miércoles, 29 de diciembre de 2010

DE LA SERIE..



De la serie:
Notas que suelo escribir para aclarar las ideas de los que no se quieren enterar y que por respeto a sus deseos, destruyo después. Pero algunas veces olvido hacerlo.

1.- La cesta de Navidad de los Gómez.-

Ahora, aunque con exagerada timidez, comenzamos a hacer justicia a nuestros dibujantes de comic, a los ilustradores de historietas y de chistes ingenuos que , además de prolíficos, que lo fueron, son los que sustentaron nuestra imaginación durante las décadas que esta no tenia otro sustento. Los medios de comunicación daban para muy poco mas, y ese poco mas suele ser mejor no meneallo por aquello de las comparaciones, o repeticiones, reapariciones fantasmales en los tiempos actuales. Mas de lo mismo, aclaro, ya que durante los últimos cincuenta años la propaganda oficial y sus destinatarios ha resultado ser sospechosamente la misma.
Estos chistes, recogidos dentro de un escueto y lineal marco, y a veces sin siquiera ese mínimo paspartu – passe partout, en el original, antes de pasar por la RAE – solían gozar de una simpleza tan exagerada como para gustar a todo el mundo, sin molestar a nadie, y su efectividad a la hora de hacer reír era consecuente con ello. Un esbozo de la sombra de una sonrisa en el lector que, no llegaba a alterar la comisura de su boca.
Revisar de vez en cuando aquellas viñetas suele ser decepcionante para los que busquen algo de humor en las revistas del supuesto género.
Sin embargo, sociologicamente, resultan sorprendentes a la hora de retratar una sociedad, aquella antecesora de la nuestra, donde ya estaban los brotes de los defectos y de las virtudes de la gente de hoy.
El machismo, el clasismo, la xenofobia, la explotación del asalariado, o el desprecio hacia los mas necesitados, eran motivo frecuente de sus monigotes. Eran y siguen siéndolo, solo que hoy nadie reconoce su existencia y mucho menos se atreve a hacer bromas al respecto. En ese aspecto, en la imagen, tenemos que reconocer cambios sustanciales, tanto la estupida pretensión de que “lo políticamente correcto es sinónimo de corrección política, como el miedo a la pedrada metafórica, es decir a perder votos o perder prebendas, hace que el personal se tiente la ropa antes de hacer un mal chiste o incluso de abrir la boca.
Claro que la realidad es obstinada por naturaleza, y las cifras, aun manipuladas de forma grotesca, suelen ser contundentes.
Mas mujeres asesinadas que ayer, pero menos que mañana.
Los signos externos de riqueza mas ostentosos que nunca, centenares de urbanizaciones cerradas al trafico, protegidas por sistemas de defensa privada y con total opacidad sobre las actividades económicas de sus propietarios como de las condiciones laborales de aquellos que los sustentan.
Millones de trabajadores que lo fueron, y a los que las horas trabajadas sin contrato y remuneradas en sobre cerrado, durante media vida, les colocan en el limbo del “na te debo, na te pido” y a las puertas de la semiesclavitud o de la nada.
Del futuro inmediato de los inmigrantes de ayer, emigrantes de mañana, mejor no hablar. Problema inexistente sobre personas invisibles.
De la prostitución infantil, como actividad social que esporádicamente viste la túnica del escándalo para luego seguir viva, alejada de la luz, solo queda insistir como reflejo real de los valores éticos que nos asisten. Y pobre ética, cuantos crímenes se cometen en tu nombre. Mejor no insistir.

La viñeta en cuestión mostraba a la señora Gómez en su puerta, recibiendo una cesta de Navidad y dirigiéndose a su marido – el texto dentro de un globo –

-¡Manolo!. El chico del reparto nos trae la misma cesta que regalamos a los Domínguez. Al parecer ellos la enviaron a los Rodriguez y estos a los Martínez. Estos últimos nos la regalan a nosotros.

La gracia, que algo había, estaba a primera vista en el recorrido circular del regalo navideño que, aparte de la propina al repartidor, no había ocasionado mayores perjuicios. El objetivo de la cortesía, de la convención social, o del pago por servicios prestados o a cuenta, quedaba cubierto en todo caso, y tan solo parecia un tanto incoherente el uso que los Gómez iban a dar a las delicatessen que habían comprado para otros. Nada irreparable.

Ahora imaginemos que la familia Gómez somos un colectivo lo suficientemente grande, municipio, comunidad o país incluso, y que la cestita en cuestión son las empresas publicas, resultando además que, en cada entrega sucesiva, los receptores devoran su contenido, que hay que reponer con dinero de todos, antes de entregarla al siguiente. Resulta fácil imaginar el resultado de tal actividad social.
Que no es la de hacer regalos en pascua sino la de hacerse autorregalos, su propia existencia, en nombre de lo absolutamente innecesario. Intentaré explicarme.

