viernes, 29 de junio de 2012

REFLEXIONES SOBRE UN NAUFRAGIO.-


La balsa de La Medusa

 

En junio de 1816, la fragata francesa Méduse partió de Rochefort, con rumbo al puerto senegalés de Saint-Louis. El Vizconde Hugues Duroy de Chaumereys había sido asignado como capitán de la fragata pese a haber apenas navegado en 20 años.
En un esfuerzo por lograr un buen tiempo, la Méduse se adelantó a otras naves, pero debido a su velocidad fue al garete y se desvió de su curso 100 kilómetros. El 2 de julio encalló en un banco de arena, en la costa de África Occidental, cerca de la actual Mauritania. La colisión se debió exclusivamente a la incompetencia de De Chaumereys, quien carecía de experiencia y habilidad, pero que habría conseguido esa comisión como resultado de un acto de favoritismo político. Los esfuerzos por liberar el barco fueron infructuosos, así que, el 5 de julio, los aterrados pasajeros y la tripulación intentaron viajar los 60 kilómetros que los separaban de la costa africana en los seis botes de la fragata. Aunque la Méduse llevaba 400 personas, incluyendo una tripulación de 160, en esos botes solo había espacio para 250 de ellas. El resto de la dotación del buque -al menos 146 hombres y una mujer— se apiñaron en una balsa apresuradamente construida de 20 metros de largo por 7 de ancho, la cual se sumergió parcialmente una vez que fue cargada. El capitán y la tripulación a bordo de los otros botes intentaron arrastrar la balsa, pero después de sólo unos pocos kilómetros, las amarras de la balsa se soltaron por sí solas o alguien las soltó. El capitán dejó a los pasajeros de la balsa entregados a su suerte.
Según el crítico Jonathan Miles, la balsa arrastró a los supervivientes "hacia las fronteras de la experiencia humana. Desquiciados, sedientos y hambrientos, asesinaron a los amotinados, comieron de sus compañeros muertos y mataron a los más débiles. Después de 13 días, el 17 de julio de 1816, la balsa fue rescatada por la nave Argus únicamente por suerte ya que no hubo ningún intento de búsqueda de la balsa por parte de los franceses. Al momento del rescate solo habían sobrevivido 15 hombres. Este incidente se convirtió en una enorme vergüenza pública para la monarquía francesa.
(Vox populi).


Unos años antes, de ahora...  (flashback)

Pasando veloz, a través del ala Denon, en el primer piso del Louvre, ante los lienzos gigantescos de David, Delacroix y Gericault. Buscando las salas de mis preferidos, Ingres, Bouguereau...
Los denostados academicistas tenían preferencia por la anatomía humana, por la femenina en particular, y no dudaban en retratar “pompis”, de donde venia mi querencia por ellos, y de donde deduje yo que provenía su denominación de “Pompiers”.

 
Análoga deducción, procedente de mi falta de luces -que aun me aqueja- establecí al mirar de soslayo, y a toda velocidad, ya digo, el descomunal lienzo de Gericault, siete por cinco metros - no lo veía yo muy entonado junto a mis muebles de Ikea- y al entender que, obviamente la medusa era un ser mitológico que tenia en su poder a aquellos desdichados en la balsa que los conduciría seguramente al infierno.
La medusa seria algo así como el barquero que lleva los espíritus hacia el lugar merecido por sus pecados, el Hades. La educación, el leve barniz de ella recibido en mis años escolares, no daba para otra cosa; pecado, culpa, castigo y desconocimiento sobre todo lo demás; un desconocimiento infinito que debía suplir con la osadía de la imaginación,  que me condujo a despachar la escena náutica con la primera diosa del olimpo que me vino a la cabeza, La Medusa. Luego conocería que era una de las tres hermanas gorgonas que tenia la habilidad de convertir en piedra a todos aquellos humanos  que la mirasen. Criaturita. 

Vuelvo a encontrarla en “La historia del mundo en diez capítulos y medio”  - donde aprendí algo útil, algo sobre la crueldad, la injusticia y la impunidad-  de  Julián Barnes, 1977.  Asumiendo que el medio capitulo lo podremos los lectores. Si ha lugar para ello.

