

(1929)
Letra y música: Enrique Santos Discépolo
¡Victoria!
¡Alerta, Victoria!
Bajé de la noria:
¡Se fue desde ayer!
Si me parece mentira
después de seis años
volver a vivir,
volver a ver mis amigos,
vivir con mama otra vez.
¡Victoria!
¡Cantemos victoria!
Yo estoy en la gloria:
¡Se fue desde ayer!
Me saltaron los tapones,
cuando tuve esta mañana
la alegría de no verla más.
Y es que al ver que no la tengo,
corro, salto, voy y vengo,
alucinao.
¡Gracias a Dios
que me salvé de andar
toda la vida atao
llevando el bacalao
y del aceite su sabor.!

, sobre la superficie de la realidad nuestra del ahora de
aquí, absolutamente selenita.
No voy a traducir el texto, ha quedado traslúcido, pero me
veo obligado a explicar su significado, su intencionalidad, ya que ahora el
sujeto es la crisis, y no la mujer; aunque los tanguistas irreductibles me
insinúen que me equivoco otra vez, que el maestro quería decir lo mismo, solo
que a buen entendedor.... Por eso será que no me gusta el tango, porque no debo
serlo, entendedor, que por cierto en castellano (ahora español de España, según
etiquetan a los subtítulos de las películas en las que coger, por ejemplo,
significa asir y no otra cosa) tiene otro significado no menos lunfardo que el
del metalenguaje criollo.
Y es que se ha marchado !Victoria!, esta buena señora.
Ayer domingo, la prensa gozaba de una elocuencia mayestática
y unánime, cosa rara, al menos lo de la elocuencia.
La prensa dominical, debo añadir, es la única prensa actual,
al haber desaparecido las ediciones diarias en papel, debido a la fortísima
competencia , inmediatez y gratuidad digital, y a que la mañana del domingo es
el único tiempo libre de que disponemos para acercarnos a la gasolinera
(dichosos , bienaventurados, los que todavía disfrutáis del quiosco) con el
bolsillo bien repleto del remanente semanal, unos cinco euros más o menos, para
recoger el diario, con su suplemento, sus folletos publicitarios (publicidad
adicional a la de su contenido) y la barra de pan calentita y rústica (ahí los
privilegiados usuarios del quiosco llevan las de perder, y si además sufren el
que los domingos no hay pan...se siente), aunque ayer fui sorprendido con una
novedad, premonitora de los tiempos venideros, por más que la propaganda
oficial, y la letra del tango, sostengan lo contrario. Comprobar la presión de
las ruedas del auto, ya no es gratis. Hay que pasar por una sofisticada
maquinita, introducir un euro, y retirarse avergonzado sin haberlo conseguido.
En mi defensa he de admitir que es la primera vez (confesad como fue vuestra
primera vez, de aquello, sinceramente) y que todavía estoy luchando con el
Android a nivel básico, y perdiendo.

Alegría desbordante, euforia desatada, están en la gloria.
Al parecer nunca hemos estado mejor que ahora. No hay más que mirar hacia atrás
(lo hacen sin vergüenza) y comprobar que los sabañones, el trabajo en régimen
de semiesclavitud, o el mal olor corporal están prácticamente extinguidos en
nuestro país, donde el mando a distancia es el autentico paradigma de nuestra
democracia, el ciudadano usuario es quien tiene la decisión final, mientras no
se le ocurra pulsar el botoncito rojo, ese que lleva escrito “OFF” que nunca ha
sido usado, ya que existe la leyenda urbana (lo han leído en Internet, o en el móvil)
de que su uso acarrea el vacío existencial, cuando no la locura, la que lleva
al hombre a pensar, a mirar alrededor, y a buscarse inevitablemente, la ruina.
Pasado maloliente y además en blanco y negro, nada que ver
con la paradisíaca situación actual, a la que además se permiten comparar
(todos, oyes) con la de países del tercer mundo, de esos países del futuro, que
siempre lo serán, como siempre han sido, donde la gente muere por cosas tan
estúpidas como la falta de agua (no aprenden a vivir junto a los ríos), las inundaciones (no aprenden a vivir
alejados de los ríos), o sencillamente por el hambre, que es el jinete más
eficaz del apocalípsis . Lo llaman hambruna para distraer al espectador, que
tampoco hay que amargar el pollo en pepitoria que está sobre la mesa (1). Por
cierto que dedican páginas en cuché, media docena, a la cocinera más importante de la historia (siete
etoiles michelen, oyes) que obviamente es española, natural del lugar donde
mejor se come en el planeta, probablemente.

Porque es de ganar elecciones de lo que estamos hablando. Y
de intentar convencer , con el bombardeo abusivo si fuese menester, de que todo
va bien, que no os mováis que es peor, como dijo Bob Hope a sus compañeros de
safari al verse sorprendidos por un león, en el instante previo a desaparecer corriendo
en solitario.
Por una vez no pienso contradecir a nadie, a discutirles la
razón que tienen en esos silogismos de párvulos escasamente dotados, solo
lamentarme (todo tango es un lamento, incluso el de !Victoria!) de tener que
ser testigo de este timo reiterado, en el que los timados van a exigirnos otra
vez , que nos hagamos responsables solidarios de sus errores. Y sospecho, en
vista de las circunstancias, que no nos va a quedar otra salida. Los trileros están preparando sus cubiletes,
y el poli de la esquina sigue mirando el callejón bajo la luz cegadora de la
farola. Nada nuevo.
(1).- Observo, desde el mismo lugar en el que resulta
inevitable pensar después de observar, que están de moda en nuestras mesas los
pollos “de corral”. Que aparecen por
centenares de miles en los mercados, y que salvo en tamaño y precio en
nada se diferencian del pollo transgénico “de toda la vida”. Vamos a ver buena
gente. Seguro que no habéis visto un corral en la vida, y menos una gallina
clueca, y que desconocéis el tiempo y lugares, ya inexistentes (como dice la
propaganda oficial, aquí con certeza) necesarios, para que uno de ellos se
convierta en menú familiar postinero. Ahora bien, que si os dejáis engañar con
un pollo, supongo que los de la papeleta lo tienen bastante fácil.
Por cierto que los del Mercadona son más elegantes en la
falsedad. Lo llaman “pollo rural”, por aquello de la mentira piadosa, del
pecado venial que nadie les va a cobrar. ¿Corral?, ¿Rural? Creo que los de la
Real Academia deberían hacer algo, aunque después de leer a Marías lo que ellos
hicieron en su lucha por las libertades y su feroz enfrentamiento contra la
dictadura, mejor me las envaino (las palabras), y disfruto con todos estos
estupefacientes gratuitos que me ofrece la vida.
Discépolo, Gardel, que grandes que sos vos.
Para los que gustaís:
https://www.youtube.com/watch?v=ombHnooizpw
Para los que gustaís:
https://www.youtube.com/watch?v=ombHnooizpw
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