Las sirenas del desencanto
Dicen que no es bueno dejarse llevar, embriagados, por su melodía; pero que es conveniente escucharlas, y que es de necios el ignorarlas
Una viñeta de un comic francés de los ochenta.
De cuando el comic era la hoja parroquial de los supervivientes del sesenta y ocho; de los que ahogaron sus ilusiones en alcohol barato y drogas igualmente dañinas. Los padres de entonces, abuelos de ahora, vestían un longevo uniforme, Levis trousers, camisas de algodón, luego de lino; y los últimos tupés que, dieron paso inexorable a las crestas de gallo y al talle bajo, bajísimo en los pantalones.
Hoy, la supervivencia, obligará sin duda, a los hijos nietos a arrojar el contenido de la botella por el fregadero. A cambiar a fondo aquello que la generación que - todavía, milagrosamente, manda- continúa dando por bueno, y que es casi todo.
Hablar de reformas “de calado” es solo una forma de marear la perdiz, de pretender que somos más rápidos y más hábiles que ella y de comprobar como se nos escapa una vez más de las manos. Mentarlas y no hacerlas, es de lo que hablo.
El cambio necesario, e imprescindible para aquellos que todavía necesitan la silla para asomarse al fregadero, es total. Los males son tantos y tan grandes que no es suficiente con una poda decorativa. El arbolito de hoja perenne comienza a parecer, sospechosamente caducifolio, y eso es un mal síntoma.
El injerto de variedades jóvenes y resistentes, de momento, a las enfermedades de siempre, el fraude, la mentira, la tolerancia con los poderosos, es nuestra única esperanza.
Negarse a reconocer la existencia de una palabra tan terrible como es “corrupción”, y negarse a mencionarla en los debates electorales o en el discurso de investidura, no es nada prometedor.
Afortunada o desgraciadamente –las dos- la mecha de indignación que la generación de los pantalones caídos mostró en las calles hace solo unos meses, no se ha apagado todavía. Probablemente no deje de inflamar otros colectivos, inimaginablemente extensos, que no sean tan sosegadamente pánfilos a la hora de mostrar su algo más que indignación.
La secuencia, el desarrollo de los sucesos, la escalada de la intensidad en la protesta y todo lo que vendrá, esta escrito una y cien veces en la historia de la humanidad.
Solo nos queda coger un buen puesto para ver el espectáculo en el que volveremos a ser las victimas.
Salvo que ocurra lo que llevan esperando los sacerdotes de la cosa, el milagro. La multiplicación de los panes y los peces, los brotes verdes que el espejismo nos hace ver en el desierto, el maná celestial.
En la forma previsible de actuación de nuestros arcángeles: BCE, FMI, y Sor Ángela de la Merkél, para los creyentes que, seguirán pensando, que siguen insistiendo en que la fe, su fe en la maldad de los demonios: Mercados, Bancos y Agencias de calificación, es lo mas importante para andar por la vida. Cuando esas figuras fueron inventadas, precisamente, para la “otra” vida.
De la deuda mejor no hablar. Como el limbo, dejará de existir por un decreto de la pertinente autoridad eclesial, para que podamos continuar el guateque.
No es posible, no va a serlo, insisto.
Igual no es tan malo que arrojen el vino por el desagüe. Es tan justo y necesario que..
P.D.- Cambios haylos. Y de fondo. Sin ir mas lejos han suprimido la retransmisión del concurso de saltos de trampolín sobre hielo, que desde el año 62 ha irritado las meninges de los celtiberos de secano (casi todos). Espero que, una vez puestos, no paren.
P.D.-2.- Pánfilo: De Pamphilus, bondadoso. Los primeros sinónimos que le cuelgan son: simple, y cándido. Etimológicamente procede de Panfilia que significa, si no me equivoco, amor a todo y a todos. Supongo que esa es “otra” solución al problema.
O quizás no exista ningún problema. Solo existen en la mente de Alonso Quijano, como todo el mundo sabe..