Todos en el mismo barco- Ignoro las veces que lo he escuchado en boca de dirigentes que no tienen otro argumento mas convincente que ese para "aunar voluntades", remedando aquello de  "la unidad de destino en lo universal”, como el loro que repite lo escuchado, por muy estúpido que sea. (Que sea estúpido lo  escuchado, que con la estupidez del loro ya contamos).

El barco, con exceso de carga inútil (Antes llamado lastre, hoy cargamento principal), con rumbo equivocado. Dirección correcta, sentido erróneo, 180 grados de deriva. (También llamada “derrota” en terminología náutica).
Nos desplazamos hacia el Sur desde que salimos de Huelva, llevamos mucho tiempo costeando África, y nuestro capitán nos dice que vamos hacia Terranova y que cada dia estamos mas cerca de ella.
Mi barco se dedica exclusivamente a la sanidad, pero el objetivo de sus dirigentes es el empleo. Priorizar el empleo, repiten cual pájaros parlanchines.
Los marineros mas curtidos, remeros del  Volga, entre los que me encuentro, observamos entre estupefactos e indignados la situación.
En medio de la tempestad, el capitán se niega a arrojar el lastre inútil al mar, y para economizar víveres, ha decidido recortar la ración de agua y pan de la marinería. La sal la suprimieron hace semanas. 
El barco se va a pique y ni Acab ni sus pasajeros invitados hacen  cosa útil para que lleguemos a algún puerto cercano. Terranova es el único que les sirve, al parecer.

Escribo esto en mi cuaderno negro, de hule, bajo la luz de las estrellas -hoy la luna está en Géminis, ha iniciado su fase creciente- en este pequeño cuaderno de bitácora al que llamo blog (Book  Letters Of Ghosts).  Imaginación no nos falta, y a pesar de exigir un mayor esfuerzo que la fe (muy poco más), pienso que nos va a resultar más útil que ella, ya que los criminales de La Medusa fueron juzgados, y condenados, si. Pero… El conde de Chaumareix sería degradado en Consejo de Guerra el 7 de enero de 1817,  se salvó de la pena de muerte, obteniendo sólo tres años de cárcel, debido a su pasado en la armada. Tras ese tiempo se retiró a su castillo de Lachenaud, la residencia de su madre, en Bussières-Boffy, y murió el 23 de noviembre de 1841 a los 78 años. Creer que aquí pueda repetirse algo así excede los ámbitos, finitos, de la fe humana. O no.

Los creyentes, en la culpa ajena, creen en casi todo, incluso en la existencia de alternativas una vez que se ha deflagrado la espoleta. Y las piden, las exigen. ¡Alternativas!.
Hombre, debe haberlas, siempre que no haya terminado la cuenta atrás en el Enola Gay, que no era vasco ni era gay, y pasan por no mostrar en el juego comodines inexistentes.  Pedir tiempo muerto parece una medida oportuna, pero solo en el ámbito deportivo. Aquí solo queda una alternativa  tan denostada y peyorativa como el arte de los academicistas, la sedición, el amotinamiento.

Ecos de Clark Gable, de Bogart, hasta de Marlon en el papel, me vienen cuando la marinería, los remeros del Volga entre los que me encuentro, comenzamos a murmurar otra estúpida frase hecha  “O ellos o nosotros” intentando conjurar las ciento y una noches que llevamos esperando a que nos vayan arrojando por la borda, uno a uno, con la estulta seguridad de los mandos en que la ausencia de los marineros mantendrá a flote el barco semihundido. 

Pero no estamos preparados para semejante evento. Desarmado y cautivo el ejercito rojo, derribado el muro “de la vergüenza”, y educados en colegios concertados (eufemismo de pascua florida) no veo yo al paisanaje motivado a enarbolar la tricolor, o la roja. (Tiene bemoles en lo que ha quedado el significado de “La Roja”).
La siguiente fase, de no producirse “El Motín de la Bounty”, o el “Incidente en el Bedford”, esta con Richard Widmark - que tenia muchas ganas de salir en este blog-, será idéntica a la de los marineros de “La Medusa”, después de encallar en las costas de Mauritania (también rumbo a Terranova, no creáis que esto es nuevo). 

¿Esperando el Argus?

Mientras llega, os dejo el croquis de la balsa, por si alguno quiere ir montándola en casa.





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