sábado, 15 de mayo de 2010
GOYA Y LOS PECADORES. DISPARATES EN VOZ ALTA
--------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------Disparates en voz alta. (hechos o dichos fuera de propósito y razón)
LA CONTRICIÓN IMPERFECTA.-
Dícese de aquel arrepentimiento motivado por las consecuencias negativas, por la pena o castigo, que sobrevienen al pecador.
Se usa en contraposición a la contrición fetén, a la perfecta, es decir aquella en la que el pecador, indiferente al precio que ha de pagar, está tan dolido por haber faltado al amor de dios, a lo mas profundo de sus convicciones que, al reconocer el sufrimiento que el alma padece por faltar a sus creencias, se encuentra en el punto donde el arrepentimiento le ofrece la luz necesaria para alumbrar de nuevo el camino.
Todo esto lo saben, o deberían saberlo los creyentes, de todas las religiones supongo, porque la base moral suele ser idéntica. Y los no creyentes no deberían llamarse andana (eludir o excusarse de obligaciones o de cumplir castigos).dada la tabarra inmemorial que los primeros vienen ofreciendo con sus fundamentos.
Y es que la primera, el miedo al castigo por los actos impuros(léase delictivos) debería ser mas que suficiente para que los hijos de Adán, asumido que no todos van a ser justos y benéficos, por mas que lo diga la Pepa (Constitución de 1812), cuiden muy mucho cualquier desviación del comportamiento fuera de las normas establecidas.
Para ir aclarando conceptos, diré, y repetiré, que las faltas y los delitos, en su más amplio espectro de catálogo para pecadores, no son otra cosa que un crimen y sus habituales son criminales. Así figura en las leyes de los países democráticos, los otros, y así suele servir para aplicar la pena, que incluye la restitutio ad integrum, es decir devolver lo robado, antes de conseguir saldar la deuda, que no el pecado, ya que este no tiene perdón, es un estigma para siempre. El ego te absolvo solo figura en los ritos preincaicos.
En el mundo que nos rodea, el que la hace la paga. Y la única redención, relativa, viene por el esfuerzo de cada uno, para no volver a delinquir y para compensar los daños a lo largo de sus días.
Quiero decir que no está mal del todo la contrición imperfecta, el tío de la vara, la justicia, vigilando y corrigiendo desviaciones. Ya se que en el mundo utópico que los traficantes de fantasía nos venden, e imponen, durante los últimos tiempos, esto está mal visto. Tiene connotaciones totalitaristas a las que resulta fácil algún anti, (fascista, capitalista, etc.) tan querido por los habituales consumidores de propaganda barata. Pero no por ello deja de ser manifiesta su necesidad en cualquier tipo de sociedad a través de los siglos. Si bien la evolución hacia la perfección de los métodos de gobierno, democracia por supuesto, puede dejar en mínimos, imperceptibles, la presencia de los efectos penales de la justicia en grado exagerado.
Lo cierto es que no es el caso. Cuando las reglas del juego, y no voy a juzgarlas, son tan diferentes al planteamiento inicial, a la copia del contrato de países en los que el sistema participativo, de autogestión y revisión continua de los resultados, lleva mas de doscientos años establecido.
Tan diferentes los nuestros como el asumir que la forma externa, la mas burda de las imitaciones es mas que suficiente, para que parezca que, para que podamos seguir indefinidamente jugando a demócratas y permitiéndonos incluso olvidarnos de algo tan importante como la contrición imperfecta.
Al fin y al cabo creer es tan fácil y barato como decir que se cree. Y el perdón te lo dan igual con contrición, arrepentimiento, o sin ella. Por no hablar del propósito de la enmienda. ¿Para que?
Y no voy a ser tan cretino, ya lo soy en grado menor, para ponerme a hablar de un país corrupto. Porque no es justo. No es un país, ni son todos los paisanos. Aunque haya muchos. Y aunque, lo peor de todo sea que no existan normas que puedan llamarse tales, que puedan evitarlo.
Mientras el objetivo de los gobernantes no sea otro que el de conseguir el sillón a cualquier precio, y el de los paisanos el tan solo deleitarse, o lamentarse con el espectáculo cuatrianual de la pelea por el sillón, en la que ellos no piensan hacer otra cosa que aplaudir o silbar al caballero que lucha en el duelo por el pañuelo de la doncella. Sin darse cuenta de que ellos, los espectadores, son la doncella. Y luego pasa lo que pasa.
Que el tálamo es muy doloroso, a veces, como me contaba un curita verdadero, cuya imagen del mundo venia impuesta exclusivamente por los relatos escuchados al otro lado de la rejilla del confesionario. Más o menos como la imagen que los paisanos tenemos de la situación real de nuestro país, si nos creemos lo que vemos a través del televisor, o la información ofrecida por los medios “independientes”.
Y es que lo mas importante sigue siendo lo que hemos ignorado desde el principio, aquello que ni se nos ha ocurrido tener en cuenta, por mas que lo tengamos delante de las narices desde el principio. Es la contrición perfecta.
El arrepentimiento por el amor a dios, por el daño que hemos hecho con nuestra falta a los que mas queremos, a los que nos rodean, al credo que origina y mueve a nuestra sociedad.
Aparentemente no es otra cosa que el fragmento de una letanía para fanáticos. Y puede que también tenga algo de eso. Pero es la base de la fe. Y el creer en un país, en un colectivo en el que progrese nuestro pueblo y nuestra familia, tiene mucho de religioso.
