citados, se permiten presumir públicamente de ellos, cuando
no denunciar su ausencia en el rival. Todavía estamos con el asunto a cuestas
de la pureza de sangre. Exigiendo valores absurdos, francamente estúpidos a
cualquiera que les incomode, mientras el espejo en el que se prueban el armani y
la horrorosa corbata de color fosforescente dictados por su asesor de imagen, el
coach manager pagado por ciudadanos al borde de la extrema pobreza, no cesa de
mostrarles el traje de rayas, el pijama penitenciario que realmente portan, y
que se niegan a reconocer.
Filantrópica, película rumana de 2002, Nae Caranfil, de esas
de visión obligatoria – es comedia también, no asustarse- para comprender
alguna de las claves, falsas pero indudablemente claves, en que se mueve
nuestra sociedad.
- ¿”Alguna vez te interesó el mecanismo de la caridad?, ¿Qué secreto dispositivo controla la
compasión?, yo te digo: una historia. Una mano extendida sin una historia que
contar no recibe nada” ("mana intinsa care nu spune o poveste nu primeste
pomana")...
Al menos me quedó grabada la frase que justifica el cambio
en la actitud, en la moral del paupérrimo profesor protagonista cuando alega el
muro infranqueable que lo aísla del confort/supervivencia, la dignidad.
-La dignidad es algo muy caro, y tú, miserable, no tienes
para pagarla- le responde el pigmalión
de turno.
Y se hace la luz en la cabeza del espectador- no voy a
contaros la historia- y queda dando vueltas, como límite que el ser humano
tiene para dar sentido, o quitárselo a todos y cada uno de los valores
mencionados.
Circunstancias personales que obligan ignorarlos ante el riesgo de
perecer, y otras sociales, como las nuestras en las que esos valores resultan
un insulto para cualquier gobernante, cualquier cargo, y hasta cualquier vecino
que pretenda apropiarse de ellos. Dignidad.
No soy digno de ti, no merezco tu
amor…(Gianni Morandi).
Non son degno di te
non ti merito piu'
ma, al mondo no, non esiste nessuno
che non ha sbagliato una volta.
e va bene cosi'
Y es que estoy realmente indignado –volvemos a lo mismo,
indignados, no somos dignos de nosotros, si no lo manifestamos- con la
aceptación por parte de Muñoz Molina del premio Príncipe de Asturias.
Pero hombre, José Antonio, republicano confeso, y compendio
de valores humanos, intelecto privilegiado y pluma sobrada, al comer en la mano
que te tiende el alevín del monarca – nada que ver con las mariposas que
oscurecen el cielo mejicano “pa tolosantos” – estás mandando a paseo ese valor tan
estimado, el que realmente corona la frente de los hombres honestos, la
dignidad, esa de la que tanto has presumido. Sin tan siquiera tener el comodín
del profesor rumano, el hambre, la que tu usas de fondo, sin necesidad de
nombrarla, en tus novelas. En fin, chico, tu quoque, y sin esperar a marzo.
Lástima que no hayan esperado, para dártelo, al aniversario
de Albert Camus, al que tanto has ido aproximándote en tu carrera, y que tan
cercano asoma. No tiene sentido hacer hipótesis sobre si hubiese aceptado
participar en el paripé justificativo de ellos los otorgantes, paripé que les
ha tocado en fortuna a los asturianos, pero, en todo caso, me permito
transcribir un párrafo de su discurso, aunque se el tuyo será igual o mejor,
pero ya nunca no será tan digno, nevermore.
…… Todo hombre, y con mayor razón todo artista, desea que se
reconozca lo que él es o quiere ser. Yo también lo deseo. Pero al conocer
vuestra decisión me fue imposible no comparar su resonancia con lo que
realmente soy. ¿Cómo un hombre, casi joven todavía, rico sólo de sus dudas, con
una obra apenas en desarrollo, habituado a vivir en la soledad del trabajo o en
el retiro de la amistad, podría recibir, sin cierta especie de pánico, un
galardón que le coloca de pronto, y solo, en plena luz? ¿Con qué estado de
espíritu podía recibir ese honor a tiempo que, en tantas partes, otros
escritores, algunos entre los más grandes, están reducidos al silencio y
cuando, al mismo tiempo, su tierra natal conoce incesantes desdichas? ……
P.D.- Digo yo que la Coherencia, debería figurar como virtud,
aunque no esté registrada como tal en el DRAE. Quizás ahí Jose Antonio, puedas
hacer algo.
