Deus ex machina
Nec deus intersit, nisi dignus vindice nodus es una locución
latina que significa: "No hagáis intervenir a un dios sino
cuando el drama es digno de ser desenredado por un dios"
(De Horacio, en Arte poética)
La tragedia griega debería resultarnos tan lejana e
incomprensible como los literatos y la mayoría de los personajes de la cultura
norteamericana. Pero, para bien o para mal, hemos crecido con ellos y el teatro
griego sigue siendo, afortunadamente, intemporal e imprescindible para configurar de
alguna manera la identidad de nuestra civilización, al tratar anticipadamente los
dramas cotidianos y reiterados de toda la humanidad.
Norman Mailer
pertenece a un universo tan extraño, y tan cercano para nosotros, como los
protagonistas de las Crónicas de Marte, del añorado Bradbury. Lejano y a la vez intuido. Ficticio pero
presentido. Un desconocido cuyo rostro nos resulta familiar.
Escritor
especializado en el relato periodístico a cuyo desarrollo se consagra, como
epígono del género de moda. Solo que Capote
ya estaba allí, seguía estando, como el dinosaurio de Monterroso.
Coetáneo de Capote, representante del sector girondino en la comedia humana del siglo veinte, también dedica sus años dorados a retratar la crueldad de un crimen a sangre fría y la implacable ejecución de sus autores por la justicia, la tradicional del juez de la horca. Pero Norman establece una diferencia insalvable en lo personal con Capote, es un icono del izquierdismo norteamericano, que como bien sabemos no es otra cosa que un eufemismo del adjetivo innombrable, el que una vez asumido, o simplemente sospechado, enviaba a la cárcel a otros jacobinos, representantes de la tragedia americana, como Dalton Trumbo o Dashiel Hammet, o marginaba a escritores de la talla de Arthur Miller o Bertold Bretch.
Coetáneo de Capote, representante del sector girondino en la comedia humana del siglo veinte, también dedica sus años dorados a retratar la crueldad de un crimen a sangre fría y la implacable ejecución de sus autores por la justicia, la tradicional del juez de la horca. Pero Norman establece una diferencia insalvable en lo personal con Capote, es un icono del izquierdismo norteamericano, que como bien sabemos no es otra cosa que un eufemismo del adjetivo innombrable, el que una vez asumido, o simplemente sospechado, enviaba a la cárcel a otros jacobinos, representantes de la tragedia americana, como Dalton Trumbo o Dashiel Hammet, o marginaba a escritores de la talla de Arthur Miller o Bertold Bretch.
La caza de brujas, no
obstante había terminado, y fracasado, cuando Mailer se convierte en un líder de
la progresía antibelicista, detenido en manifestaciones anti-Vietnam, motivado autor de la novela por antonomasia sobre
la segunda guerra mundial “Los desnudos y los muertos” en
parte autobiográfica, y finalmente paladín
de los derechos humanos.
Su novela-reportaje “La
canción del verdugo”, pone de
manifiesto la lucha del reo Gary Gilmore,
por conseguir ser ejecutado, desmontando una tras otra todas las triquiñuelas pro
abolicionistas de los grupos de presión que toman su figura, la del primer ajusticiado
en muchos años, como bandera política. Héroe y millonario póstumo, Gilmore con
su muerte pone de manifiesto el tremendo poder de los medios de comunicación, y
la influencia del partidismo político en algo neutral a priori, la justicia.
Mailer estaba allí para contarlo, con las habituales claves del género judicial
- ese gran desconocido en nuestro entorno -
y del docudrama que había tenido “entretenido” al público durante varios
meses. La otra cara, imprescindible para su comprensión, de otra excelente novela con idéntico final,
la de Capote.
Norman Mailer
llegó a presentarse como candidato a la alcaldía de New York (1), y como un semidiós,
que lo era, intentó algo que ya se proscribiera en el “arte
poética”.
Apadrinó a otro asesino, condenado a muerte, Jack
Abbot, consiguiendo su libertad condicional por medio de las innumerables posibilidades
de apelación que Gilmore había despreciado. Desgraciadamente Abbot cometió otro
asesinato, poco después de ser liberado, y Mailer debió lamentar desde entonces
no haber hecho caso a Horacio, "No
hagáis intervenir a un dios sino cuando el drama es digno de ser desenredado
por un dios".
Y es que debe resultar difícil brillar en tantos terrenos,
el periodismo, la literatura, la política, en los años de Mac Luhan, “El medio es el mensaje”, “La aldea global”
y tantos otros postulados revolucionarios,
evitando convertirse en el propio mensaje.
¿Comunista?
Hablaba de su comunismo y de que en Estados Unidos el
fascismo jamás usaría ese nombre pero que no estaba muy lejos de instaurarse a
todos los efectos.
(Incorregible y
necesario tocapelotas de un mundo en extinción).
(1).- La candidatura
fue retirada después de apuñalar Norman a su esposa durante una fiesta.
La reacción de Mailer a las declaraciones de su mujer ante
la policía, fue lacónica. Al contrarío de lo que recuerda su mujer, nunca habría
gritado "joder" en presencia de la sirvienta. Pero, sobre todo, no
era verdad que el cuchillo con el que apuñaló a su mujer "hubiera estado
sucio".
Deus ex machina, no significa “genio y figura” como sería lo
más sensato. Al parecer hace referencia a los artefactos (máquinas) que introducían
en el escenario a un dios (en caso necesario) para resolver situaciones dramáticas
que superan la capacidad, el ingenio del autor.
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