“60 Años de cine español en fotos de la agencia Efe.1915-1975”
En ella aparece el alcalde de Villa del Río, homenajeado por el profesor que mató a un ciclista y por las protagonistas de Placido y de La hermana San Sulpicio, respectivamente.
Me perdí su exhibición mural en la calle Larios, y me quedó la curiosidad, el apetito por ver las fotografías, aunque fuese en el tamaño, mucho mas modesto, casi de bolsillo, en que aparecen en el libro editado ad hoc.
Por eso cuando lo encontré en la librería fantástica, aunque precintado, pude ver en su reverso los logotipos de los patrocinadores, seis u ocho, todos públicos y, no dudé en colocarlo en el cesto.
La librería en cuestión, está ubicada en un antiguo cine-teatro, en la calle más emblemática de Sevilla, la calle Sierpes. Disimulada entre varios establecimientos comerciales, conserva la distribución y hasta el espíritu, de su anterior función. Entras dejando a un lado las taquillas, ahora expositores, y avanzas por el pasillo central, flanqueado por libros, hasta subir al escenario, donde te esperan las novedades junto a ediciones mas o menos exquisitas. Desde allí, contemplado por decenas de miles de tomos ansiosos de asirse a tu brazo, puedes sentirte parte del espectáculo. Muy elegantemente, no tienen marcados los precios, con lo cual, aparte de separar el aspecto inmaterial del libro de la aridez del vil metal, te encuentras desinhibido a la hora de ir organizando el hatillo. Hasta ahí, bien.
Pero cuando llego a la caja, cuando me presentan el ticket, noto con asombro que no corresponde con la cantidad más o menos estimada. Se dispara hacia arriba con una diferencia equivalente a un libro mas sobre los seleccionados. Reviso y…es él. Vuelvo a cogerlo, miro detenidamente la contraportada, por si me he equivocado en la apreciación, y una vez descifrados los sofisticados jeroglíficos, diseñados sin duda por las primeras figuras de la cosa, compruebo que son todos de la casa, de mi casa, a saber: Ayuntamiento de Málaga, Área de Igualdad de oportunidades de la mujer. Junta de Andalucia. Consejeria de la Cultura. EFE, RENFE, ADIF, y otro nuevo para mi 2016.que al principio pensé que era el titulo de una película de Wong Kar Wai, y por tanto comercial, pero no, 2016 significa Málaga ciudad europea de la cultura, y también lo pago yo, lo pagamos todos, a esa y a todas las entidades benefactoras del evento, A sus directivos, y a sus correspondientes Cuquis, como ya vimos antes, por lo tanto el libro es mio, es nuestro, puesto que ya lo hemos pagado antes. Pero el cajero no opinaba lo mismo.
-¿Lo va llevar Usted. O no?.- Fue No. Claro está.Con gran indignación por mi parte.
Y me quedé con mis principios intactos, pero sin el libro, como tantas otras veces a lo largo de mi vida.
Solo que ahora veo claro que esta presunta estafa, no es mas que una anécdota si la comparo con el hecho de que estemos pagando la enseñanza pública y a la vez las universidades privadas (hay tantas como empresas constructoras), las academias, (estas son todas privadas, que curioso) o los estudios complementarios postgrado de pago, que nuestros hijos deben realizar si quieren encontrar trabajo.
Que estamos pagando la sanidad pública (la joya de la corona) a la vez que la asistencia privada se afila los colmillos de acero ante la masificación y las esperas interminables en el Sistema Nacional de Salud.
Por no hablar de la duplicidad de la tarea de los guardas de seguridad privados, o de nuestra eficacísima sección antiterrorista, francesa por supuesto. O de nuestro equipo de mediación internacional, liberación de rehenes, asistencia a cumbres, etc., también frances, y además gratis, al parecer.
Me asoma la obsesión impertinente de que estoy pagando dos veces por casi todo, Y de que estoy en desventaja con los que solo pagan una vez, Por no decir que, no tengo nada que hacer ante los que no pagan ninguna y, encima, cobran por ello. Me hace pensar en las demandas de vascos y catalanes, de pagar solo una vez, y levito mientras medito. Terrible cuestión, terrible catilinaria para plantearla en tiempo de crisis, pero mas terrible es intentar vivir con semejante peso en las espaldas sin ser Sísifo, ni pretenderlo.
Y es que además, hace poco que he visto en microsiervos.com, en el enlace a las paginas de aeronáutica curiosa, como prueban la resistencia de las alas de un Boeing, añadiendo peso sobre ellas por encima del valor proyectado y garantizado por los ingenieros de la empresa fabricante. Cuando sobrepasaron el 154%, justo ahí, el avión dejo de serlo. Hay un límite para las cosas, al parecer. Y aquí seguimos pensando que no, que así siempre nos ha ido bien, y que por seguir probando (aumentando el peso) no perdemos nada.
A mi, a pesar de que me parece admirable, y envidiable la figura de Jeremías lamentándose ante la destrucción de Jerusalén, del anciano extenuado en su labor (era un profeta profesional) y deprimido por las efectos, terribles, de su ineficacia. A pesar de parecerme la estrella de la exposición monográfica de Rembrandt, a mi me jodería.