De cuando eramos sólidos (Enlace con Gianni).
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martes, 4 de junio de 2013
Breve apunte gastronómico. (En tres capítulos y medio).- (y 1/2)
La propina.-
A veces sucede así en la vida: cuando son los caballos los que han trabajado, es el cochero el que recibe la propina. (Daphne du Maurier).
(3).- Evidentemente, oculto los nombres del restaurante (u lo que sea) y el del pueblo blanco. El pueblo es demasiado hermoso para recorrerlo de manera tan estúpida, en una ruta de lugares que entre otras cosas tienen tan poco en común como el color de las paredes de algunas de sus casas, el tradicional encalado doméstico de media España, cuya pretendida exclusividad por este o aquel no deja de ser otra majadería.
Por otra parte el lugar no puede valorarse plenamente si no es quedándote allí al menos una noche, o dos, disfrutando del paso de las horas y de los matices que la luz dibuja en el paisaje durante las primeras y las últimas del día. Si además pillas el cielo raso de una noche de primavera y te dejas envolver por el cobertor estrellado de su cielo, seguramente no lo vas a cambiar por las auroras boreales.
De ahí a que, el intentar apreciarlo durante treinta minutos de un mediodía en el que la luz cegadora solo permite incluir un borrador, un pobre boceto de lo te vas a perder al marchar, solo derive en una frustración para cualquier espíritu sensible. Y de ahí que no pretenda contagiar mis emociones, posibles decepciones, en la versión abreviada del viajero compulsivo.
La razón de proteger al delito gastronómico con el anonimato tiene otro cariz, bastante diferente y quizás, complementario al anterior. Aquí aparece un círculo secreto, una secta entre viajeros expertos en placeres de mesas ignotas, y de ciertas perversiones ocultas.
Llevo tiempo revisando foros de cofrades de esta religión del buen comer, y he observado cierta predilección cuasi orgiástica ante el descubrimiento de locales así, de una cutrez básica, -tampoco va uno a sentarse en un muladar- pero sobre todo donde prime el mal trato al comensal, la humillación en todos los aspectos posibles durante la estancia en una casa de comidas, que se convierte en genuino placer, en sensaciones multiorgásmicas que el afortunado no dudará en difundir entre sus amigos como Dominguín después de la primera noche con Ava Gardner. Sadomasoquistas de postín en el terreno de la gastronomía oculta y silenciosa.
Obviamente no conviene dar publicidad a una perla como esta.
Todavía recuerdo el fiasco del viaje a Carmona en busca de las ofensas, los desplantes y malos modos de los camareros de su parador de turismo. Y todo porque algún bocazas comenzó a difundirlo y aquello se llenó de la noche a la mañana, de tal modo que, o bien ya no había groserías para todos, o mal, algún desaprensivo pidió el libro de reclamaciones, que los cofrades solo solicitamos para echar un rato en el escusado, contemplando como se pasa la vida, como se viene el placer, tan callando, y posiblemente obligó a la dirección a un cambio drástico en el personal que, desde entonces ha perdido todo su encanto. Excluido del circuito, desgraciadamente.
Si, algunos lo llamarán con el adjetivo excluyente que se usa para ciertas minorías, que no hacen daño a nadie, sadomasos, vale, pero si queréis saber de que va el asunto, revisar la escena de “La pequeña tienda de los horrores” la buena, la de Frank Oz, de 1986, en la que el maso Bill Murray arruina la propuesta sado del dentista Steve Martin. Esos dos payasos consiguen una y otra vez hacerme llorar, de risa. (llanto-risa, esa es la clave).
Hace bien poco he asistido a un espectáculo de estos, en los que los espectadores nos confundimos con los artistas, ya que somos los mismos.