No admite la opción complementaria, negativa. No existe la posibilidad de creer o no creer, de elegir estar a favor o en contra. Si no existe un mínimo de conciencia colectiva por parte de la población, habrá que asumir que si, que existe, y actuar como si tal cosa.
Si el hombre es un animal social, no podemos excluirnos, y solo nos queda revisar las reglas del juego, el contrato programa, ver por donde está fallando, y recomponerlo para seguir adelante. No hay otra. Y es la base de la civilización. El respeto mutuo y la existencia de un delegado común que prevea y corrija las desviaciones de la norma.
Podrán parecer palabras vacías de contenido. Pero la vida ficticia del país, el estado de bienestar urbi et orbe, y el gratis total, no solo ha demostrado que el saco de la realidad está vacio, si no que tiene en el fondo la factura de todo aquello que contuvo hasta ayer y que tan alegremente hemos despilfarrado.
El seguir participando en la estafa colectiva, sea como estafadores o estafados, no nos hace inocentes ni nos presta impunidad a la hora de rendir cuentas. De hecho ya estamos pagando parte de ese error, y no solo justos por pecadores, porque ello no sirve en el más acá del mundo civil donde nos encontramos. No nos hace mejores, quiero decir, ni nos lo tomarán a cuenta de meritos prestados, a fin de mes.
Supongo que muchos, la mayoría, estarán buscando ansiosamente en los artículos de opinión, en las gilipolleces de los oráculos y en los titulares de la propaganda oficial, (y toda propaganda lo es, necesita un patrocinador, que no somos ni tu ni yo) la solución a este enigma, la piedra filosofal que permita a la mayoría seguir robando, por acción u omisión, decía el librito, mientras los hechiceros siguen con sahumerios y penachos dorados bendiciendo a la multitud.
Los mismos falsos creyentes que buscan soluciones externas, y milagrosas, esperando otra vez que Moisés baje del monte con la solución definitiva, ignorando que la solución está dentro de cada uno, que todos tenemos capacidad de reflexionar y de encontrar soluciones para si y para los demás, siempre que consideremos algo tan sencillo como que la razón debe estar por encima de los instintos, y que nadie puede pretender seguir abusando de los demás, hacerlo indefinidamente, y sin pagar por ello. Al final pagaremos todos, incluidos los malhechores, y la ceguera colectiva no va ser consuelo para los tuertos. De hecho no les va servir para nada tener un país pobre con un futuro miserable.
Vuelven los episodios bíblicos a iluminar el presente. Situaciones de hambruna y retroceso global a entornos medievales que, a algunos profetas del infierno, les hará invocar el juicio final, y que a la mayoría de perjudicados moverá a buscar guías en el tiempo de tormentas que se avecina.
Y este es el momento ideal de iniciar una nueva amistad. Cuanto mas critica parece una situación, mas perdurables pueden ser las soluciones que aparezcan para no volver a repetir los errores. El ver las orejas al lobo puede ser la mejor vacuna para no ser devorados.
Por eso, surge la ocasión, para que los desinformados, los insolidarios, los deliberadamente ignaros y pasivos paisanos, entre los que me encuentro, nos planteemos cuanto de bueno será seguir la bandera o banderas de aquellos que nos ofrezcan soluciones que nos devuelvan lo mas rápidamente posible al mundo de Alicia, al de la fantasía, del maná consuetudinario, que nos permita por los siglos de los siglos seguir viviendo del sudor ajeno.
A creer, a seguir creyendo, en aquellos que no nos ofrezcan lo mismo que Churchill a los suyos, sangre sudor y lágrimas.
Porque si seguimos unicamente con la contrición imperfecta, o con la ausencia de ella cuando nadie reprende ni castiga al malhechor, permitiendo que este llegue a erigirse en un modelo para la multitud, cuando no en dirigente electo. Si olvidamos que el precio que vamos a pagar por nuestra desidia puede prolongarse indefinidamente, esta hipótesis se hará realidad.
¿Soluciones?
Supongo que, como animalillos recelosos que somos, cada uno tendrá la suya.
A mi se me ocurre que es buen momento para reflexionar, y para dejar de confiar en aquellas instituciones, muchas, que no solo no han servido para evitar esta situación, si no que han contribuido a generarla, cuando no han sido directamente su causa, sin necesidad de contribución ajena.
Mas vigilantes, cuando la necesidad aprieta, y mas humildes a la hora de reconocer que todo está escrito mil veces en los renglones del tiempo, e incluso en los manuales de religión, de todas.
Y sobre todo la necesidad de creer en el aquí y en el ahora. La convicción de que la fe no es suficiente, si no va acompañada de la acción. Y de que esta, individual, deberá unirse a otra colectiva basada en un nuevo contrato social.
Contrición verdadera, ya digo.
Imagen.- “Los ensacados”
No han faltado comentaristas que atribuyan a Goya la intención de deplorar, aquí, la condición inmóvil de quienes no desean la libertad general, encerrados en los estrechos talegos de la vanidad y la soberbia, del orgullo de casta, y de la presuntuosa noción de la propia superioridad.
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Para mayor información sobre los Disparates se puede consultar GOYA DISPARATES INTERPRETACIONES https://sites.google.com/site/goyadisparatesinterpretaciones/
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