El Palacio de exposiciones y congresos de mi ciudad – y de tantas otras – presenta al cierre del ejercicio una facturación que duplica a la de años anteriores. Imagen positiva publicitaria.
Si bien, no tiene beneficios, ya que aparte de que su finalidad es altruista, los elevados ingresos no cubren los gastos corrientes, ni mucho menos la amortización del coste, y de sus intereses, que duermen en el cesto de la deuda.
Si observamos a “quien” o “quienes” ha facturado los ingresos comprobamos que mas del 90% es a empresas de titularidad pública, que pagan lógicamente con dinero de todos a cuenta de lo de antes.

RENFE, ahora ADIF, explota una de las redes de alta velocidad mas eficientes, y mas rentables según sus responsables, del mundo. Imagino a quien facturan la mayoría de sus billetes, y prácticamente todos los de primera, a cargos políticos, funcionarios y empleados de empresas externas trabajando para el estado.
Negocio redondo, los ingresos a cuenta de la deuda y los gastos también.

Hay miríadas, piélagos, constelaciones de instituciones, de fundaciones, de empresas proveedoras de servicios o de no se sabe que, en la onda anterior.
Por no cansar recomendaré tan solo un seguimiento del cierre inevitable en años venideros, y de la reiterada sorpresa ante la existencia, y persistencia, de semejantes quimeras.

Saliendo, solo un poco, del ámbito estrictamente público, y para terminar de explicar lo inexplicable.
Sobre el coste de la energía: electricidad, gas, y otros combustibles, y sus increíbles e inevitables efectos sobre los presuntos ciudadanos.

Producimos energía a un coste de cuatro, la vendemos al exterior a tres,-ese es su precio real- y la cobramos a los paisanos a cinco. ¿Es posible? Si señor.

El precio final , semipúblico, controlado por el gobierno por el coste político que conlleva, lleva muchos años por debajo de su coste real –tres- a cambio de una deuda que el estado, es decir todos, asumimos como diferencia en el haber de las eléctricas que, alguna vez, es decir ahora, hay que liquidar.
Después de haber construido centrales nucleares, carísimas, como bien sabe Homer Simpson, como Lemoniz o Valdecaballeros, las destruimos antes de que comiencen a producir por un quítame allá una ideología -¿son molinos o gigantes amigo Sancho?- y ponemos el gasto a la cuenta de siempre.
Después decidimos ser pioneros en la cosa – y eso suele ser un extra, ser los primeros – y multiplicamos la mencionada deuda por dos o tres veces, al objeto de que nuestra energía sea la mas ecológica, y la mas cara, -coste cuatro - de todas.
Primas multimillonarias para huertos eólicos y solares que hay que pagar en el recibo de la luz., junto a sus intereses. Este ya va por cinco.
El excedente, es decir un 2% en días especialmente ventosos y años especialmente húmedos, lo vendemos a Francia, a su precio de mercado, es decir tres.

Las empresas eléctricas, como privadas que son, miran sus cuentas de otra manera, y estas cuadran siempre. Si dejan de cuadrar las empresas desaparecen y el servicio con ellas. Salvo que el estado decida nacionalizarlas con un dinero que no tiene, ni tendrá en décadas, y comenzar a explotarlas con la misma e ineficiente gestión demostrada en la mayoría de las empresas públicas, dando prioridad a la finalidad de la cesta de los Gómez, la propaganda, que es lo mismo que dejarlo en manos de los iluminados de carrera – psilocibina y/o grifa – de los gobiernos.

Poco tiempo hay que dedicar a la cesta, peladillas o turrón blando, y vino espumoso o sidra achampanada, no hay para mas. Y consumirlos antes de que caduquen. Pero siempre a sabiendas de que la cuenta llegará inexorablemente, y con los precios acordes con los que tenían las viviendas hace tres años. Sin ir mas lejos.

Lo realmente extraordinario de los que siguen riéndose con los chistes ajenos, es que ni se les pasa por la imaginación el que se están riendo de ellos mismos.
Extraordinario es que, estemos buscando culpables desaforadamente, para lapidarlos o para poner a otros culpables en su lugar, y que nunca, jamás se nos ocurra ponernos delante de un espejo y preguntarnos quien los puso en ese lugar hace dos, hace cuatro años.

Al menos los fantasmas , que no se reflejan en los espejos, saben cual es el motivo.
¿Qué vemos nosotros?.

P.D.-

En el balane económico de fin de año, me acabo de enterar de que la linea de AVE que mas se acerca al umbral de la rentabilidad, lo hace en un 60% del coste real, y es la de Madrid-Barcelona. Un desastre denunciado por organismos europeos, que no hace mas que corroborar lo anterior. Es la propaganda política mas cara de la historia.

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