En un restaurant portugués, recogido en la guía secreta, con reseña actualizada,en el que cierta siniestra camarera, continúa suministrando placer a sus admiradores, afortunados e ignorados. Aparte de confirmar su bien ganada fama de borde, con su altivez, con su desprecio explicito hacia nosotros, sus agradecidos clientes secretos, consiguió provocar gemidos en la sala,- como los de Meg Ryan en otro restaurante, “Cuando Harry encontró a Sally” de Rob Reiner, 1989- al acusar a una comensala de haber sustraído una copa, y pretender impedir que abandonase el local.
Envidia nos dio a los demás de que no nos sucediese personalmente. Incluso me tentó la idea de romper otra copa adrede, simulando un descuido, a ver si tenía idéntica suerte. Pero apareció el chico que limpiaba las mesas, con la copa que acababa de retirar inadvertidamente, y concluyó satisfactoriamente, es decir sin disculpa alguna, el incidente placentero que no defraudó a nadie.
Comprenderéis que estos lugares hay que conservarlos fuera del imaginario colectivo, y por supuesto, de rutas como la de la de los pueblos blancos.
Los Connoisseurs de aujourd´hui, hartos de tenerlo todo, de esta sociedad cochón que nos ha tocado, tenemos que buscarnos entretenimientos singulares como estos, sin los que la vida resulta bastante aburrida.
(4).- De la gutapercha y la baquelita.-
Todo hay que justificarlo, cielo santo, y yo que creí escribir para almas gemelas.
Gutapercha: Tipo de goma traslucida, parecida al caucho y proveniente de árboles malayos. Es decir, exótico y natural producto, y salvo para fines odontológicos, en desuso, como su bellísimo nombre, gutapercha.
En mi tierna y cruel infancia –como todas, son crueles para los demás que no son infantes- lo usaba para capturar animalitos, pájaros y roedores que quedaban pegados por sus patas a la pizarra o al palito, previamente impregnados, junto al sitio donde solían ir a beber, o quizás de parranda. Jilgueros principalmente. En el pueblo la llamábamos percha o liga, lo de guta sobraba, por razones que ignoro.
Baquelita: O bakelita, primer plástico sintético, elaborado con fenol y formaldehido, en proporción 2 a 3, podéis probar en casa.
Al ser termoestable y de aspecto similar a la madera de castaño, incluso roble o cerezo, según, se usó ampliamente en productos decorativos y carcasas de superheterodinos de tres bandas o teléfonos con cable, antiquísimos, si bien nuestras manos fueron lastimadas y manchadas en más de una ocasión por la baquelita de la tapa del delco, de los 600, 850 y hasta 124 de nuestra adolescencia.
El que no la haya maldecido injustamente que tire la primera piedra.
Baquelita, una bonita palabra evocadora de tiempos no menos dignos de recordar.
El último producto natural, y el primero artificial se mezclan en mi memoria, asociados como claves temporales entre los capítulos de la vida. Normal.
Supongo que esa es la explicación, pero también tengo otras.
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sábado, 1 de junio de 2013
Breve apunte gastronómico. (En tres capítulos y medio).- 3
“El postre tiene que ser espectacular, porque llega cuando el gourmet ya no tiene hambre”
(Alexandre Grimod de la Reyniere)
Pensé por momentos, con cierta justificada aprensión si no serían los efectos alucinatorios precoces de aquella ingesta sin duda sazonada por los druidas de la zona y por el tiempo imprescindible para convertir un plato de comida en un arma peligrosa. La verdad es que hasta transcurridas cuarenta y ocho horas no se disiparon la preocupación, el temor, razonable y la sospecha sobre las consecuencias en el tránsito intestinal y las otras funciones fisiológicas, todas insignificantes comparadas con el asunto digestivo, ya que sin él…
A esa hora ya estaban abierta la tienda especializada en ByP, bollos y pan, la confitería del pueblo, donde esperaba que la nariz, y quizás las papilas responsables de lo dulce, se sintiesen reconfortadas. Y columbré enseguida algo que llevo persiguiendo desde hace tiempo, una golosina que pertenece al terreno de la mitología, en tanto la he visto en ciertas ocasiones escurridizas en las que me ha sido imposible su degustación. Ciertamente no tiene la categoría del dulce conventual, ni los tradicionales ingredientes de la yema, la miel o la almendra en su composición, lo que la convierte en postre barato y por tanto, usualmente alejado de las mesas de postín. Lástima.
Estoy hablando de la antiquísima, la tradicional y exquisita galleta frita. En este caso apellidada rellena, galleta rellena, para ocultarnos que su parte primordial de la elaboración, la sartén y el aceite de oliva, la habían obviado, al objeto de reducir el coste supongo, un poco más si cabe, y probablemente evitar de paso el inevitable enranciamiento que la hace incomestible en pocos días, sin los aditivos oportunos, que por otra parte la desvirtuarían.
Dos galletas María, con un poco de crema pastelera entre ambas y sometidas al calorcito del baño oleoso, lo suficiente para que cambien de color – abbronzatissimas, de Edoardo Vianello – espolvoreadas ligeramente con azúcar – Glas no, por Dios- y la canela suficiente para convencernos de que es una forma maravillosa de echar a perder el recuento de calorías de la dieta aquella que reiniciamos cada amanecer.
Supongo que su incorporación al patrimonio gastronómico este originada a partir de la sección “cocina fácil” de alguna revista, o quizás aparezca en el libro de horas de la sección femenina, que era nuestra escuela de hostelería cuando el movimiento hacia ninguna parte todavía no se había convertido en la transición intransitiva.
Lamentablemente, aquella que probé, no reunía los atributos esperados para el grial que ando buscando, y seguiré por tanto oteando el horizonte de los super de barrio, con la nariz orientada hacia los estantes donde sin duda se esconden ellas. Algunas vi, que lamenté no disfrutar, por la genuina cobardía que me atenaza, y ahora las añoro, claro está.
Prometo avisaros si las encuentro. Y es más, creo estar bastante cerca.
(1.) Paul Bowles.- (El cielo protector).-
Como compositor su producción incluye, entre otras obras, la ópera sobre Federico García Lorca titulada The wind remains, Reliquia del viento, estrenada en 1943 por Leonard Bernstein y basada en Así que pasen cinco años del poeta granadino. (Wikipedia)
Curiosamente, este introductor de la jet intelectual diferente en el norte de África (“Diferente” es de Luis María Delgado 1961, y es la primera película española que aborda la acepción sexual de esa palabra, en vida de) , no ha sido reivindicado por los simpatizantes de cierto epicureísmo psicoactivo y promiscuo, quizás al sufrir una terrible y ecuménica deflagración durante el fenómeno hippie, que finalmente nombró a Jack Kerouac, como director espiritual. Si bien Bowles fue el perfecto aglutinador de aquel grupo de exquisitos, y lo de Kerouac nunca lo he entendido.
(2).-Gerald Brenan.- (El laberinto español).
Los gobiernos nacional y andaluz consiguen su vuelta a Alhaurín el Grande el 1 de junio de 1984. El 19 de enero de 1987 muere a la edad de 92 años lega su cuerpo a la ciencia y es depositado en la Facultad de Medicina de la Universidad de Málaga. El 20 de enero de 2001 es incinerado y sepultado en el Cementerio Anglicano de Málaga junto a su esposa Gamel. En total escribió unos cincuenta libros, la mayoría de ellos de viajes. (Wikipedia).
Los gastos de alojamiento y cuidadores no se abonaron en tiempo y forma, por discrepancias sobre cual era la institución responsable del débito, irresponsables todas. La falta de respeto hacia el anciano escritor, y el uso propagandístico de su forzado retorno, (la foto junto al hispanista senil e indefenso no pretendía otra cosa que aparentar su adhesión al lado bueno, el que estaba en el poder), solo fueron uno de los centenares de avisos que nos negamos a escuchar. Entonces y ahora.
Hay que leer y disfrutar su “Al sur de Granada”, y la descripción que hace, para ingleses, sobre los efectos del cocido, garbanzos, dentro del sistema digestivo. Explica, y demuestra, que cada garbanzo esconde en su interior quince centímetros cúbicos de gas, dispuesto a estallar de la forma más dolorosa, e inconveniente. “El laberinto español” sigue siendo un clásico imprescindible, crónica imparcial de la guerra civil, si es que ello fuese posible.
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